Ucrania y Rusia

EL ACUERDO que acaban de firmar en Mosc¨² los presidentes Yeltsin y Kravchuk puede sentar las bases para unas relaciones nuevas entre Rusia y Ucrania. En ¨¦l se estipula, la divisi¨®n de la Flota del Mar Negro sobre la base del 50% para cada parte. En la actualidad reg¨ªa la decisi¨®n de mantener hasta 1995 un "mando unificado", lo que favorec¨ªa a Rusia y acentuaba las rivalidades con vistas a un futuro incierto. A partir de septiembre Ucrania podr¨¢ disponer de una gran flota con sus propios mandos y bandera.No obstante, es dudoso que este acuerdo sea suficiente para remontar la gravisima crisis pol¨ªtico-econ¨®mica por la que est¨¢ atravesando Ucrania. La huelga minera ha impuesto al Parlamento de Kiev la convocatoria de un refer¨¦ndum el 26 de septiembre, en el que se votar¨¢ la renovaci¨®n, o no, de la confianza al presidente Kravchuk y a la propia C¨¢mara. Ello ocurre mientras en la opini¨®n p¨²blica se desarrollan tendencias poco coherentes.

El nacionalismo radical crece en el este del pa¨ªs; en cambio, en las zonas occidentales hay una fuerte presencia rusa, sobre todo en los grandes centros industriales, que exige la amistad con Mosc¨², cuando no la ruptura con Kiev, para integrarse en Rusia. Entre los 52 millones de habitantes de Ucrania, 11 millones son ¨¦tnicamente rusos. Adem¨¢s, a lo largo de la historia, esas dos nacionalidades eslavas siempre han formado un solo Estado. Ello explica que en la etapa actual normalizar las relaciones con Mosc¨² sea una de las condiciones para que el nuevo Estado pueda vivir en un clima de tranquilidad. De ah¨ª la importancia del acuerdo sobre la flota, al margen de las indecisiones pol¨ªticas de Kiev y Mosc¨².

Por otro lado, la crisis pol¨ªtico-econ¨®mica afecta negativamente la actitud de Ucrania ante la cuesti¨®n nuclear. A ra¨ªz de su independencia, se comprometi¨® a transformarse en un pa¨ªs no nuclearizadol- actitud entonces muy popular: Chern¨®bil estaba presente en las mentes. Pero ha habido cambios en los ¨²ltimos a?os: un sector nacionalista -con una minor¨ªa activa en el Parlamento- preconiza que Ucrania conserve cierto n¨²mero de armas nucleares como garant¨ªa de su seguridad ante el vecino ruso. Otros sectores m¨¢s moderados optan por una actitud ambigua: Ucrania -alegan- puede votar el Tratado START 1 (con la disminuci¨®n de las armas nucleares de EE UU y la URSS, en el que las armas ucranias se englobar¨ªan en las sovi¨¦ticas), pero, en cambio, abogan por un aplazamiento, en la aceptaci¨®n del Tratado de No Proliferaci¨®n, ya que ¨¦ste la obligar¨ªa a renunciar a todas las armas nucleares. Un criterio predominante en el Parlamento, que se dispone a votar el Tratado START 1.

Existe la convicci¨®n generalizada en Ucrania de que la cuesti¨®n del armamento nuclear les permitir¨¢ obtener ventajas econ¨®micas y pol¨ªticas. Es un c¨¢lculo probablemente err¨®neo. Tampoco ha sido acertada la pol¨ªtica aplicada hasta hace poco por EE UU de ejercer presiones burdas sobre Ucrania, creyendo que as¨ª podr¨ªan obligarla a ceder. En los ¨²ltimos tiempos, con el viaje del secretario de Defensa Aspin a Kiev y poco despu¨¦s con el del presidente alem¨¢n, Kohl, se apunta una actitud m¨¢s inteligente en Washington y en Europa. Que Ucrania se consolide como pa¨ªs nuclear es inaceptable, ya que ello tirar¨ªa por tierra toda la estrategia de no-proliferaci¨®n. Pero eso se impedir¨¢ mejor con una pol¨ªtica de cooperaci¨®n amplia, que demuestre la voluntad europea de considerar a Ucrania como uno de los grandes pa¨ªses de nuestro continente.