A contracorriente
La tendencia actual europea a cerrar fronteras va en contra del progres¨®, va en contra de Europa misma. No nos puede conducir m¨¢s que a un enquistamiento paralizante. Estamos reaccionando desde el supuesto de que todo el que venga de fuera ha de ser peor que nosotros. La sospecha generalizada hacia el exterior es un error b¨¢sico. Estamos practicando principios nazis cada d¨ªa, y a¨²n seguimos pensando que el nazismo fue algo que existi¨®, muri¨® y desapareci¨®. Abramos los ojos y veremos que lo tenemos a¨²n pegado a la piel. Quien viene de fuera dispuesto a trabajar siempre producir¨¢ m¨¢s de lo que se come; un resto de su producci¨®n quedar¨¢ siempre entre nosotros. Cerrar la puerta al inmigrante es cerrar la puerta al progreso, al nuestro y al de ellos.El progreso est¨¢ en el hombre, m¨¢s que en el conjunto de las naciones, pero se han de dar las circunstancias adecuadas en una naci¨®n para que el hombre progrese. Hemos de adquirir nuevamente el esp¨ªritu del pionero para que la sociedad en que vivimos no muera de artritis. Demasiada seguridad mata.
La asunci¨®n del riesgo vivifica. Si algo distingue al mundo actual es la permeabilidad. Ning¨²n concepto, ninguna cultura, ningun conocimiento, ninguna riqueza permanecen estancados. El fluir humano es m¨¢s intenso que nunca ha sido y el nadar a contracorriente s¨®lo agota in¨²tilmente nuestros esfuerzos, sin movernos del sitio. Lo que digo, la artritis-
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