Exportar o morir, como hacer de la necesidad virtud
A juicio del articulista, s¨®lo las exportaciones pueden equilibrar la econom¨ªa. Tras la ¨²ltima devaluaci¨®n de la peseta es imprescindible el control de los precios interiores para el mantenimiento del empleo. Ello implica el control de los salarios y de los precios de los servicios, tan determinados por las empresas p¨²blicas.
En mi opini¨®n, la ¨²nica posibilidad de parar la recesi¨®n primero y crecer despu¨¦s es exportar m¨¢s. ?se deber¨ªa ser el objetivo primero de la pol¨ªtica econ¨®mica del nuevo Gobierno. Ello significa modificar radicalmente la orientaci¨®n de nuestra econom¨ªa. Pasar de un modelo de crecimiento basado en la demanda interior a otro basado en la exportaci¨®n. Por diversos motivos.De todos los componentes de la demanda, s¨®lo la exportaci¨®n y el turismo pueden ser expansivos a corto plazo y hacer que crezca, en consecuencia, la econom¨ªa. Examinemos los distintos componentes de la demanda: consumo p¨²blico, inversi¨®n p¨²blica, consumo privado, inversi¨®n privada, exportaciones e importaciones.
Tanto el consumo como la inversi¨®n p¨²blica est¨¢n limitados por la situaci¨®n de las finanzas p¨²blicas. En la expansi¨®n 19851990, el consumo y la inversi¨®n p¨²blica crecieron a un enorme ritmo. Ello fue posible porque no hab¨ªa endeudamiento p¨²blico (1982, cuatro billones de pesetas y 1% del PIB por pago de intereses). Hoy, el endeudamiento (29 billones) y el pago de intereses (4,6% del PIB) han limitado sustancialmente esta posibilidad.
Aumentar el consumo o la inversi¨®n p¨²blicos puede significar un mayor d¨¦ficit, tipos de inter¨¦s m¨¢s altos y tipo de cambio artificialmente alto. Por tanto, es muy problem¨¢tica la recuperaci¨®n por este camino.
. Incluso el consumo privado podr¨ªa, por primera vez en mucho tiempo, ser una r¨¦mora para el crecimiento econ¨®mico. Ello es as¨ª porque est¨¢ afectado negativamente por cuatro factores: el descenso de la ocupaci¨®n; el tama?o de las transferencias p¨²blicas (gasto p¨²blico), que deber¨ªa congelarse; las expectativas a largo plazo de rentas por ingresos de trabajo, y el efecto riqueza (dependiente, en buena medida, del valor de los inmuebles). Es posible que vivamos una situaci¨®n parecida a la que han padecido las econom¨ªas brit¨¢nica y americana, con un consumo privado que s¨®lo reacciona una vez que disminuye el endeudamiento neto de las familias, adem¨¢s de hacerlo con moderaci¨®n.
En pura teor¨ªa, para que haya recuperaci¨®n tienen que crecer la inversi¨®n total o las exportaciones, o ambas. Veamos cu¨¢l es la situaci¨®n de la inversi¨®n. En la recuperaci¨®n 1,985-1900, la formaci¨®n bruta de capital fijo -incluyendo la inversi¨®n p¨²blica- subi¨® desde, el 18,7% de 1984 hasta el 24,6% del PIB de 1990. Despu¨¦s comenz¨® a bajar, hasta llegar al 22,2% en 1992 (la previsi¨®n para 1993 es del 21%, a pe sar de que, te¨®ricamente, la aportaci¨®n de la inversi¨®n p¨²blica se mantendr¨¢ en el m¨ªtico 5% del PIB). Del total de formaci¨®n bruta de capital fijo, cerca del 60% fue construcci¨®n (viviendas libres, oficinas, locales, naves in dustriales o infraestructuras). De esos componentes sobran, y por varios a?os, viviendas libres, oficinas, locales y naves industria les; faltan viviendas peque?as y baratas. Como las infraestructuras son inversi¨®n p¨²blica y ser¨¢ dificil financiarlas, habr¨¢ que se leccionar cuidadosamente las que se acometen a corto plazo. Conclusi¨®n, el posible tir¨®n so bre la actividad de la inversi¨®n v¨ªa sector de la construcci¨®n es problem¨¢tico, incluso manteniendo la inversi¨®n p¨²blica. Lo que complica las cosas, porque tradicionalmente el sector de la construcci¨®n ha sido el eje del desarrollo econ¨®mico espa?ol. El aspecto positivo de esta situaci¨®n es que tenemos un stock de capital que se puede utilizar, sin tensiones en los precios, en la pr¨®xima recuperaci¨®n.
Relaciones laborales
S¨®lo nos queda por analizar la inversi¨®n en industria y en agricultura y, por eliminaci¨®n, queda claro que una recuperaci¨®n de la inversi¨®n y del crecimiento econ¨®mico tiene que pasar, necesariamente, por la inversi¨®n en nuestra industria, lo cual supone examinar, con enorme cuidado, todo lo que afecta al clima industrial y, en particular, a las relaciones laborales; lo que no nos permite seguir ignorando los problemas industriales, como hasta ahora, cuando parec¨ªa que hab¨ªa distintas opciones de desarrollo econ¨®mico.
Esa inversi¨®n est¨¢ condicionada por el tipo de industria con el que entramos en la recesi¨®n, con las multinacionales -despu¨¦s de los cambios estructurales del periodo 1985-1990- dominando los sectores econ¨®micos m¨¢s din¨¢micos. Y las multinacionales invierten -en ausencia de situaciones excepcionales, como lo fue la integraci¨®n de Espa?a en la Comunidad- si encuentran, adem¨¢s de subvenciones p¨²blicas, un entorno laboral flexible, con salarios razonables y mano de obra preparada. El resto de la industria nacional s¨®lo lo har¨¢ cuando la situaci¨®n financiera (tipos de inter¨¦s) sea m¨¢s favorable, se flexibilice el mercado de trabajo, mejoren la fiscalidad y las expectativas. En cuanto a la inversi¨®n en servicios, creo que ir¨¢ a remolque de la inversi¨®n en la industria.
La inversi¨®n en agricultura no puede ser significativa, tanto por el tama?o de nuestro sector como por la competencia que implica para nuestros productos la agricultura comunitaria.
Termino con el an¨¢lisis de la inversi¨®n. Tienen que mejorar las expectativas y estamos todav¨ªa lejos de que haya motivos para que lo hagan. S¨®lo una decidida reforma del mercado de trabajo y un control riguroso del gasto p¨²blico, que permita reducir los costes financieros y la presi¨®n fiscal sobre la mano de obra empleada, pueden modificarlas. Si se consigue, contaremos, adem¨¢s, nuevamente, con el decisivo apoyo de la inversi¨®n extranjera directa, que complementar¨ªa nuestro escaso ahorro nacional.
Con lo que a muy corto plazo s¨®lo la demanda de exportaciones y el aumento del turismo pueden contribuir a la recuperaci¨®n del crecimiento. Aqu¨ª no hay l¨ªmites; en teor¨ªa, porque la limitaci¨®n la ponen el tama?o y caracter¨ªsticas de nuestra industria. Partimos de una situaci¨®n complicada, pues casi el 80% de nuestro comercio exterior se lleva a cabo con la deprimida Europa. Hoy crecen Asia (con la excepci¨®n de Jap¨®n),y Am¨¦rica. El esfuerzo hay que hacerlo en esos continentes. Para exportar m¨¢s" necesitamos mejorar nuestra competitividad, lo que lograremos con precios m¨¢s bajos. Y esos bajos precios se consiguen, a corto plazo, o con un ajuste salarial y fiscal a la baja, en t¨¦rminos nominales -lo que es impensable-, o evitando que la p¨¦rdida de valor de la moneda -ya producida- se traslade a los precios. Por su parte, el turismo puede crecer, en principio sin tensiones en los precios, porque la oferta de plazas tur¨ªsticas es superior a la actual demanda. No se me ocurre que haya ninguna otra v¨ªa para salir del atolladero en que nos encontramos.
Las importaciones van a caer dr¨¢sticamente, lo que permitir¨¢ recuperar una parte del mercado interior a nuestras industrias, aunque a precios m¨¢s altos para todos. Por tanto, el sector exterior ser¨¢ el ¨²nico rengl¨®n positivo, que puede aportar y aportar¨¢ crecimiento a nuestra econom¨ªa.
Hace escasamente nueve meses, antes de las tres devaluaciones, esta opci¨®n no exist¨ªa. Hoy, corregida la sobrevaluaci¨®n de la peseta, podemos crecer v¨ªa sector exterior. Aunque puede quedar patente, claramente, en pocos meses, la operaci¨®n de enga?o que constituy¨® la anterior pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno; me refiero a que la disminuci¨®n de la inflaci¨®n se consigui¨® embalsando las tensiones inflacionistas con un tipo de cambio sobrevaluado (que ahora ha saltado en pedazos) y a costa de la recesi¨®n de nuestra econom¨ªa. Por contra, la gravedad de, la situaci¨®n econ¨®mica contribuir¨¢ a moderar las tensiones inflacionistas que pueden desencadenarse.
El Reino Unido e Italia ten¨ªan problemas similares. Han devaluado en la misma proporci¨®n que nosotros, aproximadamente, y no han tenido, hasta ahora, un rebrote inflacionista. Por una raz¨®n, en ambas econom¨ªas -despreciadas, por cierto, por nuestros responsables econ¨®micos-, los respectivos Gobiernos han conseguido desindiciar los salarios de los precios, despu¨¦s de la confrontaci¨®n, o el acuerdo, con los respectivos sindicatos.
Para que la recuperaci¨®n econ¨®mica basada en las exportaciones no sea una quimera hay que empezar por aceptar que toda Europa occidental va a buscar la misma salida y que a su competencia hay que a?adir la de Europa oriental y la de los pa¨ªses asi¨¢ticos menos desarrollados. La dificultad de la situaci¨®n se agrava, pues, en mi opini¨®n, estamos viviendo, desde hace tiempo, una carrera no declarada de devaluaciones competitivas, que exigir¨¢ en alg¨²n momento un acuerdo internacional para interrumpirla, y si no hemos conseguido cerrar una parte importante de nuestro d¨¦ficit comercial para ese momento, nuestras posibilidades de alcanzar la estabilidad se reducir¨¢n considerablemente. Y creo que las tres devaluaciones s¨®lo han llevado nuestra moneda a una situaci¨®n de equilibrio, no a la infravaloraci¨®n.
Papel determinante
Si ya estaba claro, por exclusi¨®n, que s¨®lo las exportaciones pod¨ªan equilibrar nuestra econom¨ªa, ahora, tras devaluarnos un 25% respecto al marco, queda tambi¨¦n patente que s¨®lo evitaremos que esta v¨ªa de mantenimiento del empleo tambi¨¦n se ciegue si controlamos nuestros precios interiores. Ello implica tanto a los salarios como a los precios de los servicios, que crecen m¨¢s de la cuenta por situaciones monopol¨ªsticas, de hecho o de derecho, en las que la empresa p¨²blica desempe?a un papel determinante.
En el control de la inflaci¨®n han fracasado los sucesivos Gobiernos del PSOE, que utilizaron alegremente un tipo de cambio sobrevalorado para moderar precios y salarios, ante su incapacidad para llegar a un acuerdo con los sindicatos o para convencer a su partido de la necesidad de modificar la legislaci¨®n laboral. En lo que respecta a las empresas p¨²blicas, la necesidad de moderar el precio de los servicios obliga -antes de entrar en consideraciones sobre la conveniencia de que suministren bienes comercializables- a su privatizaci¨®n, por ser en ellas en las que los sindicatos se han hecho fuertes, y porque son utilizadas para forzar alzas salariales inaceptables, que despu¨¦s se trasladan a toda la econom¨ªa. Adem¨¢s, es precisa la introducci¨®n, por v¨ªa legislativa, de mayores dosis de competencia en los m¨²ltiples sectores monopol¨ªsticos que existen en nuestro pa¨ªs. Ser¨ªa l¨®gico, m¨¢s razonable y positivo que esos cambios se hicieran como resultado de unas cortas negociaciones con los sindicatos. Cortas, porque no hay tiempo que perder. En ausencia de acuerdos, ser¨ªa urgente utilizar todo el cr¨¦dito pol¨ªtico que poseer¨¢ quien gane las elecciones en hacer las necesarias modificaciones legales en la regulaci¨®n de los mercados de trabajo y de servicios.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.