El 'Concierto de los mil a?os' fue como un curso de verano de rock en vivo
La vena art¨ªstica de Neil Young, Dylan y Wilson Pickett destac¨® en el festival gallego
Se acab¨®. Fueron 3 d¨ªas, 20 horas de m¨²sica, 13 artistas del rock de todos los tiempos, 80.000 personas, m¨¢s de 200 millones de pesetas de presupuesto para los m¨²sicos, un mill¨®n de vatios de luz, 200.000 de sonido... Cifras macroecon¨®micas para concretar num¨¦ricamente la magnitud del Concierto de los mil a?os, que, ante todo, fue una lecci¨®n de la historia musical de la segunda mitad del siglo XX: el rock and roll La decepci¨®n de la ¨²ltima jornada, protagonizada por Jerry Lee Lewis y Chuck Berry, dos pioneros del g¨¦nero, no hizo olvidar las actuaciones de Neil Young, Bob Dylan y Wilson Pickett, entre otros, que proporcionaron al festival altura art¨ªstica, seriedad y emoci¨®n.
La imagen de los tres d¨ªas del Concierto de los Mil A?os, organ¨ªzad0 por Xacobeo 93 y clausurado el pasado s¨¢bado en el estad?o Riazor de La Coru?a, fue la de un Neil Young inclinado sobre un desvencijado piano vertical, cantando Helpless mientras el sudor le ca¨ªa a chorros. Para ampliar el recuerdo, las c¨¢maras de v¨ªdeo proyectaron por circuito interno a dos grandes pantallas a los lados del escenario el momento m¨¢s intenso y emotivo del festival. Despu¨¦s de veinte horas de m¨²sica, casi todos estaban de acuerdo: la actuaci¨®n de Young justific¨® por si sola el marat¨®n de los tres d¨ªas.Esta a?oranza de lo que hab¨ªa pasado el jueves en la jornada inaugural se produc¨ªa 48 horas m¨¢s tarde cuando Jerry Lee Lewis y Chuck Berry, dos dinosaurios resabiados, decepcionaron a los ilusionados -eran la mayor¨ªa- por ver en acci¨®n a dos de las m¨¢ximas leyendas del rock and roll. Su manera de rentabilizar la historia -su historia- fue eminentemente taca?a, indigna de quienes lo representaron todo en los 50 y pasean su sombra en los 90.
Bob Dylan tampoco es un prodigio de generosidad pero en La Coru?a no decepcion¨® a quien quiso acercarse, aunque fuese solo un instante. Su versi¨®n de Just l?ke a woman estuvo ba?ada por ese dramatismo que solo tienen los grandes cuando intentan permanecer vivos a trav¨¦s de la autodestrucci¨®n art¨ªstica, rompiendo sus canciones en mil pedazos hasta hacerlas irreconocibles y recre¨¢ndose con seriedad y rigor.
Pero el festival tuvo m¨¢s momentos. John Mayall aguantando el Room to move bajo la tormenta, Wilson Pickett negando el paso del tiempo por su voz, los Kinks mostrando que seriedad y frescura no son ant¨®nimos, Bo Diddley oponiendo su profesionalidad a la dejadez de sus dos compa?eros de generaci¨®n. Y Eric Burdon, Robert Plant, Sting, Chris Isaak y George Benson tambi¨¦n contribuyeron a la solidez del espect¨¢culo apuntalando un festival que no fue -y ese era el riesgo- una sucesi¨®n de bolos en los que cl¨¢sicos del rock se ganan unos cuantos millones -en el mejor de los casos, Sting, hasta 24- limit¨¢ndose a cubrir el expediente. Berry y Lewis fueron las excepciones pero no lograron amargar la fiesta ni el balance. Se lo impidi¨® el p¨²blico.
Cultura musical
Las aproximadamente 80.000 personas que casi llenaron el estadio de Riazor durante los tres d¨ªas de conciertos, ten¨ªan en su mayor¨ªa entre 16 y 25 a?os. En su actitud se apreci¨® ese renovado inter¨¦s que apuntan los m¨¢s j¨®venes por conocer una parte de la cultura musical de nuestros d¨ªas, acerc¨¢ndose a los int¨¦rpretes que la han creado, muchos todav¨ªa en activo y en buena forma. As¨ª, el p¨²blico gallego a cubierto una laguna que, aunque haya sido un oasis, no fue un espejismo.Con los cl¨¢sicos al alcance de la mano, en un curso intensivo de verano a seis mil pesetas el abono, el p¨²blico pudo ejercer, y lo hizo, el noble deporte de desmitificar y poner a cada m¨²sico en su sitio. A los perga minos en el museo y a los vivos en la memoria de la calle.
Babelia
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