La irrupci¨®n de Aza?a
ME VAN A PERMITIR que les cuente una an¨¦cdota. Recuerdo que en 1965, cuando era estudiante del ¨²ltimo curso de licenciatura y dirig¨ªa el Aula de Cultura de la Facultad de Derecho, los estudiantes invitamos a Manuel Sacrist¨¢n a que viniera a Sevilla a dar una conferencia. Y recuerdo que recorriendo la F¨¢brica de Tabacos, sede de la actual universidad, Manolo coment¨® que se notaba que el edificio hab¨ªa sido construido en el ¨²nico momento en Los unimos 200 a?os en el que la sociedad espa?ola hab¨ªa tenido confianza en s¨ª misma: la ¨¦poca de Fernando VI y Carlos III. Despu¨¦s, a?adi¨®, la II Rep¨²blica fue el inicio de otro momento de recuperaci¨®n de la confianza de la sociedad en s¨ª misma, inicio que desgraciadamente no tuvo continuidad. Y en ese proceso de recuperaci¨®n de la confianza Manuel Aza?a fue una figura capital: "Lo que m¨¢s necesita Espa?a es que sus hijos adquieran confianza en el esfuerzo personal".Fue la primera vez que o¨ª hablar de Aza?a con naturalidad, con normalidad, situ¨¢ndose hist¨®ricamente en el lugar que le correspond¨ªa en la historia contempor¨¢nea de Espa?a. Lo que sin gularizaba pol¨ªticamente a Aza?a no era otra cosa que el intentar romper con la tradici¨®n de las clases dominantes espa?olas de impedir que la sociedad tuviera confianza en s¨ª misma. ?sa era una de las razones por las que en Espa?a se hab¨ªan producido tantas rupturas del r¨¦gimen constitucional: porque los ¨²nicos sectores que, dado el desarrollo econ¨®mico de sociedad espa?ola del, momento, pod¨ªan dirigirla, desconfiaban profundamente de dicha sociedad, le hab¨ªan estado transmitiendo permanentemente un mensaje negativo, derrotista respecto de s¨ª misma. En pocas palabras, eso era Aza?a. Y por eso el r¨¦gimen del general Franco, dominado por una desconfianza enfermiza en los ciudadanos espa?oles, fue implacable respecto del pol¨ªtico republicano.
El, recuerdo de aquella conversaci¨®n con Manolo Sacristan fue lo primero que se me vino a la memoria cuando le¨ª que Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar hab¨ªa invocado en un mitin la figura de don Manuel Aza?a.
Por una parte, el hecho de que el pol¨ªtico m¨¢s representativo de la derecha espa?ola mencionara a Manuel Aza?a en sus m¨ªtines no pod¨ªa dejar de resultarme positivo. Que la derecha espa?ola est¨¦ dispuesta a integrar a una figura pol¨ªtica a la que vilipendi¨® en el pasado de la manera que lo hizo es una buena se?al. Todas las rectificaciones, vengan de donde vengan y siempre que vayan en la buena direcci¨®n, la de la tolerancia, la concordia y la racionalidad, deben ser bien recibidas.
Por otra, sin embargo, el hecho de que esa reivindicaci¨®n de Aza?a se haya hecho en medio de la campa?a "m¨¢s antiaza?ista" desde 1977, no puede dejar de producirme cierto desasosiego. La campa?a del PP no ha sido m¨¢s que la reproducci¨®n planificada de la estrategia secular de la derecha espa?ola. El PP parece haber llegado a la conclusi¨®n de ue unicamente puede ganar quebrantando la confianza de la sociedad espa?ola en s¨ª misma, llev¨¢ndola a la conclusi¨®n de que "el pa¨ªs se va al infierno".
Aza?a no tiene nada que ver con lo que el PP est¨¢ proponiendo en esta campa?a electoral. Toda su trayectoria, como pol¨ªtica y como escritor, va en la direcci¨®n opuesta. Recuperar a Aza?a me parece muy bien. Pero recuperarlo de verdad, sin manipulaciones ni falsificaciones. Si Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar no es capaz de hacerlo, mejor que lo deje descansar en paz.
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