"Me met¨ª aqu¨ª por las pel¨ªculas policiacas"

El comisario marea tres cartas mugrientas en una mesa: "Con el dos pierde, con el caballo gana. Vueltas que le pego, vueltas que le doy, le tapo, le escondo, leveolemareo, le cambio, le coloco, en la punta, en el medio, la dejo, usted no lo ve, yo s¨ª lo veo, siempre cambi¨¢ndolo, aqu¨ª y en la Cava Baja, la vista es la que trabaja; siempre al caballo, en cualquier momento se lo cambio; trae ¨¦sta por aqu¨ª, la pongo por all¨¢. A ver cu¨¢l es: ¨¦ste. El dos me lo saco por aqu¨ª, ¨¦sta por all¨¢. ?Y cuidao, que me juego el pan de mis hijos y el whisky de mi mujer! Levante usted el caballo, caballero"

.Imposible acertar. Sus colegas llaman al comisario Jes¨²s Garc¨ªa Ramos El Trilero; pero nunca se jug¨® el pan de sus hijos,. porque, entre otras cosas, el ¨²nico que engendr¨® muri¨® con ocho meses de edad hace cinco a?os. Aun as¨ª, colecciona en los ojos un re pertorio de expresiones alegres tal vez aprendidas en una tarde oscura de Pirabos, bromas, gui?os y zalamas.

Los Pirabos, trileros legendarios a¨²n en activo de la Gran V¨ªa, le introdujeron en los arca nos a base de ferias compartidas, y alguno hubo en el clan que, borracho, incluso ret¨® al comisario a que descubriera d¨®nde relinchaba el caballo. El alumno aventajado nunca acertaba. Tambi¨¦n vio a otro Pirabo en una feria de pueblo, con ojos amarillos de whisky, jugarse al trile la libertad contra un polic¨ªa municipal, y ganarla de legal, sin pegamentos ni u?as largas.

De tantas correr¨ªas con los quinquis le quedan tres cartas sucias en la cartera y un libro que le edit¨® la Direcci¨®n General de la Polic¨ªa, de t¨ªtulo,Lenguajes marginales, cubierta impresentable de amarillo horrendo y contenido exquisito. Editar¨¢ otro volumen para incluir novedades en los apartados del caliente (argot del delincuente), drogata, talegario (carcelero), mangui (mendicidad) y cheli Gerga juvenil). La primera edici¨®n no tiene desperdicio: "Mar¨ªa: caja fuerte. Maruja: caja de ahorros. Mullao:. crimen. M¨²sico: carterista".

As¨ª hasta m¨¢s de 1.500 palabras, catalogadas en su jerga correspondiente, recabadas en las charlas de t¨² a usted que mantuvo con sus v¨ªctimas.

No fuma, dice que no bebe y, de mujeres, s¨®lo la suya, que encontraron en el hueco del hijo algo inconcluso para unirse a¨²n m¨¢s. ?Charlas nocturnas con los colegas en los bares ... ? Pues s¨ª, alguna, hombre, alguna, donde sus m¨¢s de cien muchachos se atreven, cerveza en mano, pistola al cinto, a comentarle -el usted por delante- defectos y aciertos de la ¨²ltima redada antidroga. Suelen salir a colaci¨®n los primeros gateos por el cuerpo.

Ten¨ªa 21 a?os -ahora ha incurrido en los 44-, la carrera de Magisterio -por presi¨®n familiar-, la mili hecha, y muchas horas, gracias al paro, para tragar pipas y pel¨ªculas de polic¨ªa secreta. Quer¨ªa deshacer intrincadas tramas de delincuencia organizada como sus h¨¦roes, siempre inmaculados de paisano. "Me met¨ª aqu¨ª por las pel¨ªculas policiacas".

Pero una vez dentro del traje, en lugar de imitar a los intocables de Elliot Ness -versi¨®n primera-, la vista se le desvi¨® hacia la Facultad de Filolog¨ªa.