La crisis de la BBC lleva a la cadena a plantearse programas m¨¢s competitivos
British Broadcasting Corporation (BBC), la compa?¨ªa de iradio y televisi¨®n m¨¢s c¨¦lebre del mundo, se hunde cada vez m¨¢s en una crisis de consecuencias incalculables. La direcci¨®n de la BBC fue acusada esta semana de imponer un "r¨¦gimen basado en el terror" por el corresponsal m¨¢s veterano de la compa?¨ªa; la respuesta del m¨¢ximo ejecutivo, John Birt, fue que hac¨ªa falta "una revoluci¨®n" para salvar la BBC y que los programas de sus cadenas deb¨ªan ser "menos elitistas". mientras tanto, la audiencia cae en picado.
El especial¨ªsimo rango de que ha disfrutado siempre la BBC, una televisi¨®n p¨²blica sin anuncios y financiada con un impuesto sobre la tenencia de televisor, es cada vez m¨¢s discutido. Tras la d¨¦cada thatcherista de populismo y privatizaciones, la BBC es identificada con el viejo orden por gran parte del p¨²blico brit¨¢nico. Los imperios privados de comunicaci¨®n, muy especialmente el. de Rupert Murdoch (Sky TV, The Times, The Sun, etc¨¦tera), lanzan feroces campa?as contra los privilegios de la radiotelevisi¨®n p¨²blica.El vigente estatuto de la BBC expira en 1996, y conforme se acerca ese a?o crece el nerviosismo en la corporaci¨®n. El Gobierno de John Major parece favorable a la renovaci¨®n del estatuto, pero los partidarios de la privatizaci¨®n de la BBC (supresi¨®n del impuesto y financiaci¨®n por v¨ªa publicitaria) son m¨¢s cada a?o.
John Birt, director general de la BBC desde principios de a?o, ha impuesto un plan de modernizaci¨®n acelerada, basado en un fuerte recorte de los gastos y en la ampliaci¨®n de la audiencia. Seg¨²n Birt y su mano derecha, el jefe de programas Alan Yentob, los contenidos de la BBC son "demasiado elitistas" y descuidan a los segmentos m¨¢s bajos de la poblaci¨®n.
Pero el plan de Birt no ha sido bien acogido por los empleados de la casa. Mark Tully, corresponsal en la India y el m¨¢s veterano entre los periodistas de la BBC, asumi¨® esta semana el papel de portavoz de la plantilla para lanzar un ataque frontal contra lo que llam¨® "birtisino": concentraci¨®n de poder en la c¨²pula, culto a la personalidad, falta de libertad creativa y recorte de gastos en programas, mientras se derrocha en la contrataci¨®n de contables y auditores.
Birt respondi¨® con dureza. Seg¨²n el director general, Tully era "un viejo soldado de la BBC, dispar¨¢ndonos con su mosquet¨®n, contando historias nost¨¢lgicas sobre la ¨¦poca dorada en que nadie se preocupaba por la gesti¨®n y todo era creatividad y romance". Birt a?adi¨® que sus reformas hab¨ªan supuesto ya un ahorro de 100 millones de libras (unos 19.000 millones de pesetas) dentro de un presupuesto global que supera los 100.000 millones anuales, y que la producci¨®n de programas hab¨ªa aumentado un 5%. La plantilla, adem¨¢s, se hab¨ªa reducido un 14% en los ¨²ltimos a?os, hasta 27.000 emplea dos, gracias a la subcontrataci¨®n de servicios externos.
D¨ªas de gloria
El mensaje impl¨ªcito en las palabras de John Birt fue que si la Monarqu¨ªa, el Ej¨¦rcito y otras instituciones brit¨¢nicas ten¨ªan que adaptarse al empobrecimiento y la p¨¦rdida de influencia internacional del Reino Unido, la BBC no pod¨ªa ser una excepci¨®n. Los d¨ªas de gloria hab¨ªan terminado.Alan Yentob, el jefe de programas, agreg¨® que la BBC deb¨ªa adaptarse a un mercado competitivo. El florecimiento de nuevas cadenas de televisi¨®n por sat¨¦lite y cable y de las emisoras de radio comercial fragmentaban la audiencia y estaban acabando con la supremac¨ªa de la radiotelevisi¨®n p¨²blica. De hecho, la BBC hab¨ªa perdido ya la batalla con sus competidores m¨¢s directos, las televisiones regionales integradas en ITV: la BBC ten¨ªa una audiencia del 28,9%, frente al 41,4% de ITV.
La cuesti¨®n que plantean el corresponsal Mark Tully. miles de empleados de la BBC y un sector del p¨²blico es la siguiente: si la BBC abandona su presunto elitismo y se convierte en una radiotelevisi¨®n id¨¦ntica a las comerciales, ?por qu¨¦ debe seguir financi¨¢ndose con un impuesto obligatorio? El impuesto se justificaba hasta ahora por la excepcionalidad de la BBC: un medio de comunicaci¨®n sin publicidad, selecto, capaz de producir buenos informativos, buenos espacios dram¨¢ticos y excelentes series de humor. La programaci¨®n tiende ahora, por el contrario, a los concursos y las reposiciones. Lo mismo que las cadenas privadas, que le salen gratis al contribuyente.
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