Pl¨¢cido Domingo supera una tormenta
El tenor espa?ol termin¨® 'Payaso' con ¨¦xito en la Arena de Verona, aunque acus¨® las condiciones adversas
Pl¨¢cido Domingo concluy¨® el viernes con ¨¦xito la representaci¨®n de Payasos, que inaugur¨® la presente temporada de la Arena, de Verona. Pero el tenor espa?ol, que no hab¨ªa pisado desde hace 16 a?os este foro al aire libre, donde, en el clima de expectaci¨®n suscitada por su retorno, la otra noche se sentaron 17.000 personas, pas¨® serias dificultades y acus¨® unas condiciones clim¨¢ticas decididamente adversas. Toda la velada estuvo en vilo por causa de una tormenta que no lleg¨® a estallar, y que, en cuanto inici¨® Payasos, se manifest¨® con un inc¨®modo viento que rasg¨® el bochorno de la noche veronesa."La ac¨²stica de la Arena es buena. Las voces se oyen poco, pero bien. Las dificultades son la orquesta, que los cantantes apenas o¨ªmos, y sobre todo el aire. Si te viene en contra, puede haber problemas", hab¨ªa comentado Pl¨¢cido Domingo a este diario durante la tarde del viernes, cuando luc¨ªa un sol de justicia y era imprevisible si por la noche se gestar¨ªa en las monta?as vecinas una de esas turbulencias que, al comienzo del verano, se dan en esta zona con relativa frecuencia.
Lo cierto es que, durante su actuaci¨®n, iniciada al filo de las 23.15, soplaron r¨¢fagas de viento en todas direcciones, que, en buena medida, Pl¨¢cido Domingo hubo de soportar de cara, con la consiguiente fatiga para la respiraci¨®n e incluso para la humidificaci¨®n de la garganta. Y tambi¨¦n es verdad que llegaron los problemas.
Poco despu¨¦s de una entrada que elev¨® perceptiblemente el nivel musical de la noche, Domingo perdi¨® el apoyo para subir al agudo de A ventitr¨¦ ore, cuando la frase se repite en la octava alta, y su voz se quebr¨® durante un instante, pero se repuso enseguida. Otro peque?o traspi¨¦s en el Recitar y una impureza que debilit¨® la columna sonora de aire durante el Vesti la giubba reafirmaron esa imagen bastante ins¨®lita de un Domingo en apuros con las notas agudas.
Pero el tenor mantuvo la moral frente a la dificultad para, desplegando todo su oficio y veteran¨ªa, con alguna ayuda de la batuta de Yuri Ahronovitch, que le facilit¨® m¨¢s de tres pausas, culminar la dura escena final con toda la brillantez y la seguridad recuperadas.
Un 'gallo'
?Por qu¨¦ un gran tenor que ha dejado atr¨¢s esa primera juventud, cuando las fuerzas sobran, acepta someterse a una prueba como es la Arena, que ya no puede darle m¨¢s fama y que, en cambio, implica el riesgo de que se hable de un gallo de Domingro, como se ha hablado del gallo de Pavarotti, de que se especule con el ocaso de la ¨²ltima generaci¨®n de la l¨ªrica? "Sent¨ªa cierta nostalgia de un p¨²blico que es tan distinto, de un ambiente tan positivo", explic¨® el tenor antes de la representaci¨®n. Y, ciertamente, el p¨²blico respondi¨® a lo que esperaba. Le ovacion¨® fervorosamente al t¨¦rmino del aria m¨¢s c¨¦lebre escrita por Leoncavallo y le aplaudi¨® largamente al final, para que recorriera hasta 10 veces el enorme escenario de la Arena, con toda la compa?¨ªa, y abandonara la plaza como un torero triunfante, dando manos y besos a las fans que taponaban la puerta de salida.
Es tambi¨¦n verdad que entre el p¨²blico de la Arena se cuentan turistas -sobre todo japoneses y alemanes- muy capaces de importunar al vecino preguntando por el ¨ªdolo -"?Tominko, Tominko?"- en cuanto el primer corista abre la boca. Pero no lo es menos que Verona representa un centro de peregrinaci¨®n para tantos aficionados de todo el norte de Italia. Es la Salzburgo, plebeya o la Bayreuth italiana, dos ciudades con las que Verona forma un tri¨¢ngulo medioeuropeo que define a la perfecci¨®n tres diversas concepciones de la ¨®pera y de la vida.
Con la catedral wagneriana, donde el vers¨¢til Pl¨¢cido Domingo cantar¨¢ tambi¨¦n este a?o, la Arena comparte las condiciones de incomodidad para el p¨²blico y el ritual inicial de ocupar las localidades al menos una hora antes del inicio de la funci¨®n. A lo que Verona a?ade su populismo desenfadado de almohadillas, limonada y coca-cola, de "prohibido introducir ni?os menores de cuatro a?os, perros y neveras voluminosas". Tambi¨¦n a?ade una preocupaci¨®n por el tiempo que se traduce en continuas miradas al cielo.
El viernes, la tormenta se hizo sentir, con contundentes truenos y rel¨¢mpagos, desde las primeras notas de Cavalleria rusticana. Y como el miedo era que la lluvia obligara a suspender la esperad¨ªsima aparici¨®n de Domingo, en la segunda parte del programa, el ambiente se volvi¨® angustioso por culpa del tiempo m¨¢s que por el desgarro del drama siciliano de Mascagni.
La representaci¨®n de Cavalleria tampoco dio para mucho m¨¢s, con una Ghena Dimitrova que conserva una voz sorprendentemente homog¨¦nea y bien timbrada en la espesura acumulada con los a?os, pero que no pod¨ªa tirar del tenor Kristian Johannsson ni de su ya proverbial incapacidad expresiva. A truenos y rel¨¢mpagos se sum¨®, como ya se ha dicho, el viento, desde el comienzo del pr¨®logo de Payasos, que el bar¨ªtono Leo Nucci cant¨® mucho m¨¢s convincentemente que los papeles verdianos que tambi¨¦n cultiva.
Cortinas rojas
El decorado eran tres grandes cortinas rojas, poco adecuadas para el clima de la noche, ya que la mayor, que hac¨ªa de tel¨®n central, se hinchaba amenazadoramente como una gran vela de barco. El agitarse de las dos menores, que delimitaban el teatrillo circense, cre¨® un desasosiego que favorec¨ªa la comunicaci¨®n del drama verista, en un enorme escenario que resulta m¨¢s adecuado para la espectacularidad pura y simple.
Y all¨ª se desarroll¨® todo, con la colaboraci¨®n de Cecilia Gasdia -una Nedda muy d¨¦bil- y de Antonio Salvadori, que hizo un Silvio justo. Curiosamente, la tormenta se esfum¨® en cuanto termin¨® el espect¨¢culo. S¨®lo hora y media despu¨¦s cayeron algunas gotas de una lluvia mansa y cansina, que apenas logr¨® refrescar el ambiente. Pl¨¢cido Domingo volver¨¢ a salir esta noche vestido de Canio en la Arena de Verona.
La ¨®pera de Ruggero Leoncavallo hab¨ªa sido representada en la Arena en 22 ocasiones anteriores, 18 menos que Cavalleria, de la que la Arena hab¨ªa dado ya 50 representaciones. El programa de la presente temporada incluye la inevitable Aida, que en la Arena se ha representado ya 304 veces; Carmen, en 84 ocasiones, y la Traviata, con 46 representaciones.
Escasez de divos
La reaparici¨®n de Pl¨¢cido Domingo en la Arena de Verona marca un hito en la historia de estos festivales de verano, que no hab¨ªan registrado la participaci¨®n de ninguna figura comparable en la ¨²ltima d¨¦cada. Eran 16 a?os desde la ¨²ltima vez que el tenor espa?ol hab¨ªa cantado en la Arena.A lo largo de sus 80 a?os de historia, por la Arena pasaron con frecuencia todos los mayores divos de la l¨ªrica -desde Beniamino Gigli hasta Maria Callas, Giuseppe di Stefano, Renata Tebaldi o Mario del M¨®naco- en los momentos culminantes de sus carreras. Pero a medida que el elenco de figuras se ha ido reduciendo, durante los a?os ochenta, la propia Arena ha debido adaptarse a la escasez generalizada de cantantes de ¨®pera, sin poder aspirar a contratar a ese pu?ado de grandes nombres.
Domingo no cantaba en la Arena desde 1979, a?o en que se despidi¨® precisamente con Payasos, que tambi¨¦n entonces comparti¨® cartel con Cavaller¨ªa rusticana. Una primera diferencia entre aquella representaci¨®n y la del pasado viernes es que Domingo protagoniz¨® entonces los dos t¨ªtulos. Ahora ya ha sido bastante proeza cantar Payasos en el gran coso al aire libre. Domingo debut¨® en la Arena de Verona en 1969, junto a Montserrat Caball¨¦, como Don Carlos. En d¨ªas precedentes se hab¨ªa anunciado que el a?o pr¨®ximo volver¨¢ a Verona para cantar el Otello de Verdi.
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