La extra?a reputaci¨®n de un montaje
Nuria Espert triunf¨® en Florencia con una 'Carmen' que despierta amores y odios
La acogida del p¨²blico florentino, a la Carmen dirigida por Nuria Espert confirma la excelente salud de este espect¨¢culo singular y de extra?a reputaci¨®n, que despierta pasiones y odios. Aunque retrasado el estreno a causa del duelo nacional por los recientes atentados terroristas, satisfizo plenamente la expectaci¨®n despertada, arrancando al p¨²blico largos aplausos en varios momentos de la representaci¨®n y una absoluta entrega en los saludos finales. Hab¨ªa elementos que justificaban el trato de acontecimiento: la direcci¨®n orquestal de Zubin Mehta, el deb¨² en Italia de Denyce Graves, que cant¨® la Carmen en Los ?ngeles junto a Pl¨¢cido Domingo, y la primera Micaela de Cecilia Gasdia.
Sin olvidar los figurines de Franca Squarciapino, que no necesita el reclamo de su oscar hollywoodiense (Cyrano de Bergerac) para ser apreciada en estas latitudes. Por otra parte, ¨¦ste era el segundo montaje firmado por una mujer en el Maggio Musicale Fiorentino del presente a?o (el otro, una Jenufa dirigida por Liliana Cavani). Las comparaciones eran, pues, inevitablesCuando esta Carmen se estren¨® en el Covent Garden, en 1991, la prensa resalt¨® su espa?olidad (no eran ajenas las colaboraciones de Gerardo Vera en la espl¨¦ndida escenograf¨ªa y Cristina Hoyos en la coreograf¨ªa). En el Maggio Musicale Fiorentino se resalta, por contra, sus caracter¨ªsticas de producci¨®n anglo-espa?ola, lo que sin duda le confiere un aire ex¨®tico que ha podido desconcertar a m¨¢s de un cr¨ªtico.
Me confieso partidario de este espect¨¢culo, que es una constante exhibici¨®n de la sabidur¨ªa esc¨¦nica de su directora, acumulada en una larga carrera de int¨¦rprete. Pese a la inopia de algunos, las virtudes de esta Carmen son evidentes, y Pierre Flinois las destacaba en el n¨²mero 152 de L?Avant Sc¨¦ne Op¨¦ra: "La primera ventaja es su admirable puesta en escena. La direcci¨®n de Nuria Espert es cl¨¢sica y consigue todo un camafeo de tonos felices en un decorado ¨²nico usado con intel gencia: pero el verdadero ha llazgo es una direcci¨®n actoral que sabe utilizar a cada uno, desde las estrellas al ¨²ltimo figurante, arranc¨¢ndolas toda su verdad... ".
Para bien o para mal, este montaje no es desconocido por una parte de nuestro p¨²blico. Se vio en Sevilla, tuvo un pase televisivo y hasta circul¨® por los quioscos una edici¨®n videogr¨¢fica integrada en una colecci¨®n de fasc¨ªculos de ¨®pera. Es un montaje que despierta odios o pasiones a partes iguales. Lo primero fue, creo yo, en Barcelona, donde imprevistos en la peor tradici¨®n del Liceo jugaron m¨¢s de una mala pasada. Las bondades fueron mejor apreciadas en Los ?ngeles o en el propio Londres, donde, despu¨¦s de una fr¨ªa acogida de los cr¨ªticos, hubo algunos que rectificaron al aparecer el video. Otros recordaron que en la noche del estreno la recepci¨®n del p¨²blico hab¨ªa sido delirante.
Lectura rom¨¢ntica
El montaje, tal como se ha presentado en Florencia, cuenta con algunos retoques que no hacen sino confirmar mis primeras impresiones a ra¨ªz del estreno londinense. Es una lectura rom¨¢ntica que no pide perd¨®n por atreverse a serlo, antes bien se acoge a la reciente moda de revisionar los grandes temas del romanticismo y sus ep¨ªgonos, transmitidos principalmente a trav¨¦s de la literatura y la pintura de los grandes viajeros. Pero puede ser que la moda no est¨¦ lo suficientemente extendida en algunas latitudes (desde luego, no lo est¨¢ en Barcelona) y muchas de las claves escapen a los supuestos entendidos. No deja de ser un gran error de apreciaci¨®n, pues la lectura rom¨¢ntica se traduce en propuestas visuales de rotunda veracidad, que al mismo tiempo aspiran a convertirse en proyecto cultural de alcances m¨¢s vastos. Es un montaje que se acuerda de M¨¦rim¨¦e, del narrador de su novela (un arque¨®logo) y de influencias literarias f¨¢cilmente rastreables (al parecer, la Espa?a de M¨¦rim¨¦e no era ajena a una atenta lectura del Viaje a Espa?a, de Theophile Gautier).Entre la pintura de g¨¦nero y el carnet de voyage, la Espert, Vera y la Squarciapino proponen una s¨ªntesis que es un puro deleite sensorial, perfectamente acorde con las exigencias de la partitura. Todo a partir de un detallismo minucioso, como una labor de encaje que recuerda otros montajes de la Espert, especialmente La Traviata y Madama Butterfly.Como todos los grandes mitos, Carmen admite los m¨¢s dispares enfoques. Al pasar a la m¨²sica no pod¨ªa ser menos: una discograf¨ªa deslumbrante, edificada a lo largo de los a?os, hace que todo espectador se enfrente a nuevas representaciones cargado con prejuicios previos. ?ltimamente, toda Carmen que se quisiera respetable desde un punto de vista cultural deb¨ªa empezar por no ser sospechosa de pintoresquismo, prefiri¨¦ndose en la mayor¨ªa de los casos acentuar el tema de la premonici¨®n tr¨¢gica (que, en ¨²ltima instancia, no puede estar ausente de cualquier opci¨®n, incluidas las m¨¢s extremas. Y no lo est¨¢n en el montaje de la Espert, que alcanza en el ¨²ltimo acto una temperatura dram¨¢tica irresistible).
'Color ambiental'
Me parece absurdo que se rechace la carga de color ambiental dominante a lo largo de toda una partitura cuya carga novedosa tuvo valedores tan selectos como Wagner y Nietzsche. Sobre este espinoso aspecto del pintoresquismo escrib¨ª, a ra¨ªz del estreno del Covent Garden: "La Espa?a de Bizet y M¨¦rim¨¦e es t¨®pica en la misma medida que lo es la Italia de Stendhal y la Grecia de Byron. Pero en todos los casos se trata de t¨®picos culturales completamente respetables".El entronque de Carmen con la mujer fatal ha merecido numerosos estudios, y el amplio programa del Maggio Musicale hace especial hincapi¨¦ en sus derivaciones er¨®ticas. Est¨¢ claro que el atractivo de un erotismo bizarre sigue privando en las apreciaciones de un p¨²blico italiano culto, y al mismo tiempo pone en tela de juicio las pretensiones de bajar a Carmen de su pedestal con la excusa de arrancarla del t¨®pico.
Personaje espectacular
Recuerdo que en el estreno del Covent Garden me decepcion¨® Mar¨ªa Ewing, cuya lectura del personaje era demasiado interiorizada, en detrimento de su prestancia esc¨¦nica (no es extra?o que esta artista gane mucho en su versi¨®n televisiva). Es el caso opuesto a la Carmen florentina, Denyse Graves, que llena completamente el escenario y envuelve al p¨²blico con una poderosa voz, acaso demasiado oscura en los graves. En todo caso, nos recuerda que Carmen, monstruo er¨®tico o hero¨ªna fatal, es b¨¢sicamente un personaje espectacular. De otro modo no se explicar¨ªa. su influjo sobre los dem¨¢s personajes y su capacidad de modificarlos. De estas modificaciones da buena cuenta Luis Lima, excelente don Jos¨¦ que rindi¨® al p¨²blico en el Aria de la flor, como es costumbre, y se creci¨® en el ¨²ltimo acto, alcanzando la dimensi¨®n tr¨¢gica exigida. Por contra, un artista de tan acreditadas excelencias como Justino D¨ªaz abord¨® su Escamillo de manera vacilante, para irse creciendo aun con voz que se me antoj¨® fatigada.La triunfadora es Cecilia Gasdia, cuya mete¨®rica carrera constituye uno de los asombros de la l¨ªrica italiana desde su revelaci¨®n en el concurso de Nuevas Voces Mar¨ªa Callas de 1980. No es un secreto que el papel de Micaela puede llevarse al p¨²blico si lo atrapa una soprano avispada (en la discograf¨ªa es legendaria la versi¨®n de la Freni). La se?orita Gasdia lo hizo sin la menor dificultad, aprovechando todas las posibilidades de lucimiento de su d¨²o con don Jos¨¦ y en el aria Je dis que rien ne m?epouvante.
Como ocurre en los momentos de extrema genialidad, merece un p¨¢rrafo aparte la direcci¨®n de Zubin Mehta, en un alarde de preciosismo expresivo que ya demostr¨® hace dos a?os en el estreno del Covent Garden. En un texto sin duda apresurado, un cr¨ªtico florentino habl¨® de desilusi¨®n, y puede que fuese as¨ª para quienes esperasen la pachanga habitual, pero conviene recordar que Bizet no es s¨®lo br¨ªo, y Mehta le otorga una calidad descriptiva ausente en otras versiones. Si la puesta en escena de la Espert es un continuo homenaje al detallismo, Mehta ha convertido su batuta en un delicado pincel que arranca trazos nuevos, inesperadas nuances, ins¨®litos sfumati, mientras mima a los cantantes hasta conseguir de ellos momentos de oro puro.
Babelia
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