La capitulaci¨®n de Europa
El teatro de sombras chinescas de los Gobiernos europeos, Estados Unidos y las Naciones Unidas, tocante a la agresi¨®n serbia y activa complicidad croata en la limpieza ¨¦tnica y genocidio de los musulmanes bosnios, no logra ocultar el hecho esencial: su aceptaci¨®n real de la pol¨ªtica de hechos consumados que ratifica en la pr¨¢ctica la desaparici¨®n de un Estado soberano y el triunfo de la barbarie.La reciente reuni¨®n de los cuatro grandes y el ministro espa?ol de Asuntos Exteriores ha culminado dicho ejercicio de indignidad con una nueva claudicaci¨®n ante las conquistas y el reparto tribal de Bosnia-Herzegovina, sin darle siquiera la posibilidad de defenderse mediante el levantamiento de un embargo que s¨®lo favorece a los agresores armados hasta los dientes. La brutalidad y el genocidio son recompensados y premiados.
Milosevic, Karadzic, Seselj y dem¨¢s pol¨ªticos y guerreros de la pureza ¨¦tnica saludaron satisfechos el acuerdo de cuatro m¨¢s uno que concretiza sus sue?os de una gran Serbia, acata la parodia del refer¨¦ndum de Pale y dibuja un panorama de Gazas en el coraz¨®n de Europa. Dicha violaci¨®n de la ¨¦tica y leyes internacionales alienta igualmente los planes de los fundamentalistas de Belgrado en Kosovo y Macedonia: su obsesi¨®n de dividir y liquidar a las poblaciones hijas del mestizaje.
Srebrenica, Gorazde, Tuzla, Bihac, Zepa, Sarajevo, ciudades "seguras", dicen; c¨¢rceles abiertas m¨¢s bien, en donde decenas de miles de bosnios hacinados en calles y casas arrasadas, sin agua ni electricidad, ni pr¨¢cticamente alimentos ni medicinas, avivar¨¢ la natural llama del odio prendida por quienes, en palabras de Zlatko Dizdarevic, redactor jefe de Oslobodjenje, "los han abandonado, sacrificado y ahora los encarcelan".
Apartheids de la desesperaci¨®n y la muerte a merced de los defensores de la pureza ¨¦tnica, dotados, ellos s¨ª "de toda clase de armas. Tribunales contra los cr¨ªmenes de guerra que nunca condenar¨¢n a los culpables, recibidos y aceptados como interlocutores en las canciller¨ªas, con la esperanza ingenua, a estas alturas, de su contribuci¨®n al logro de la paz. Cierre de fronteras, en el papel, entre Serbia y Bosnia, pero impedido en la pr¨¢ctica por la prepotencia megal¨®mana y racista de los aprendices de brujo de Be1grado. Tales son los acuerdos de Washington., La aceptaci¨®n de los atentados m¨¢s flagrantes a la Carta de las Naciones Unidas, del Acta Final de Helsinki y de la Carta de Par¨ªs. Plan de acci¨®n conjunta que los propios medios diplom¨¢ticos en Serbia admiten que fortalecer¨¢ a los sectores m¨¢s radicales de su Gobierno y fomentar¨¢ la extensi¨®n de la guerra.
Mientras el Parlamento Europeo rechaz¨® ejemplarmente en una moci¨®n muy severa el acuerdo de cuatro m¨¢s uno, los espa?oles hemos asistido a esa ceremonia de la complicidad y deshonra que ha representado para nuestro pa¨ªs ese uno en la persona del se?or Solana. Imposible imaginar peor pr¨®logo a la presidencia espa?ola del Consejo de Seguridad de la ONU.
Es urgente e indispensable rectificar el camino seguido y abandonar de una vez las pol¨ªticas de pusilanimidad frente al fascismo que est¨¢ asolando los Balcanes, cuyas razones no difieren de las que mueven las manos incendiarias del odio a los extranjeros en Alemania, Francia o Espa?a.
Europa no est¨¢ muriendo en Maastricht, sino en Sarajevo, por la ceguera y debilidad de sus mentores. Estos deben saber que la aceptaci¨®n del racismo y la xenofobia en Bosnia dar¨¢ una patente de corso a la extensi¨®n del esp¨ªritu de la tribu frente al del ciudadano por toda Europa central y del Este. Urgimos y exhortamos al Gobierno espa?ol a que promueva y apoye desde el Consejo de Seguridad, cuya presidencia ha asumido en junio, la adopci¨®n de medidas que pongan fin a la contemporizaci¨®n con los Gobiernos responsables de la agresi¨®n a Bosnia-Herzegovina y del genocidio perpetrado contra la gran mayor¨ªa de dicho pueblo, partidario- de una convivencia social y pol¨ªtica sin discriminaciones por raz¨®n de su origen ¨¦tnico o religioso. Nuestro pa¨ªs, que sufri¨® hace cinco siglos la persecuci¨®n y exclusi¨®n de parte de sus conciudadanos, no puede ser c¨®mplice de la repetici¨®n de hechos similares.
Tambi¨¦n suscriben esta declaraci¨®n: Pedro Almod¨®var, Jos¨¦ ?ngel Valente, Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n y Susan Sontag.
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