Disolviendo l¨ªmites
A lo largo de las dos ¨²ltimas d¨¦cadas, Brian Eno (Woodbridge, 1948) ha consolidado una identidad tan estimulante y f¨¦rtil como de dif¨ªcil ubicaci¨®n, de decisiva influencia en ciertos comportamientos generacionales frente a la esfera de la creaci¨®n. Las razones de esa dualidad son complejas y responden a un factor esencial de la apuesta de Eno, que, a mi juicio, se define, en muy diversos sentidos, como voluntad de disoluci¨®n de l¨ªmites.Empleo conscientemente el t¨¦rmino disolver, y no el de romper, pues me parece clave en su actitud una idea de permeabilidad fluida, equ¨ªvoca incluso, capaz de trascender enfrentamientos virtuales para obtener s¨ªntesis complejas. En la esfera musical, que marc¨® sus inclinaciones primeras y define a¨²n su aportaci¨®n m¨¢s conocida, ello se traduce en deseo de eliminar la ancestral oposici¨®n entre cultura popular y de ¨¦lite, en una alianza de complicidades que proceden, entre otras, de tradiciones tan dispares como el rock o el pop m¨¢s sofisticados, ciertas vertientes experimentales del jazz y la vanguardia minimalista.
Brian Eno
C¨ªrculo de Bellas Artes. Marqu¨¦s de Casa Riera, 2. Madrid. Hasta el 13 de junio.
A partir de esa alianza, en la que conflu¨ªan inquietudes y exploraciones afines, Brian Eno destilar¨¢ su peculiar concepci¨®n de una est¨¦tica "ambiental" -desde una ir¨®nica, pero real, reivindicaci¨®n de las m¨²sicas de consumo para espacios, p¨²blicos- cuyos frutos han de impregnar el entorno, al modo de aquella m¨²sica anhelada por Satie -que Eno cita en uno de sus textos cl¨¢sicos- "capaz de fundirse con el sonido de los tenedores y cuchillos en una cena". Pero esa aparente discreci¨®n encierra un regalo envenenado, pues es como el agua que se vierte sobre la sal, que al anegarla la disuelve.
Y un esp¨ªritu semejante ti?e la actitud de Eno como creador, en su inclinaci¨®n a eclipsarse, sea a trav¨¦s de la creaci¨®n compartida o, mediante el inter¨¦s por lo aleatorio, en el dise?o de procesos que. se desarrollan sin intervenci¨®n del artista. Surgen as¨ª texturas ambientales destinadas a generar un segundo plano continuo. Pero ese paisaje de fondo acaba por envolverlo todo, deglutiendolo en el seno de una temporalidad indeferenciada, de una textura cambiante y, en apariencia, siempre id¨¦ntica a s¨ª misma.
No es de extra?ar, pues, en ese sentido, el paso que, en el umbral de los ochenta, la inclinaci¨®n a lo ambiental, a lo envolvente, determina hacia el campo de la pl¨¢stica, y, ante todo, hacia instalaciones que unen, en una misma situaci¨®n espacial, lo visual y lo sonoro.
Puentes anal¨®gicos
Conviene recordar aqu¨ª, desde, luego, que la formaci¨®n original de Eno se orientaba, precisamente, hacia las artes pl¨¢sticas. Pero, m¨¢s all¨¢, ese paso surge, ante todo, como consecuencia de una l¨®gica natural en la evoluci¨®n de su trabajo, desbordando sus l¨ªmites, una vez m¨¢s, para tender puentes anal¨®gicos hacia territorios que permiten una s¨ªntesis de ambici¨®n integral. Y no es sorprendente que, dentro de lo visual elija medios que como el v¨ªdeo o la multivisi¨®n, extraen su esencia de la luz, de lo inmaterial y lo atmosf¨¦rico, pero que son tambi¨¦n, ante todo, medios que trabajan con el tiempo y d¨²ctiles a la hora de generar secuencias aleatorias.El proyecto dise?ado ahora para Madrid, bajo el t¨ªtulo de Neroli, es un ejemplo elocuente de la compleja estrategia alcanzada por el trabajo de Eno. El artista brit¨¢nico ha dise?ado una ambiciosa s¨ªntesis multimedia que incorpora, en primer lugar, una proyecci¨®n audiovisual multipantalla cuya estructura y simetr¨ªa generan una resonancia teatral. ?sta se desdobla, a su vez, en otros dos ambientes complementarios, que incorporan lo escult¨®rico, la luz esc¨¦nica y las sombras generadas por formas m¨®viles.
Se establece as¨ª una atm¨®sfera integral que nos, sumerge en una densa y hipn¨®tica sinestes¨ªa, matizada adem¨¢s por una extra?a ambig¨¹edad. Si la teatralidad del primer ¨¢mbito fuerza lo contemplativo hacia una esencial pasividad, la presencia de otros ¨¢mbitos induce al recorrido, en una acci¨®n ralentizada y sin rumbo que nos invita a dejarnos llevar, como por un r¨ªo, por la inercia que nos disuelve, desde el flujo en el que se funden espacio y tiempo, en su propio olvido.
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