Otra vez las encuestas
Existe en la opini¨®n p¨²blica informada la impresi¨®n casi un¨¢nime de que las encuestas han fallado -"estrepitosamente", se ha llegado a decir- con ocasi¨®n de las elecciones del 6 de junio. El articulista busca en su texto la clarificaci¨®n del asunto, en el que se reconocen las limitaciones e incluso fallos de los pron¨®sticos.
Ser¨ªa contradictorio desde el punto de vista profesional poner en cuesti¨®n ese veredicto: nadie m¨¢s obligado que nosotros a acatar el "vox p¨®puli, vox De?" como divisa corporativa. Sin embargo, s¨ª parece oportuno -para que el silencio no se interprete como rendici¨®n- aportar alguna reflexi¨®n interpretativa acerca de lo que ha pasado con las encuestas, que sirva para poner las cosas en su sitio, ahora que todo se ve con m¨¢s sosiego. En primer lugar, la opini¨®n est¨¢ desconcertada ante un resultado electoral (ventaja del PSOE algo inferior a cuatro puntos porcentuales sobre el PP) cuando las encuestas preelectorales publicadas en los ¨²ltimos d¨ªas en que es legalmente posible hacerlo (antes del 1 de junio), arrojaban en la mayor parte de los casos una situaci¨®n de virtual empate entre PP y PSOE.La explicaci¨®n de esa diferencia tiene dos ingredientes. Uno, la participaci¨®n adicional. En general, la hip¨®tesis participativa que las encuestas estaban manejando se cifraba en tomo al 73%-75%, entre dos y cuatro puntos por debajo de la realmente alcanzada. Esta participaci¨®n extra, nutrida de gente que en su mayor parte se hab¨ªa abstenido en 1989, no ha exteriorizado rotundamente en las encuestas la direcci¨®n de su voto. El 6 de junio han ido a votar en su gran mayor¨ªa al PSOE movidos, entre otras razones, por las propias encuestas que daban verosimilitud a un triunfo del PP contra el que se han movilizado excepcionalmente.
El segundo ingrediente tiene que ver con la sobreestimaci¨®n de la intenci¨®n de voto a IU. En general, se le otorgaban en las encuestas preelectorales alrededor de dos puntos porcentuales por encima del resultado que al final ha obtenido. En esta situaci¨®n han pesado dos factores. Uno, el mismo al que antes me refer¨ªa, de movilizaci¨®n excepcional y, reagrupamiento t¨¢ctico del voto en tomo al PSOE como consecuencia de la visualizaci¨®n de un eventual triunfo de la derecha. Otro, el que quiz¨¢ pueda relacionarse con la enfermedad de Anguita,. que puede haber provocado alg¨²n. desplazamiento tambi¨¦n t¨¢ctico de. votos hacia el PSOE.
Pron¨®stico y realidad
Basta la combinaci¨®n de estos dos elementos, que juegan de una forma dif¨ªcilmente conmensurable por las encuestas en tanto en cuanto se producen en los ¨²ltimos momentos y/o se asimilan a duras penas por la autoconciencia pol¨ªtica y tienden a silenciarse, para explicar suficientemente la desviaci¨®n entre el pron¨®stico y la realidad. H¨¢gase: el ejercicio de sumar la participaci¨®n no prevista (entre tres y cuatro puntos porcentuales de Censo) en proporci¨®n 70/30 entre PSOE Y PP y p¨¢sese el 20% de la intenci¨®n declarada de IU al PSOE y tendremos el resultado real.
No obstante, el lector estar¨ªa muy en su derecho de preguntarse: "Si tan obvias son las explicaciones ex-post-facto, ?no ser¨ªa mejor que esos factores se hubieran tenido en cuenta para hacer la predicci¨®n?". De otra forma, esa misma cuesti¨®n nos la hemos planteado los profesionales una y otra vez en el curso de los intensos -y, para quienes vivimos de esto, angustiosos- d¨ªas que preced¨ªan a la elecci¨®n. En este punto, la t¨¦cnica profesional y la deontolog¨ªa entraban abiertamente en conflicto. M¨¢s que nunca han estado sobre la mesa las cuestiones acerca del, efecto de las encuestas sobre la opini¨®n y su din¨¢mica.
En efecto, la elecci¨®n abierta que las encuestas han ido revelando y, m¨¢s a¨²n, la inclinaci¨®n hacia el PP que en los d¨ªas posteriores al primer debate se detectaba, han contribuido significativamente al desplazamiento de ¨²ltima hora que arriba se describe. Ha habido, en mi opini¨®n, un funcionamiento claro de lo que el Nobel de Econom¨ªa Herbert Simon llama la "reflexividad" de las situaciones sociales: el conocimiento de la chance electoral del PP tuvo un amplio efecto movilizador de un voto a la contra que favoreci¨® en proporciones masivas al PSOE; la situaci¨®n social reflexivizada del d¨ªa electoral se alimentaba de la situaci¨®n previa (el empate) y los efectos de su conocimiento, aparte otras posibles influencias de ¨²ltima hora.
Opini¨®n subjetiva
La cuesti¨®n deontol¨®gica es, incluso si se hubiera podido anticipar y dimensionar el efecto reflexivo del cuadro general: ?era l¨ªcito descontarlo en la estimaci¨®n? En otras palabras, ?deb¨ªamos dar cuenta del alineamiento de la opini¨®n que analiz¨¢bamos (el empate virtual) o de nuestra subjetiva opini¨®n sobre c¨®mo se iba a deshacer dicho empate una vez conocido?
Mi opini¨®n es rotunda en favor de que la exigencia deontol¨®gica lleva a dar cuenta en la estimaci¨®n s¨®lo de aquellos elementos que se han recogido y analizado y no de impresiones sobre c¨®mo pueden variar los elementos contextuales y modificar el cuadro de la estimaci¨®n. Las encuestas son, no conviene olvidarlo, herramientas de conocimiento y no de intervenci¨®n social. Se trata, simplemente, de un problema de sentido y l¨ªmites de lo que se presenta. Es precisa toda la insistencia necesaria en recordar que cuando hacemos encuestas preelectorales hablamos de lo que suceder¨ªa "si las elecciones fueran ma?ana" y a la vez ser humildes y consecuentes con las evidentes limitaciones que en ciertos contextos -como el de la pasada elecci¨®n en Espa?a o el de las elecciones brit¨¢nicas de 1992- presenta nuestro utillaje t¨¦cnico para. hacer predicciones correctas.
Probablemente, si hemos de hacer un reparo a nuestra labor, se nos pueda achacar razonablemente haber prestado poca atenci¨®n en nuestros modelos de conversi¨®n de los datos brutos (que nos hubieran llevado a una predicci¨®n disparatada) en estimaciones (que se han desviado ligera pero significativamente desde el punto de vista pol¨ªtico del resultado) al alt¨ªsimo n¨²mero de sedicentes indecisos (la mayor¨ªa eran decididos vergonzantes) y a la irreductible diferencia valorativa de los dos liderazgos antagonistas que se opon¨ªan. Quiz¨¢, en el mismo sentido, el hecho de que sistem¨¢ticamente y a despecho de la propia din¨¢mica de la intenci¨®n expl¨ªcita de voto, la mayor¨ªa sostuviera la opini¨®n de que ganar¨ªa el PSOE, hubiera merecido m¨¢s atenci¨®n de la que le hemos prestado, en la l¨ªnea de los desarrollos de la teor¨ªa de la espiral del silencio de Elisabeth N?elle-Neumann. Con todo, es dificil que, bajo una legislaci¨®n que impide la publicaci¨®n en los ¨²ltimos d¨ªas, hubi¨¦ramos mejorado sustantivamente la predicci¨®n por mucho cuidado que hubi¨¦ramos prestado a todo esto.
Votos inconfesados
Quedar¨ªa por explicar, sin embargo, por qu¨¦ los sondeos a la salida de urna tambi¨¦n -al igual que sucedi¨® en la elecci¨®n brit¨¢nica- minusvaloraron la victoria del PSOE. En este caso, la explicaci¨®n requiere de menos elaboraciones. Sencillamente, contra lo que hab¨ªa sucedido hasta ahora, una parte de los electores del PSOE no confesaron su voto y, o bien se callaron, o bien dijeron haber votado a IU. Las diferencias entre el resultado real y las estimaciones de las ocho de la tarde (menos de dos puntos a favor del PSOE y en contra de IU) reflejan ese fen¨®meno.
Esto es, en lo sustancial, lo que ha sucedido. A mi juicio, de ello no debiera derivarse ninguna suerte de recelo hacia esta t¨¦cnica ni menos a¨²n cualquier reforzamiento de las tendencias limitativas de su difusi¨®n que ya contiene nuestra Ley Electoral. Por el contrario, el hecho de que las encuestas en determinada situaci¨®n puedan influir sobre la decisi¨®n electoral debe llevar justamente a eliminar las trabas temporales sobre su difusi¨®n. Siempre ser¨¢ m¨¢s rica, informada y mejor motivada una decisi¨®n electoral sabedora de c¨®mo se distribuyen las preferencias electorales en un momento dado, que una envuelta en la nebulosa, el rumor o la intoxicaci¨®n sobre ese asunto. Junto a ello, las ense?anzas de esta ocasi¨®n de seguro nos permitir¨¢n afirmar algo m¨¢s la estimaci¨®n en la pr¨®xima.
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