Revocada la sentencia que condenaba a 4 m¨¦dicos a la c¨¢rcel por contagio de sida
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La Audiencia de Barcelona ha revocado una de las sentencias, m¨¢s duras emitidas en Espa?a por contagio de sida. Cuatro m¨¦dicos del hospital del Valle Hebr¨®n hab¨ªan sido condenados por un juzgado de Barcelona a penas de prisi¨®n por realizar una transfusi¨®n de sangre infectada, en 1986, a una paciente, cuando todav¨ªa no eran obligatorias las pruebas para descubrir el virus. La paciente falleci¨® cinco a?os despu¨¦s. La Audiencia ha absuelto a los facultativos al sostener que cumplieron la norma vigente.
La sentencia de la Audiencia, que desestima todos los razonamientos expuestos por el juzgado de lo penal n¨²mero seis de Barcelona, libera tambi¨¦n al Instituto Catal¨¢n de la Salud, dependiente de la Generalitat, a pagar 70 millones de pesetas a los familiares de Apolonia Pasamontes, la paciente infectada en 1986 y que falleci¨® en 1991. El tribunal sugiere a los querellantes que recurran a un juzgado de lo social para reclamar esa indemnizaci¨®n.Apolonia Pasamontes, de 40 a?os, ingres¨® el 12 de mayo de 1986 en el hospital del Valle de Hebr¨®n de Barcelona afectada de menorragias para ser sometida a unaoperaci¨®n. La intervenci¨®n quir¨²rgica se realiz¨® dos d¨ªas despu¨¦s y requiri¨® dos transfusiones de sangre, que le supusieron el contagio del sida, con una invalidez permanente absoluta y un estado depresivo hasta su fallecimiento.
Por esas fechas, ni el Departamento de Sanidad de la Generalitat ni el Ministerio de Sanidad obligaban a los facultativos a descubrir la presencia del virus anti VIH en las donaciones. Los centros sanitarios se reg¨ªan entonces por una normativa, de 1985, que obligaba a excluir a los donantes clasificados como grupos de riesgo y s¨®lo prescrib¨ªa pruebas para detectar la s¨ªfilis y la hepatitis v¨ªrica.
?rden de la Generalitat
El Departamento de Sanidad de la Generalitat dict¨® una orden el 10 de octubre de 1986 -cinco meses despu¨¦s de que Apolonia se infectara- que ordenaba analizar la sangre mediante reactores para detectar el virus del sida. El Ministerio de Sanidad difundi¨® otra similar en 1987. Apolonia Pasairnontes falleci¨® en agosto de 1991.Los familiares de la v¨ªctima se querellaron contra los siguientes facultativos: Jordi Bardina, director m¨¦dico de Valle Hebr¨®n; Jos¨¦ Triginer, responsable del servicio de hematolog¨ªa; a su adjunto, Jos¨¦ Piqueras, y a Jos¨¦ Manuel Hern¨¢ndez, jefe de la secci¨®n del Banco de Sangre.
La sentencia condenaba a Jordi Bardina y Jos¨¦ Triginer a dos a?os de prisi¨®n para cada uno de ellos por un delito de imprudencia temeraria. En el caso de los otros dos acusados, la pena se reduc¨ªa a un a?o.
El fallo, que iba m¨¢s all¨¢ de la pena de meses de c¨¢rcel pedida por la acusaci¨®n particular, reprochaba a los m¨¦dicos haberse comportado como funcionarios, acatando una norma administrativa, prescindiendo de su conciencia m¨¦dica: "Subordinaron su deber profesional a su car¨¢cter de funcionario cuando entonces ya exist¨ªa una concienciaci¨®n sobre el sida no solo en la comunidad cient¨ªfica sino tambi¨¦n en el plano social".
El fiscal, que nunca acus¨® a los acusados, recurri¨® la sentencia. El fall¨® caus¨® una honda preocupaci¨®n y desconcierto entre la clase m¨¦dica: las penas eran m¨¢s duras que las impuestas por el Tribunal Supremo contra el hospital de Bellvitge, de Barcelona, cuando ya era obligatoria la prueba para detectar el virus. La condena fue entonces de tres meses de arresto.
Falta de tecnolog¨ªa
La Audiencia de Barcelona sostiene en su sentencia dictada ayer que en 1986 no estaban determinados entre la ciencia m¨¦dica las v¨ªas de transmisi¨®n. "El avance del conocimiento del sida fue lento, a¨²n hoy inexistente y eficaz en su curaci¨®n y no se puede imputar a los acusados actitud temeraria, negligente ni tan siquiera culposa en su actuaci¨®n", prosigue el fallo, que remacha: "No pod¨ªan hacer m¨¢s [los m¨¦dicos] de lo que hicieron". Los magistrados a?aden que el hospital ni siquiera estaba entonces dotado de la suficiente tecnolog¨ªa en sus laboratorios para descubrir l virus.La esencia de la imprudencia temeraria se basa, recuerda el tribunal, en el olvido de las normas elementales de la precauci¨®n. Y en este caso, los m¨¦dicos, razona la Audiencia Provincial de Barcelona, cumplieron escrupulosamente con la norma entonces en vigor.
La actual sentencia de la Audiencia de Barcelona no esconde que la clase m¨¦dica deb¨ªa conocer ya en 1986 la posibilidad de la transmisi¨®n del virus de inmunodeficienica adquirida (VIH) por v¨ªa sangu¨ªnea, pero al tiempo a?ade que los responsables sanitarios deb¨ªan considerar suficientes las pruebas entonces exigidas: exclusi¨®n de personas clasificadas en grupos de riesgo y de quienes presentasen s¨ªntomas de sida.
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