Balladur dice adi¨®s a sus cien d¨ªas de vino y rosas
La incapacidad para luchar contra el paro comienza a minar la popularidad del primer ministro franc¨¦s
Las encuestas son un¨¢nimes: el gaullista Edouard Balladur, tras cien d¨ªas al frente del Gobierno franc¨¦s, es m¨¢s popular que su patr¨®n, Jacques Chirac. Balladur ha conseguido ese resultado por la confianza psicol¨®gica que transmite. Pero el primer ministro sabe que los d¨ªas de vino y rosas van quedando atr¨¢s. Las encuestas tambi¨¦n registran un paulatino descenso en la confianza que inspira; los socialistas comienzan a recuperar combatividad y aparecen las primeras fisuras en la mayor¨ªa de centro derecha. La palabra clave es paro.Pol¨ªticos, periodistas y analistas se dividen en dos campos a la hora de hablar de Balladur. Unos piensan que, salvo que cometa errores monumentales, llegar¨¢ a la cita decisiva de la elecci¨®n presidencial de 1995 habiendo conservado buena parte de su capital pol¨ªtico. Entonces, dicen algunos, Balladur quiz¨¢ sienta la tentaci¨®n de presentar su candidatura a la jefatura del Estado. Otros insisten en su lealtad y profetizan que pondr¨¢ su popularidad al servicio de la ambici¨®n presidencial de Jacques Chirac.
La segunda visi¨®n es la pesimista. Edouard Balladur no podr¨¢ dar satisfacci¨®n a los franceses en su principal demanda: la lucha contra el paro. Se lo impedir¨¢n la crisis econ¨®mica internacional y su propia obsesi¨®n por mantener el rigor monetario y presupuestario. A partir del pr¨®ximo oto?o comenzar¨¢n las protestas populares. El primer ministro perder¨¢, puntos en las encuestas.
Lo curioso es que Balladur no oculta su temor a esta segunda posibilidad. ?l vivi¨® la revuelta de Mayo del 68 a la vera de su maestro pol¨ªtico, Georges Pompidou, y sabe que los franceses pueden ser imprevisibles en sus explosiones de c¨®lera. Con frecuencia lo repite a sus ministros.
Uno de los grandes amores que Balladur tiene en la clase pol¨ªtica es el presidente socialista, Fran?ois Mitterrand. Los dos hombres sostienen una relaci¨®n que comenz¨® siendo meramente cort¨¦s y se ha transformado en un verdadero aprecio mutuo. Mitterrand repite que prefiere ver en 1995 en el El¨ªseo a Balladur antes que a Chirac o al socialista Michel Rocard.
Los centristas son el principal apoyo del primer ministro en la mayor¨ªa surgida de las legislativas de marzo. Balladur les da la raz¨®n, aunque sea a costa de sus correligionarios gaullistas. El primer ministro cultiva la imagen de hombre situado en el fiel exacto de la balanza.
Nueva prueba de lo resbaladizo de la situaci¨®n francesa es el hecho de que sea un gaullista, Charles Pasqua, el miembro del Gobierno m¨¢s decidido a aplicar el programa electoral de la coalici¨®n de centro derecha. Pasqua no ha cesado de adoptar medidas administrativas o legislativas tendentes a cerrar las puertas de Francia a nuevos inmigrantes y, seg¨²n clama con fuerza la izquierda, a "hacer la vida imposible a los extranjeros ya instalados en el pa¨ªs".
Salvo en el caso del "exceso" denunciado por los ministros centristas en el proyecto de ley sobre control de la inmigraci¨®n, Balladur ha aprobado el trabajo de Pasqua. Es consciente de que esa "agitaci¨®n simb¨®lica", seg¨²n la expresi¨®n de Rocard, satisface a su electorado m¨¢s derechista.
Al electorado de centro derecha le produce, en cambio, perplejidad la pol¨ªtica econ¨®mica y social de Balladur. Ese electorado no tiene nada que decir de las privatizaciones de las principales empresas p¨²blicas que comenzar¨¢n a materializarse tras el verano. En ese terreno s¨®lo la izquierda opone resistencia.
Lo que inquieta de veras en la pol¨ªtica del primer ministro es que no parece coger por los cuernos el toro del paro. El desempleo no ha cesado de crecer en los cien d¨ªas de Balladur. Los empresarios no escuchan sus llamadas para que no despidan con tanta ligereza. Dudan de la eficacia real en materia de empleo de la pol¨ªtica practicada por el primer ministro.
Lo cierto es que Balladur lleg¨® a Matignon mucho m¨¢s preocupado por la reducci¨®n de los d¨¦ficit p¨²blicos que por la creaci¨®n de puestos de trabajo. Su primer programa econ¨®mico, que contradec¨ªa las propuestas del centro derecha de no subir los impuestos, se centr¨® en el saneamiento de las finanzas p¨²blicas. Apenas unas semanas despu¨¦s, Balladur quiso corregir el tiro y lanz¨® al mercado un pr¨¦stamo destinado a recaudar dinero para combatir el desempleo.
Pero los expertos no creen que el pr¨¦stamo vaya a cambiar de modo significativo la tendencia a la destrucci¨®n de empleos. Como tampoco han tenido hasta ahora ning¨²n efecto significativo las continuas bajas de intereses de los cien d¨ªas de Balladur, algo que el primer ministro ha podido permitirse porque los socialistas le dejaron un franco fuerte y una inflaci¨®n m¨ªnima.
Cr¨ªticas del centro derecha
El mes pasado empezaron a alzarse voces cr¨ªticas, y no de poca importancia, en el seno del centro derecha. Comenz¨® el gaullista Philippe S¨¦guin, presidente de la Asamblea Nacional. S¨¦guin acus¨® a Balladur de practicar la pol¨ªtica monetarista y pro-Maastricht de los socialistas. La lucha contra el paro, dijo, debe ser el objetivo principal y para ello hay que sacar el franco del Sistema Monetario Europeo, realizar una "devaluaci¨®n competitiva", reforzar la acci¨®n estatal en de trimento del liberalismo y adoptar un cierto proteccionismo comercial. Le sigui¨® Raymond Barre. Pese a su c¨¦lebre rigor eco n¨®mico, el ex primer ministro se declar¨® favorable a "una aligera ci¨®n de la pol¨ªtica monetaria y presupuestaria". Para Barre, el paro es tambi¨¦n el "enemigo n¨² mero uno". Los que le conocen bien afirman que Balladur es un "pragm¨¢tico" y que adoptar¨¢ medidas "m¨¢s audaces" para reactivar la econom¨ªa. Es lo que esperan de ¨¦l sus compatriotas. Como los norteamericanos, los franceses no est¨¢n ahora por los dramas internacionales. De ah¨ª que muy pocos hayan protestado por el hecho de que, en contra de lo anunciado, Balladur haya practicado en Bosnia la misma pol¨ªtica de no injerencia que los socialistas.
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