El infarto
Lo particular de los ataques al coraz¨®n es que no puede bromearse con ellos porque de improviso, durante la chanza, puede sufrirse la misma acometida. La poblaci¨®n electoral ha descubierto de este modo, en Anguita, a uno de sus representantes naturales. Si su programa no ha impresionado a todos, lo ha conseguido el electrocardiograma. Los responsables de IU han decidido dejar vacante su asiento en los estrados para los m¨ªtines. A partir de esa privaci¨®n, que ser¨¢ radiada y televisada, el esp¨ªritu del candidato desprender¨¢ los efluvios de su palabra ausente, las ondas de sus gestos hospitalizados, la flama de su pasi¨®n ahora entregada al control de los esc¨¢neres.Toda enfermedad posee un aura que enaltece al doliente como un m¨¢rtir y santifica de paso a los condolidos. Aznar ha sido el primero que se present¨® en el sanatorio para rendir una visita a Anguita. Nunca lo hubiera hecho en otras condiciones, pero un enfermo, y tanto cuanto m¨¢s grave, adquiere una categor¨ªa superior con la que irradia a quien se le avecina.
La cl¨ªnica es el centro donde los hombres se abrazan con mayor facilidad una vez que la salud es lo primero, y la vida, sin atributos, reside en su sustancia. Las farsas de la campa?a se desmontan ante el ataque de Anguita. Su m¨¢s virulento ataque contra los dem¨¢s. Casi su ataque definitivo. La ley de las campa?as es la competencia implacable o la pugna por convertirse en el solitario campe¨®n. Se acusa a Anguita -porque siempre la medicina culpabiliza- de favorecer su achaque sobrecargando su agenda de viajes y comparecencias. Los telespectadores lo hab¨ªamos contemplado, sin embargo, como el m¨¢s fresco, distendido y frondoso de los candidatos. Vuelve a producirse la sorpresa electoral.
En realidad, toda la hipercampa?a ha venido nutri¨¦ndose de sorpresas y hecatombes. Desde Filesa al supertimo de Asturias, desde Garz¨®n a la tercera devaluaci¨®n, desde el revolc¨®n de Gonz¨¢lez o las bombas de los GRAPO hasta el colorado coraz¨®n de Anguita. Las reglas de lo asombroso y catastr¨®fico est¨¢n poblando la carrera hacia los comicios. La inyecci¨®n, adem¨¢s, del miedo ancestral por parte de los socialistas, las rec¨ªprocas acusaciones de falsedad y corrupci¨®n, las manipulaciones de la televisi¨®n p¨²blica en remedio de tiempos temibles, la obsesi¨®n ante un porvenir de alianzas diab¨®licas, los ocultos pensamientos del Banco de Espa?a y el programa oculto del PP, el mal estado de salud latente de los l¨ªderes, y, ya tambi¨¦n, el de millones de electores estresados e indecisos, sometidos, sin embargo, a crueles sondeos casi diarios, anuncian desembocar en un resultado patog¨¦nico grav¨ªsimo. El ataque al coraz¨®n podr¨ªa ser ya el patrimonio de todos nosotros.
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