Seguridad y discrecion en la pista central
"No hay miedo entre los tenistas. S¨®lo es cuesti¨®n de acostumbrarse a los guardaespaldas. Es bueno que est¨¦n ah¨ª. Viendo a unos t¨ªos tan grandes es dif¨ªcil que alguien se atreva a hacer algo". La opini¨®n de Emilio S¨¢nchez es la general. Nadie gira la cabeza en los descansos para ver si el tipo de detr¨¢s tiene pinta de esconder un cuchillo, pero, desde la agresi¨®n a la serbia M¨®nica Seles, tener cerca un saco de m¨²sculos con gafas ahumadas y cara de pocos amigos hace m¨¢s llevaderos los partidos. Roland Garros ha apostado por la seguridad (480 agentes), pero con discreci¨®n: debe ser una fiesta, no un bunker.
Patrice Clerc, el director del torneo, considera que extremar de forma visible las medidas de seguridad puede incitar a cualquier descerebrado: "No podemos crear un campo de concentraci¨®n". El dispositivo est¨¢ dirigido por CIREC, una empresa especializada en acontecimientos deportivos que se esconde tras el eufem¨ªstico nombre de Gabinete Internacional de Relaciones Exteriores y Diplom¨¢ticas. Su principal cometido es acompa?ar a los jugadores, de forma visible y disuasoria en el caso de los grandes, y protegerles el cogote en los partidos.
Fuera de las instalaciones, es la polic¨ªa la encargada de evitar incidentes. Por la noche, 18 vigilantes las custodian. Los cacheos arbitrarios son habituales en Par¨ªs desde 1985. El proyecto m¨¢s novedoso es instalar arcos detectores de metales en los accesos, pero no hay una decisi¨®n definitiva, ya que no es aconsejable entorpecer la entrada a un evento que concita diariamente una media de 30.000 personas. La organizaci¨®n est¨¢ probando un completo sistema de video dentro de las pistas y fuera de ellas.
Hubert Lellouche, responsable de seguridad, afirma: "Se trata de disuadir y prevenir. Nuestras reacciones pueden ser brutales, pero nunca agresivas. Nuestra capacidad reside en poder actuar ante situaciones inesperadas". CIREC ha movilizado a 480 hombres. Los guardaespaldas van de azul marino; los controladores de accesos, de rojo, y los supervisores de zona, de azul el¨¦ctrico. El pasado a?o, los vigilantes empleados fueron 430. Hace diez, s¨®lo 150. "Tenemos agentes de intervenci¨®n r¨¢pida, pero tambi¨¦n supervisores de zona, jefes de equipo y vigilantes secretos que van con tejanos, zapatillas de deporte, camiseta e incluso con varias c¨¢maras como si de un fot¨®grafo se tratara".
Hasta el momento, el trabajo se ha reducido a impedir la acci¨®n de los carteristas y el mercado negro de entradas, a expulsar a alg¨²n borracho y a localizar ni?os extraviados de la mano materna. Agresiones, ninguna.
Para la organizaci¨®n es fundamental no dar publicidad a las medidas preventivas ni hacerlas demasiado evidentes por temor al efecto simp¨¢tico o mim¨¦tico que puedan tener en los posibles agresores.
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