Una esperanza frustrada
"Del rosa al amarillo es una historia de humor y de amor: del amor cuando parece que no ha tenido tiempo de nacer y cuando parece que el tiempo se ha ido: el amor de los ni?os; el amor de los viejecitos. Amor sin sexo, pues: una saludable reacci¨®n contra tanto sexo sin amor; un ba?o de agua fresca". Quien as¨ª define el primer filme de Manuel Summers, el filme-manifiesto de su visi¨®n del mundo es nada menos que su principal mentor, Jos¨¦ Mar¨ªa Garc¨ªa Escudero, director general de cinematograf¨ªa y padre del llamado "nuevo cine" espa?ol; responsable, para bien y para mal, de las esperanzas de renovaci¨®n que despertaron, all¨¢ por 1962, 1963, los productos de los nuevos cineastas que sal¨ªan de la reci¨¦n remodelada Escuela Oficial de Cinematograf¨ªa.Summers fue la ni?a de los ojos de Garc¨ªa Escudero, que no por casualidad le dedica frecuentes p¨¢rrafos en sus jugosas memorias. El sevillano logr¨® con sus cuatro primeros filmes el ¨¦xito del p¨²blico, cr¨ªtica y festivales, algo que, por desgracia, se revel¨® poco habitual entre los cineastas nacientes. Garc¨ªa Escudero necesitaba el ¨¦xito en su particular combate contra la alianza reaccionaria formada por gentes de Iglesia, Administraci¨®n y Ej¨¦rcito, reticentes ante cualquier intento de apertura, y Summers fue el buque insignia escuela de la Escuela, el abanderado del director general. La confirmaci¨®n de que era posible hacer un cine m¨¢s, fresco y obtener el favor del respetable.
Un hijo d¨ªscolo
Pero fue tambi¨¦n un hijo d¨ªscolo, situado en la izquierda f¨¢ctica de aquel cine tolerado y fomentado desde la administraci¨®n. Y, como todo hijo que se precie, termin¨® por matar al Padre: tras unas declaraciones en La Gaceta Ilustrada en las que el vehemente Summers denunciaba, con m¨¢s raz¨®n que un santo, las cortapisas de la censura, as¨ª como los "chanchullos" de las subvenciones, el director general envi¨® sus declaraciones al fiscal en 1966, a un a?o de ser ¨¦l mismo cesado.
?Qu¨¦ le pas¨® a ese cineasta prometedor, que romp¨ªa moldes con su agridulce visi¨®n del mundo, para que terminara orientado su cine hacia el oportunismo m¨¢s descarado a medida que iba perdiendo, ¨¦l y todos sus compa?eros, el lugar de privilegio que el cine espa?ol parec¨ªa prometerles en sus inicios? Es ¨¦ste el gran dilema que plantea la filmograf¨ªa del cineasta fallecido.
Porque es bien cierto que los hallazgos de Del rosa al amarillo, su ternura, su delicioso equilibrio entre cr¨ªtica y humor; o su mirada comprensiva sobre esos boxeadores acabados, Juguetes rotos de la vida, nada tienen que ver con la facilidad rutinaria de sus filmes de c¨¢mara indiscreta de To er mundo ¨¦ g¨¹eno en adelante, ni con el adocenamiento que abunda en su filmograf¨ªa de los 70, y mucho menos con las fantochadas de su ¨²ltimo per¨ªodo, ese Sufre, mam¨®n que hizo para mayor gloria de la fama de marketing del grupo musical de su hijo David.
Summers fue, perdiendo, a medida que pasaban los a?os, no s¨®lo su indignaci¨®n antifranquista, sino tambi¨¦n su inspiraci¨®n art¨ªstica, hasta terminar haciendo una hiriente pr¨¦dica cavern¨ªcola, sobre todo en sus ilustraciones para el ¨®rgano por antonomasia del pensamiento reaccionario hispano, ABC, junto con Pueblo, su diario de toda la vida.
No fue el ¨²nico, pero s¨ª el m¨¢s curioso. Porque pas¨® de ser la gran esperanza de un cine nuevo a un propagandista del peor cine espa?ol de siempre, de ese mismo cine cutre, aprovechado, rampl¨®n y falto de ideas que combati¨® con tes¨®n en los a?os en que era un reci¨¦n egresado de la EOC (Escuela Oficial de Cinematograf¨ªa), la gran esperanza frustrada en la historia del cascado y dif¨ªcil cine hispano.
Babelia
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