"Sospechosos de pitones"
Determinados cronistas e informadores utilizamos el eufemismo ''sospechosos de pitones" para describir aquellos toros cuyas astas dan la impresi¨®n de haber sido manipuladas fraudulentamente. Algunos aficionados preguntan: "?Por qu¨¦ dicen sospechosos de pitones, si son en realidad manifiestamente afeitados, limados y machacados hasta las orejas?". Y tienen toda la raz¨®n: muchos toros se salen de ojo; irrumpen en el ruedo con unos cuernecillos que parecen pl¨¢tanos.
Se trata, por tanto, de una certeza visual, cabr¨ªa decir moral, pero no de una evidencia; pues, siendo obvios los indicios, lo que falta son pruebas de laboratorio. Y es dificil que se puedan conseguir. El nuevo reglamento ha sido redactado de tal manera que sobre pulverizar todo el concepto de lidia, de bravura, de suertes fundamentales, relaja las garant¨ªas de integridad del toro, lo cual ha supuesto, en la pr¨¢ctica, que se hayan abierto cauces para la comisi¨®n solapada de corruptelas.
Los veterinarios designados para reconocer las reses tienen voz, pero no voto. Y a veces tienen menos voz que empresarios, ganaderos, apoderados, toreros, padres de toreros y un hermano que vuelve de la mili, pues el reglamento les concede la prerrogativa de asistir a los reconocimientos y hacer valer su opini¨®n. ?D¨®nde se ha visto que una funci¨®n pericial haya de ser presenciada y discutida por quienes de alguna forma son objeto de la misma? Pues esta es la singular aportaci¨®n del nuevo reglamento a la fiesta.
Las consecuencias se han podido apreciar desde el d¨ªa de su entrada en vigor: para empezar, la mayor¨ªa de los toros que se lidian son "sospechosos de pitones". Los veterinarios rechazan. buena cantidad de ellos, pero luego suelen salir al ruedo, bien porque se le antoja al presidente de la corrida, bien porque el ganadero lo exige "bajo su responsabilidad" acogi¨¦ndose a otra disparatada prescripci¨®n.
Los taurinos saben que la fiesta es un coladero en casi todas las plazas, y abusan cuanto pueden. Y mientras el organismo competente se abstiene de corregir una situaci¨®n que va adquiriendo proporciones escandalosas, han sido unos veterinarios de ejemplar profesionalidad los que se han decidido a investigar el problema, por su cuenta y riesgo. Sus conclusiones son demoledoras: el fraude est¨¢ generalizado, y el reglamento no sirve para erradicarlo.
Sin embargo el afeitado quiz¨¢ no sea la peor tropel¨ªa. Falta por explicar a qu¨¦ se debe la extra?a invalidez de las reses. El mismo equipo de veterinarios hizo la siguiente sugerencia a su organizaci¨®n colegial: "Es preciso esta blecer una lista de f¨¢rmacos prohibidos para acabar con la fraudulenta utilizaci¨®n de pro ductos que tienden a modificar el comporta miento de los animales durante la lid¨ªa".
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