El ¨²Itimo ataque de Fignon
El doble ganador del Tour se despidi¨® de la ronda francesa con una ¨¢cida cr¨ªtica al ciclismo actual
VICENTE JIM?NEZ, Lorenzo se va. En una rampa de Isola plant¨® el pie y dio media vuelta. Mala noticia para el ciclismo. Con Fignon se apaga uno de los ¨²ltimos contestatarios. Sin ¨¦l, s¨®lo Chiappucci posee cuajo para avergonzar a los cortesanos de Indur¨¢in, aqu¨¦llos que han encontrado en la rueda del navarro no un motivo de rebeli¨®n, sino un camino provechoso para victorias menores. Con Bugno rastreando los trozos de su cerebro, Breukink dando brillo a su bici ¨²ltimo modelo, Z¨¹lle en el parvulario, Chiappucci en la cola y Fignon en el asilo, el podio de Par¨ªs va camino de ser una cofrad¨ªa de amigos, no de enemigos.
Fignon rechaza el esp¨ªritu cooperativista de Rominger, la diaria genuflexi¨®n de Mej¨ªa y la sonrisilla pedig¨¹e?a de Jaskula. Lorenzo se va, pero antes de cerrar la puerta lanz¨® su ¨²ltimo ataque contra el ciclismo actual. "No pienso llorar. Me voy sin rencor. No puede dolerme dejar un deporte en plena mutaci¨®n y sin vida. Los corredores de hoy son profesionales hasta la exageraci¨®n. Las carreras han cambiado: nadie habla, nadie r¨ªe, no hay tiempo de coger la bolsa de la comida. Ya no se puede ni mear", coment¨® malhumorado Fignon, de 33 a?os, a la prensa. Fignon hab¨ªa claudicado tres veces despu¨¦s de su victorioso estreno en 1983. Ninguna como ¨¦sta. "Por la ma?ana me sent¨ªa los m¨²sculos muy duros. En el Izoard cre¨ª que ten¨ªa dos alambres en lugar de piernas. Tard¨¦ dos horas en subir ese maldito puerto de la Bonette. Al pie de Isola me di cuenta de que iba a llegar con m¨¢s de 50 minutos de retraso. ?Para qu¨¦ seguir? Todo hab¨ªa terminado".
Lorenzo, cari?oso apelativo con el que los periodistas espa?oles bautizaron en su d¨ªa a Fignon, deja al Tour hu¨¦rfano de peculiaridades. Lejos quedan ya los d¨ªas en que sal¨ªa a calentar por las carreteras francesas con sus mujer detr¨¢s, cabellera al viento, al volante de un Ferrari. El noveno hombre en la historia de la carrera capaz de ganar en su deb¨² defendi¨® siempre la opci¨®n m¨¢s emocionante de este deporte: con el rival no se pacta, se pelea, y el ¨²nico apret¨®n de manos hay que darlo en el podio. S¨®lo la grandeza que encierra esta postura permiti¨® a Fignon no ser degollado en lugar p¨²blico por los muchos aficionados, periodistas o directores deportivos a los que despreci¨®, insult¨® o escupi¨®.
Fignon se ha definido en este Tour m¨¢s como espectador que como actor: "Los tiempos de las grandes ambiciones han pasado para m¨ª". Desde ese palco privilegiado ha contemplado el hundimiento de Bugno, el pataleo de Chiappucci, la resurrecci¨®n de Rominger y el esp¨ªritu parasitario de Mej¨ªa. Y ha extra¨ªdo conclusiones. "Me ha impresionado la falta de personalidad de los corredores. Yo no ten¨ªa miedo de enfrentarme a Cirylle Guimard [el director deportivo con el que gan¨® dos veces el Tour] cuando no estaba de acuerdo con ¨¦l. Normalmente era yo el que ced¨ªa, pero al menos discut¨ªa. Hoy en d¨ªa los corredores s¨®lo saben asentir. Y lo m¨¢s grave es que no les importa lo que hacen".
En su opini¨®n, el 80% de los directivos deportivos son unos incompetentes. Tambi¨¦n ellos. tienen la culpa del cambio cualitativo sufrido por el ciclismo: "Nosotros eramos orgullosos. Atac¨¢bamos en todos los terrenos. Indur¨¢in se limita a ir a su ritmo, sin correr riesgos. Nosotros ten¨ªamos otra mentalidad". La cr¨ªtica de Fignon no va dirigida al campe¨®n navarro: "Posee una clase incomparable. Despu¨¦s de todo, si su forma de correr le permite ganar el Tour, no es posible criticarle. El problema est¨¢ en los dem¨¢s, en esos hombres incapaces de atacar porque saben que, sin hacerlo, tendr¨¢n un premio seguro. No hay ning¨²n corredor de la presente generaci¨®n que me plazca. Con ellos, Indur¨¢in puede dormir a pierna suelta. Ninguna osar¨¢ inquietarle".
El abandono de Fignon, ¨²nico ganador del Tour de los 39 corredores franceses que iniciaron la carrera en Puy du Fou, confirm¨® el mal momento que sufre el ciclismo de este pa¨ªs. Sin ¨¦l, la afici¨®n local s¨®lo pod¨ªa disfrutar de otro hombre carism¨¢tico: Gilbert Duclos-Lassalle, de 39 a?os. Fugaz elecci¨®n: el veterano legionario plant¨® el pie el mismo d¨ªa que Fignon. Fue una escena cargado de significados: viejos guerreros bajaban de la bicicleta en el escenario dise?ado por j¨®venes aventureros demasiado respetuoso con la jerarqu¨ªa impuesta por Indur¨¢in. "Indur¨¢in tiene un punto d¨¦bil, seguro, pero nadie parece capaz de buscarlo".
Sobre su retirada y la ausencia de l¨ªderes capaces de sustituirle, Fignon se mostr¨® pesimista. Seg¨²n ¨¦l, al margen de males conocidos como la falta de patrocinadores, la m¨ªnima planificaci¨®n federativa y la escasa capacidad de hombres que apuntaban alto, como Bernard, Mottet o Leblanc, el principal mal es la falta de sustancia base: "No s¨¦ mucho de la crisis del ciclismo franc¨¦s, pero hay algo que es evidente: hace un tiempo hab¨ªa cada a?o 25 chavales que daban el salto a profesionales. Ahora apenas hay cuatro o cinco". El peor educado de los campeones ciclistas dejar¨¢ la competici temporada. Asegura que no tiene intenci¨®n de acabar c¨®n profesional cuando concluya laomo director deportivo. No podr¨ªa, dice, tener la paciencia necesaria para trabajar con j¨®venes sin m¨¢s ambici¨®n que doblar el lomo al paso de Indur¨¢in.
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