Delincuentes
El 4 de enero de 1954, Elvis graba en Memphis sus dos primeras canciones. Comenzaba el rock and roll. Casi cuarenta a?os despu¨¦s, los hijos de los hijos de Hiroshima y de Duke Ellington siguen disfrutando con el talento, la sensibilidad o la energ¨ªa de quienes, desde entonces, recorren el camino que descubri¨® aquel pat¨¢n de 19 a?os. De Tennessee al resto del mundo. Un trayecto irregular, sinuoso, con espl¨¦ndidas sorpresas, hallazgos espectaculares y depresiones profundas: real como la vida misma.La primera de las tres jornadas de El concierto de los mil a?os es un peque?o resumen de esas casi cuatro d¨¦cadas de carretera y sentimientos. Primero fue Chris lsaak, un joven residente en San Francisco. Desde su imagen de pulcro rockabilly a sus cadenciosos movimientos, caderazos y tup¨¦, Isaak rinde un permanente homenaje a sus mayores. Si en un principio fue la rebeld¨ªa, en la madurez los reci¨¦n llegados cumplen el ritual de la pleites¨ªa a sus maestros.
Georges Benson nos mostr¨® otra de las caras del negocio de la m¨²sica. Elegante como s¨®lo los negros son capaces de intuir, muestra una t¨¦cnica forjada en mil batallas y un estilo suave y c¨¢lido. Benson es la sofisticaci¨®n considerada como una de las bellas artes. Si a ello se a?ade un crep¨²sculo que firmar¨ªa el propio Caspar David Friedrich, el resultado es una espl¨¦ndida sorpresa.
La magdalena de Proust
Con Neil Young lleg¨® la magdalena de Proust, aquel tipo que comi¨® una galleta y se puso a escribir como un loco, en palabras de Barry Giford. Es uno de los grandes supervivientes. Canadiense, epil¨¦ptico, depresivo y siempre flexible, Young ha participado en todos los movimientos y estilos que dejaron huella: desde los ¨²ltimos coletazos psicod¨¦licos al punk. Su aspecto desali?ado no le impidi¨® hacer vibrar a cerca de 30.000 personas con una balada en la que la guitarra ac¨²stica, la arm¨®nica y la voz conformaron una trilog¨ªa irrepetible. La noche alcanz¨® con ¨¦l esos extra?os momentos en los que surge la magia. Es probable que Young no supiera en d¨®nde estaba (vino, toc¨® y se fue sin pausa). Pese a todo, el canadiense y su gente llegaron al coraz¨®n de todos, sin duda uno de los pocos sitios a los que merece la pena llegar.
Sting cerr¨® la noche. El as de Quadrophenia, el malvado de Dune, el rubio de oro es un profesional y se comporta como tal: s¨®lido y arrogante.
Quien, pese a todo, piense que el rock es s¨®lo la furia o el ruido de unos quincea?eros, o de quienes se resisten a dejar de serlo, pod¨ªa descubrir de la mano de Sting la lucidez y sabidur¨ªa que rezuma su autodefinici¨®n: "Yo he sido profesor y creo que no hay ninguna diferencia entre dar clases y estar encima de un escenario. En ambos casos se trata de entretener a delincuentes en potencia".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.