"Nuestro radicalismo depender¨¢ del Gobierno"
"Las islas son afortunadas para los turistas, pero no para los canarios"
El reino de Hermoso y Olarte est¨¢ a 2.000 kil¨®metros de Madrid, y esto a veces les hace sentirse olvidados. No en vano ofrecen colaboraci¨®n a cambio de comprensi¨®n. Para empezar, piden que el Gobierno central asuma que el archipi¨¦lago es un para¨ªso debajo de cuyo jard¨ªn hay subterr¨¢neos.Pregunta. ?Coalici¨®n Canaria es una marca con fecha de caducidad?
Lorenzo Olarte. No somos un capricho de la naturaleza. La grave crisis de Canarias nos ha unido a diversos partidos, y con 10 parlamentarios (cuatro diputados y seis senadores), somos la segunda fuerza nacionalista de toda Espa?a. Seguiremos coligados.
Manuel Hermoso. Sol¨ªan decir desde Madrid: "Que se pongan de acuerdo primero los canarios y despu¨¦s decidiremos". Pues bien, ya estamos unidos, por encima de ideolog¨ªas.
P. ?Responden a un sentimiento espont¨¢neo o a una demanda social?
L. O. Somos una fuerza que ha emergido hasta la superficie del oc¨¦ano, pese a las cargas de profundidad que disparaban las televisiones con el bipartidismo PSOE-PP. Y no crecieron otros partidos nacionalistas. Aqu¨ª el sentimiento estaba a flor de piel.
M. H. Adem¨¢s, conseguir de golpe y porrazo este n¨²mero de parlamentarios evidencia que las islas sufren una gran precariedad. En Canarias, bajo la capa tur¨ªstica, grata y hospitalaria, hay enormes problemas, que son la verdadera tragedia de nuestro pueblo.
P. Apuntaron algo: grupo propio y ministro canario. ?C¨®mo se sienten ahora fuera del baile?
L. O. Merecer el desinter¨¦s m¨¢s absoluto por parte del PSOE no nos coge por sorpresa. Algunos ya piensan c¨®mo ?nipedir que formernos el grupo canario, pero tandr¨¢n que vulnerar el reglamentodel Congreso, que nos ampara. No se habr¨ªan atrevido con los vascos y no s¨¦ si se atrever¨¢n con nosotros, que hemos llegado con cierto retraso.
P. Cuando en Espa?a se habla de nacionalismo suele haber un doble lenguaje. ?Ser¨¢n moderados o radicales?
L. O. El nuestro es un nacionalismo basado en la singularidad, de cuya moderaci¨®n o radicalismo no podemos hoy afirmar nada porque depender¨¢ del Gobierno central. La meta es el federalismo.
M. H. Queremos soluciones. Para entendernos, que algunas pol¨ªticas, como, por ejemplo, el apoyo del Estado espa?ol a Marruecos endetrimento de Canarias, en puertos, turismo o tomates, sean corregidas. A cambio de comprensi¨®n daremos colaboraci¨®n.
P. Para el PSOE y el PP, los nacionalistas han patrimonializado el concepto de canariedad. ?Se creen ustedes m¨¢s canarios que nadie?
L. O. Hay dos clases de canarios: los que lo disimulan a la perfecci¨®n y los que, adem¨¢s de serlo, ejercemos de tales. Unos se desinteresan de la bandera y otros la enarbolamos. No nos apoderamos de nada ajeno. Lo importante es qui¨¦n defiende mejor a Canarias.
P. ?Ese nacionalismo colaborador tiene clara su frontera? En algunos medios les llaman ya independentistas.
L. O. Eso es consecuencia de la ignorancia. Seremos un nacionalismo colaborador, pero no colaboracionista. Los ¨²nicos obligados a dar explicaciones no somos los canarios. Quienes hablan de patriotismo tienen tambi¨¦n que rendir cuentas. Los canarios no tolerar¨ªan a unos nacionalistas cruzados de brazos; ser¨ªa un germen independentista.
El Gobierno se pasa la vida obsesionado con este tema, pero no hace nada para evitarlo. Cuando los canarios vamos a depositar una corona de flores al Libertador de Canarias crujen, y cuando el Papa piensa en visitar las islas le piden que no lo haga porque viene de una gira por pa¨ªses africanos, como si el archipi¨¦lago canario, ubicado donde el Creador crey¨® conveniente, no fuese parte del territono espa?ol. Olvidan que Canarias se incorpor¨® a la Corona de Castilla antes que Granada. En los ¨²ltimos a?os, el Gobierno se ha comportado con los canarios como aquellos se?ores que ven¨ªan con casco y armadura, y en ocasiones el trato ha sido colonial. Los canarios consideramos que cuando en el evangelio se habla de que hay que poner la otra mejilla no se est¨¢ refiriendo a nosotros.
M. H. Hay un especial inter¨¦s en desvirtuar el nacionalismo canario.Todos saben que aqu¨ª el independentismo tiene unos resultados electorales escasos. Por contra, Canarias ha hecho una notable aportaci¨®n a las grandes operaciones pol¨ªticas del Estado. En el 77 y 79 contribuy¨® masivamente al partido que hizo la transici¨®n, la UCD. En el 82 apoy¨® al PSOE para el cambio. Ahora los nacionalistas hemos recibido ese respaldo. No hay riesgo de independentismo pero el punto de equilibrio ha de ponerlo el Estado.
P. Queda por saber si ustedes arraigan o quedan en un fen¨®meno pasajero. ?Ser islas, y alejadas, es garant¨ªa de nacionalismo?
M. H. Hay un hecho diferencial que nos marca: somos un archipi¨¦lago a 2.000 kil¨®metros de Madrid. Eso y seis puntos por encima de la media nacional de paro lo dicen casi todo. Tambi¨¦n otras cosas fomentan el nacionalismo; por ejemplo, que el PSOE y el PP se hayan unido aqu¨ª en contra de Coalici¨®n Canaria.
P. Estos d¨ªas ustedes han cruzado el charco y se han dado a conocer en Madrid. ?Las islas segu¨ªan sin ser descubiertas?
L. O. Lo afirmo al ciento por ciento. Por eso hemos hecho un frente informativo con los partidos y con los medios de comunicaci¨®n de la llamada capital del Reino. Poco a poco se est¨¢ restaurando ese conocimiento de Canarias y tendremos que perseverar en ello, para que se sepa que hay un art¨ªculo de la Constituci¨®n, el 138, que establece el derecho diferencial canario, y que no se cumple. Ardo en deseos de saber si alguien del Gobierno piensa acaso que hay que reformar la Constituci¨®n y quitar ese art¨ªculo.
M. H. Casi todo el mundo presume de conocer Canarias. Cuando les explicamos cu¨¢l es nuestra paradoja, que por tener que dar una imagen agradable para el visitante ocultamos nuestros cinturones de miseria, admiten su desinformaci¨®n. Todos piensan que Canarias es un para¨ªso, pero hay subterr¨¢neos bajo el jard¨ªn. El gran dilema de un pol¨ªtico canario es que a la hora. de reivindicar tiene que poner mucho tacto para no asustar al turismo, del que vivimos.
L. O. Todos esos problemas (y las jeringuillas acumuladas en solares de nuestros barrios) constituyen un ¨¢rbol con una flora variopinta; los hoteles de cinco estrellas son ¨¢rboles que no dejan ver el bosque. Sobrellevamos esa contradicci¨®n. Hemos tenido que hablar de las islas afortunadas para el turista y desafortunadas para muchos canarios. Ha llegado la hora de explicar cada cosa en su lugar.
P. ?Los poderes del Estado se ven desde Canarias con antipat¨ªa?
L. O. Con una salvedad. Nosotros estamos a mil¨ªmetros de La Zarzuela y a a?os luz de La Moncloa.
P.?A qu¨¦ se debe el revuelo levantado en las islas sobre la Ley Econ¨®mica?
M. H. Compensar a un archipi¨¦lago alejado de las condiciones de mayor coste a trav¨¦s de una ley que permita que los inversores realicen actividades econ¨®micas cualesquiera, que sus producciones sean competitivas en Europa y que creen puestos de trabajo. Esta vez enviaremos la ley al Congreso; la anterior negociaci¨®n de Gobierno a Gobierno no dio resultado.
P. ?El pacto de Estado que han pedido para Canarias ?s un juego de palabras o un SOS?
L. O. Fuimos criticados por ello, sobre todo por el PP, que nos preguntaba si quer¨ªamos un Estado independiente. Ahora vemos con alegr¨ªa que ellos han pedido a Aznar que se lo proponga a Felipe Gonz¨¢lez. Falta el PSOE para que sea una pol¨ªtica consensuada.
P. ?Crear¨¢n la polic¨ªa y la televisi¨®n por mimetismo o por necesidad?
M. H. La polic¨ªa servir¨¢ para la vigilancia de los edificios oficiales de la comunidad aut¨®noma y para colaborar en la: lucha contra la droga. Si hay alguna parte del Estado donde se justifica una televisi¨®n auton¨®mica es un archipi¨¦lago, donde estamos gastando m¨¢s del 50% del presupuesto en educaci¨®n.
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