Izetbegovic, en Madrid
LA VISITA ayer a Madrid de Alia Izetbegovic, presidente de los musulmanes bosnios, ten¨ªa por objeto declarado presionar a las autoridades espa?olas para que aceptaran levantar el embargo de armas que pesa sobre su pa¨ªs. Hab¨ªa hecho la misma gesti¨®n el d¨ªa anterior en Bonn. Se apoya para ambas en el argumento utilizado por el presidente Clinton de que es conveniente armar a los musulmanes para que puedan defenderse, ya que nadie m¨¢s lo hace y el embargo general sobre la ex Yugoslavia no ha producido hasta ahora el efecto deseado. S¨®lo as¨ª, arguye Izetbegovic, podr¨ªan protegerse los bosnios musulmanes del aparentemente inagotable acceso de serbios y croatas al armamento que les permite seguir castig¨¢ndoles. Pero, a juzgar por las acciones bosnio-musulmanas de los ¨²ltimos d¨ªas contra los croatas, lo que falta en aquella zona ciertamente no son armas ni municiones.Armar abiertamente a los musulmanes en lugar de reforzar el embargo contra todos tendr¨ªa el efecto contrario al que se pretende, que es acabar con el conflicto. Antes bien, ¨¦ste se generalizar¨ªa de manera incontrolada, sin duda estimulado por afanes de revancha tras 15 meses de padecimientos sin cuento. De lo que se trata en la ex Yugoslavia es de parar el conflicto, no de agravarlo. Otra cosa desvirtuar¨ªa los esfuerzos de paz y har¨ªa in¨²til el esfuerzo y sacrificio de los cascos azules espa?oles, franceses, brit¨¢nicos, suecos y ucranios. No se trata de que los bosnios se defiendan por las armas en una guerra en la que de todos modos llevan las de perder, sino de incrementar la presi¨®n internacional para forzar la paz. Lo ¨²ltimo que debe admitirse es que la mediaci¨®n ha fracasado y que, por consiguiente, debe dejarse que los contendientes resuelvan el conflicto entremat¨¢ndose sin trabas. A la responsabilidad de la ONU por su ineficacia no debe a?adirse el crimen del est¨ªmulo activo de la guerra.
Mientras tanto, los esfuerzos de paz han producido un nuevo plan de interrupci¨®n del conflicto y de lo que se pretende sea un arreglo definitivo del espacio vital que debe atribuirse a cada una de las comunidades bosnias. Se abandona el plan de Vance-Owen de creaci¨®n de 10 zonas integradas, de dificil aplicaci¨®n -como lo han demostrado los pasados meses de hostilidades-, y se lo sustituye por la propuesta de delimitaci¨®n de tres zonas (una croata, otra serbia y una tercera musulmana emparedada entre las dos) a las que se asigna un hipot¨¦tico futuro confederal.
El plan tiene enormes dificultades. No se entiende c¨®mo van a convivir pac¨ªficamente tres comunidades que han disputado de modo brutal cada cent¨ªmetro de territorio que consideraban suyo s¨®lo porque un plan arbitrario (sobre el que los musulmanes tienen serias dudas) lo establece. No se ve c¨®mo es posible que cualquier arreglo futuro de Bosnia-Herzegovina pase por la consagraci¨®n del concepto de limpieza ¨¦tnica (?s¨®lo vivir¨¢n musulmanes en Sarajevo? ?Ser¨¢n expulsados los visitantes, todos los visitantes?). No se comprende c¨®mo el nuevo dise?o ser¨¢ respetado por croatas y serbios bosnios sin que las rep¨²blicas de Croacia y Yugoslavia cedan a la tentaci¨®n de engullir las zonas bosnias lim¨ªtrofes de un Estado soberano reconocido por la ONU.
En estas condiciones, la labor de los pacificadores ha resultado afectada por las indecisiones del presidente Clinton y por la inoperancia de Europa: hace semanas, Serbia, que en este conflicto es la gran culpable, hab¨ªa empezado a entender con claridad la amenaza militar y retroced¨ªa. Contemplar la debilidad de las potencias que se vuelcan sobre la antigua Yugoslavia sin saber qu¨¦ hacer ha ayudado al l¨ªder serbio, Milosevic, a re¨ªrse abiertamente de los esfuerzos de paz. Por eso, la presencia activa de los cascos azules debe reforzarse. No debe ponerse en duda.
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