Prioridades
UNA DE las escasas coincidencias en los programas electorales de los partidos mayoritarios que concurrieron a las pasadas elecciones era la prioridad de la creaci¨®n de empleo. La recesi¨®n que afecta pr¨¢cticamente a la totalidad de las econom¨ªas europeas est¨¢ teniendo sus peores consecuencias sobre el mercado de trabajo. En Espa?a la situaci¨®n es especialmente alarmante, ya que ese cuadro recesivo seguir¨¢ incidiendo sobre el paro en mayor medida que en el resto de los pa¨ªses.El reciente informe trimestral del Banco de Espa?a es suficientemente elocuente al respecto: adem¨¢s de constatar que durante esos tres primeros meses el crecimiento de la econom¨ªa espa?ola ha descendido un 0,5% en relaci¨®n con el mismo periodo del a?o anterior, no permite anticipar cambios significativos en esa tendencia; la inversi¨®n variable, clave en la generaci¨®n de empleo, registra descensos interanuales en torno al 6%. Los resultados de las empresas que cotizan en Bolsa en ese primer trimestre, y las significativas disminuciones de sus plantillas de trabajadores seg¨²n el balance elaborado por la Comisi¨®n Nacional del Mercados de Valores, tambi¨¦n confirman ese clima recesivo.
Si ante esa situaci¨®n es limitado el margen de maniobra de que dispondr¨¢ cualquier Gobierno para tratar de reactivar la econom¨ªa, no lo es tanto para eliminar algunos de los obst¨¢culos. Tres tareas esenciales han de configurar la agenda de ese pr¨®ximo Gobierno: la articulaci¨®n de un acuerdo social que permita no s¨®lo acordar la evoluci¨®n de las rentas, sino, tambi¨¦n, su contenci¨®n; la definici¨®n de las l¨ªneas en que se basar¨¢ la elaboraci¨®n de los pr¨®ximos Presupuestos Generales del Estado; y la detallada programaci¨®n de las reformas estructurales previstas en el programa de convergencia, aprobado por la mayor¨ªa del Parlamento espa?ol y destinado a propiciar la vinculaci¨®n de la econom¨ªa espa?ola a la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria (UEM), que ha de constituir la gu¨ªa b¨¢sica de las acciones de pol¨ªtica econ¨®mica, aun cuando puedan ser objeto de revisi¨®n algunas de sus hip¨®tesis de trabajo.
Asumir esa necesidad de no desvincularse de la integraci¨®n europea exige, ante todo, una coherencia y compatibilidad entre las distintas pol¨ªticas globales que no han existido durante los ¨²ltimos a?os. Pero tambi¨¦n, y en no menor medida, exige que el nuevo Gobierno certifique que las limitaciones de la econom¨ªa espa?ola derivan, en gran parte, de vicios profundamente arraigados en el sistema -en el comportamiento de sus agentes y de sus mercados- que precisan de actuaciones directas, lo que en realidad supone la concreci¨®n de las reformas estructurales, la mayor parte de ellas enunciadas en el propio Programa de Convergencia. Esas reformas ser¨¢n las que garanticen no s¨®lo la contenci¨®n de la inflaci¨®n y su aproximaci¨®n a los niveles de los principales pa¨ªses comunitarios, sino la eliminaci¨®n de esos quistes en el sector servicios que la perturban permanentemente. El ¨²ltimo dato del IPC, que en t¨¦rminos interanuales se ha mantenido en el 4,6%, ha vuelto a poner de manifiesto ese desigual comportamiento entre sectores abiertos a la competencia exterior y aquellos otros protegidos de la misma, y, por ello, capaces de transmitir a precios finales sus mayores costes e ineficiencias.
Es en ese contexto en el que habr¨¢ que abordar las reformas pendientes en el mercado de trabajo, pero no s¨®lo eso. De la actitud de los distintos agentes sociales y econ¨®micos depender¨¢ que la recesi¨®n se cobre m¨¢s v¨ªctimas de las debidas. Es, pues, necesario hacer un llamamiento a la solidaridad de la patronal y de los sindicatos, pero tambi¨¦n al abandono de las explicaciones lineales y simplistas sobre la crisis. Los ciudadanos acaban de dar un voto meridianamente claro sobre lo que exigen; se trata ahora de legitimar con la acci¨®n ese deseo, en la parte que a cada uno corresponde. Sin que nadie pueda escurrir el bulto.
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