Aquella reaparici¨®n de Luis Miguel
Estaban todos, absolutamente todos. Los de siempre y los de los festejos. La noticia de su reaparici¨®n hab¨ªa provocado entusiasmo, cierta expectaci¨®n y bastante morbo desde el mismo momento de ser anunciada. Los curtidos vente?os recordaron viejas an¨¦cdotas y recurrentes episodios de fascinante evocaci¨®n que eran tan irresponsablemente recontados por los ocasionales que pareciera como que la historia se evaporase. Junto a la veteran¨ªa, pero formando parte del mismo ambiente -mezclando torer¨ªas con lo ¨²ltimo de...-, la gente guapa, el todo Madrid que se dec¨ªa. Personajes de quita y pon, desubicados emocionales, n¨¢ufragos de la conciencia que preguntaban por todo el mundo mientras comentaban, como en secreto, "lo de la posible implicaci¨®n del exc¨¦ntrico multimillonar?o Howard Hughes en el Watergate".Unos reviv¨ªan la genialidad torera de Curro Romero, que de Sevilla lleg¨® con tan s¨®lo media ver¨®nica en ocho toros, sin estar previsto, sustituyendo a Diego Puerta, y de Madrid sali¨® victorioso, triunfante, "pedazo de torero"... A hurtadillas, pero con dos orejas bajo su chalequillo, las del toro Marisme?o, de Benitez Cubero, que le dio, y no la quiso, la llave que le deb¨ªa de abrir por octava vez la puerta de Madrid. Los otros eran emperifollados personajes de la ya entonces fruct¨ªfera y rentable prensa del coraz¨®n, que, entre cumplido y canap¨¦, se transmit¨ªan ¨¢vidamente lo ¨²ltimo del dolor de la familia de Nino Bravo -muerto en tr¨¢gico accidente el 16 de abril-, que hurgaban en los detalles del reparto de la herencia de Pablo Picasso -fallecido el 8 de abril- o que enredaban en los ¨²ltimos cotilleos de la ajetreada vida familiar de aquella saga, uno de cuyos representantes iba a saltar a este albero, que no pisaba por feria desde hac¨ªa 24 a?os y en otras fechas desde hac¨ªa 13.
El ambiente en la plaza de Las Ventas la tarde del viernes 25 de mayo de 1973 superaba con creces todos los registros, todas las acepciones de la palabra expectaci¨®n. Un d¨ªa absolutamente primaveral, aunque con m¨¢s calor de lo deseado, en el que todo era fiesta, en el que los reventas recuperaron del fondo de sus armarios sus mejores galas porque hab¨ªa que dar imagen para pedir como si tal cosa 1.000 pesetas por un tendido alto de sol. Se anunciaban toros de Atanasio Fern¨¢ndez (y daba igual que hubiera chanchullos en el apartado, que los hubo) para Paco Camino, Sebasti¨¢n Palomo Linares y, sobre todo, Luis Miguel Domingu¨ªn, que, prisionero de la responsabilidad y de los recuerdos, padec¨ªa como nunca en esos desasosegados momentos previos hasta casi temblar, literalmente enjaulado en un infernal atasco madrile?o en d¨ªa grande de toros.
En la plaza, el volumen de la expectaci¨®n rozaba el l¨ªmite m¨¢ximo de decibelios. S¨®lo un minuto antes de las en punto se abri¨® una brecha en medio de aquella org¨ªa sensorial de palpitaciones, sudores y deseos, y entr¨® el torero. Serio, circunspecto... De seda rosa, casi fucsia, escasamente poblada por originales adornos rematados en oro que dec¨ªan dise?ados por su querido y llorado Pablo Picasso. Corbat¨ªn negro sumergido en suaves y blanqu¨ªsimas chorreras y chaleco elegante; discreto, pero elegante.
Todos hab¨ªan ido a verle, a mirarle, a envidiarle... Apenas un grupito acudi¨® con el ¨¢nimo de observar su toreo, pero ese talante, de tan inconsistente, apenas luch¨® por su hegemon¨ªa, dej¨¢ndose llevar sin resistencia a la querencia del murmullo chismorreante. Apenas terminado el pase¨ªllo, el bisbiseo adulador se convirti¨® en descarnada y puntillosa cr¨ªtica que al cuarto capotazo ya fue vomitada con desbocada y cruel pasi¨®n. Luis Miguel orden¨® por un instante una par¨¢lisis a sus m¨²sculos; ote¨® barreras, tendidos, gradas y andanadas, y susurr¨® a todos, a los de siempre y a los de los festejos, un gallardo "peor para. vosotros". Luego elev¨® la vista y murmur¨®: "Pablo, ya lo! conoces, ya lo hab¨ªamos comentado". Luis Miguel Domingu¨ªn fue silenciado con desprecio y pitado con sorna, aunque, una vez m¨¢s, ascendi¨® vertiginoso hacia el titular de las cr¨®nicas de aquella tarde, por mucho que Paco Camino y Sebasti¨¢n Palomo Linares cortaran una oreja cada uno: "Decepcionante reaparici¨®n de Luis Miguel en Las Ventas".
Javier Manzano es periodista.
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