El sentido de la investidura
LA FINALIDAD de todo proceso electoral es obtener un "mandato" de los ciudadanos a partir del cual articular un programa de direcci¨®n del Estado. La democracia no es solamente esto, pero s¨ª es "b¨¢sicamente" esto. Reconducir la manifestaci¨®n de voluntad del Estado a lo que la sociedad quiere que sea dicha manifestaci¨®n de voluntad constituye la esencia de toda democracia digna de tal nombre.La identificaci¨®n del mandato del cuerpo electoral constituye, pues, la primera tarea a la que han de aplicarse los partidos inmediatamente despu¨¦s de conocerse los resultados. De que acierten o no en dicha tarea va a depender en buena medida que la acci¨®n pol¨ªtica est¨¦ legitimada y sea por tanto eficaz o lo contrario.
A veces la operaci¨®n es muy f¨¢cil. Pero a veces no lo es, debiendo ponerse en marcha un notable esfuerzo de interpretaci¨®n, para averiguar qu¨¦ es lo que ha querido decir el electorado al votar una determinada composici¨®n del Parlamento para la pr¨®xima legislatura.
Pero sea f¨¢cil o dif¨ªcil la inc¨®gnita tiene que ser despejada. Si no es as¨ª, tendremos una pol¨ªtica "arbitrista", m¨¢s o menos "ilustrada" o "tosca", pero carente de legitimidad social que es lo ¨²nico que hace que un sistema democr¨¢tico funcione. Los ciudadanos han votado partidos con sus correspondientes l¨ªderes y programas. Y la s¨ªntesis pol¨ªtica que ha de presidir la acci¨®n de gobierno tiene que hacerse a partir de tales partidos, l¨ªderes y programas. Y tiene que ser, adem¨¢s, la s¨ªntesis "querida" por la sociedad y no otra. No hay mayor peligro para un sistema democr¨¢tico que la "tentaci¨®n elitista". Aqu¨ª es donde un pa¨ªs se la juega.
Ahora bien, ?cu¨¢l es la s¨ªntesis querida por la sociedad espa?ola el 6-J?, ?cu¨¢l es el mandato del cuerpo electoral para la pr¨®xima legislatura?
Desde un punto de vista negativo la respuesta es clara. Los ciudadanos no, quieren la continuidad del gobierno del PSOE en solitario. Despu¨¦s de tres mayor¨ªas absolutas y gobierno monocolores, una votaci¨®n como la del 6-J no puede tener otra interpretaci¨®n que la de que la sociedad espa?ola no quiere que esa f¨®rmula se repita en los pr¨®ximos a?os. En esto creo que es en casi lo ¨²nico que han coincidido todos los an¨¢lisis. El PSOE debe formar gobierno, pero no debe hacerlo en solitario. El mandato es, pues, un mandato para pactar un programa de gobierno y, si es posible, un gobierno de coalici¨®n.
Desde un punto de vista positivo, la cuesti¨®n no est¨¢ nada clara, habi¨¦ndose avanzado con m¨¢s o menos convicci¨®n las tres f¨®rmulas posibles: primera, la "gran coalici¨®n" PSOE-PP, defendida por Mar¨ªn Villa hace unos meses y propugnada tambi¨¦n indirectamente por la CEOE, al solicitar un "pacto pol¨ªtico" entre "todos" los partidos previo, al "pacto social"; segunda, el "gobierno de izquierda" con el PSOE e IU, y tercera, el "gobierno de cohesi¨®n pol¨ªtica" de Espa?a con la incorporaci¨®n de los nacionalistas vascos y catalanes a la direcci¨®n del Estado.
Es tanto lo que se ha escrito a lo largo de estas ¨²ltimas semanas sobre estas cuestiones, que estoy seguro que el lector est¨¢ suficientemente informado y no s¨®lo no necesita sino que agradecer¨¢ que no se le d¨¦ ninguna opini¨®n adicional.
Y, sin embargo, hay un punto ¨ªntimamente relacionado con ¨¦ste sobre el que no se ha escrito absolutamente nada y que es de una importancia capital para que la operaci¨®n de identificar el mandato del cuerpo electoral pueda hacerse de manera adecuada y por tanto eficaz. Me refiero a la investidura del presidente del Gobierno. La investidura no es un acto de tr¨¢mite que simplemente marca el comienzo propiamente dicho de la legislatura. La investidura es un momento capital del que depende en un porcentaje dif¨ªcilmente cuantificable, pero en todo caso no inferior al 50%, el ¨¦xito o fracaso de la legislatura. Una legislatura que empieza bien puede torcerse. Pero una legislatura que empieza mal seguro que no se endereza.
Y es as¨ª, porqu¨¦ no puede ser de otra manera. La investidura es el momento en el que el candidato a presidente expone a la C¨¢mara y al pa¨ªs cu¨¢l es el programa de gobierno que se va a poner en pr¨¢ctica a lo largo de toda la legislatura no s¨®lo en funci¨®n del apoyo que ha tenido el programa con que ha concurrido a las elecciones, sino tambi¨¦n en funci¨®n del apoyo que han tenido los programas de los dem¨¢s partidos. En la campa?a electoral el futuro presidente del Gobierno es un candidato de partido que defiende ¨²nicamente su programa con la finalidad de obtener la. mayor¨ªa m¨¢s amplia posible. Tiras la votaci¨®n hay una decisi¨®n irrevocable que condiciona la actuaci¨®n de todos los partidos y de sus l¨ªderes. Todos han de "actualizar" sus programas a la luz de la decisi¨®n del cuerpo electoral, ya que, como recordaba Herrero de Mi?¨®n en una de sus cr¨®nicas de campa?a, los ciudadanos no s¨®lo votan un determinado tipo de gobierno sino tambi¨¦n un determinado tipo de oposici¨®n.
Cuando la decisi¨®n del cuerpo electoral ha sido adem¨¢s "tan matizada" como la del 6-J, la "actualizaci¨®n" del programa de gobierno no es s¨®lo una "opci¨®n" m¨¢s o menos discrecional para el candidato a presidente, sino que es una "obligaci¨®n" de inexcusable cumplimiento, ya que el mandato de los ciudadanos no es que aplique su programa, sino que "pacte el programa" de direcci¨®n del Estado con otras fuerzas pol¨ªticas. La investidura se convierte de esta manera no en el "acto simple" en el que el candidato se presenta ante la C¨¢mara a solicitar la confianza para poner en pr¨¢ctica el programa de "su" partido, sino que pasa a ser el "acto complejo", en el que el candidato solicita la, confianza en base a un programa "nuevo", que no ha sido votado en cuanto tal por el electorado, pero que se entiende que es el que realmente han querido los ciudadanos al votar como han votado.
Este proceso de "concreci¨®n" del programa de gobierno es indispensable para que la C¨¢mara sepa qu¨¦ es lo que va a votar y para que el pa¨ªs sepa a qu¨¦ atenerse. Sin ese proceso de "clarificaci¨®n program¨¢tica" la investidura pierde todo sentido, limit¨¢ndose a ser un acto mec¨¢nico en el que cada uno recuenta los votos que tiene.
Me parece que esto es esencial y que es algo que se est¨¢ perdiendo de vista. Las fechas que se est¨¢n barajando para la investidura son incompatibles con el trabajo que hay que hacer para que ¨¦sta pueda realizarse como es debido.
Tales fechas s¨®lo podr¨ªan mantenerse si la confianza entre el PSOE y los partidos nacionalistas vasco y catal¨¢n, que parece ser la opci¨®n del previsible candidato a presidente, fuera tal que pudiera constituirse un gobierno de coalici¨®n y se dejara para m¨¢s adelante la concreci¨®n del programa detallado de gobierno.
Pero como no es ¨¦se el caso y es, adem¨¢s, l¨®gico que as¨ª sea ya que se trata de una operaci¨®n "hist¨®rica" de -un calado extraordinario, hay que pactar previamente el programa, levantar acta de acuerdos y desacuerdos e intentar llegar a una s¨ªntesis. ¨²nicamente llegados a este punto se podr¨¢ saber si hay adem¨¢s o no gobierno de coalici¨®n y se podr¨¢ solicitar la confianza de la C¨¢mara.
Afortunadamente esta soluci¨®n "cabe" dentro de la Constituci¨®n. Nada hay en el art¨ªculo 99 de la Constituci¨®n espa?ola que impida al candidato a presidente del Gobierno informar al Rey de que s¨®lo solicitar¨¢ la confianza de la C¨¢mara cuando pueda dar cumplimiento a lo que ¨¦l entiende que ha sido el mandato de los electores y cuando, en consecuencia, pueda formar un gobierno que est¨¦ en condiciones de hacer frente a los problemas del pa¨ªs. Hay un l¨ªmite de dos meses. Pero hay dos meses.
Obviamente, ante una informaci¨®n de este tipo, el Rey puede optar por buscar alguna otra f¨®rmula, si cree qu¨¦ existe, y, proponer otro candidato. Pero con la composici¨®n del Congreso de los Diputados es una hip¨®tesis puramente te¨®rica.
Con los resultados del 64 el PSOE tiene que formar gobierno, pero tiene que formarlo con un programa pactado en todo caso y con un gobierno de coalici¨®n si es posible. Esta parece ser la ¨²nica forma de dar cumplimiento a la voluntad del cuerpo electoral. Para ello hace falta tiempo. Tiempo del que constitucionalmente se dispone. No es necesario que la respuesta sea inmediata, sino que debe darse tras un periodo de reflexi¨®n y de negociaci¨®n. Creo que el no haber entendido cu¨¢l es el marco constitucional de que se dispone, ha crispado el ambiente de manera innecesaria, como la intervenci¨®n de Jordi Pujol tras su segunda entrevista con Felipe Gonz¨¢lez puso de manifiesto.
Ahora mismo, no es el momento de presentarse ante la C¨¢mara para solicitar la confianza de ¨¦sta. Es el momento de pactar con sosiego con los nacionalistas vascos y catalanes un programa de gobierno para los pr¨®ximos cuatro a?os. Si hay acuerdo, despu¨¦s se ver¨¢ si hay adem¨¢s gobierno de coalici¨®n o no. Si no hay acuerdo, habr¨¢ que explicarle al pa¨ªs por qu¨¦ no lo ha habido. Pero las posibilidades de llegar a un acuerdo program¨¢tico hay que apurarlas hasta el l¨ªmite. Hasta que no se llegue a ese momento no se podr¨¢ decidir de manera solvente qu¨¦ es lo m¨¢s conveniente para la gobernaci¨®n del pa¨ªs: si un gobierno monocolor del PSOE o la disoluci¨®n de las C¨¢maras.
Javier P¨¦rez Royo es catedr¨¢tico de Derecho Constitucional de la universidad de Sevilla.
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