Se?oras y se?ores
Se?oras y se?ores: la ministra de Asuntos Sociales ha enarbolado el hacha de la guerra de los sexos poniendo sobre el campo de Marte un tema capital de nuestro tiempo: por qu¨¦ a la mujer soltera se le llama se?orita y no se le llama se?orito al hombre soltero. Grave asunto.Podr¨ªa preguntarse tambi¨¦n, a sensu contrario, por qu¨¦ cuando llaman se?orita a una mujer se hace alusi¨®n a su solter¨ªa -que, en realidad, ning¨²n mal comporta ni a nadie ofende-, mientras si llaman se?orito a un hombre le est¨¢n dando t¨ªtulo de imb¨¦cil, o quiz¨¢ de hijo de Satan¨¢s, en otras lenguas denominado se?or de horca y cuchillo.
Al idioma se le acusa de machista, mas no parece que se encuentre en ese caso el t¨¦rmino se?orita. En realidad vino a sustituir con delicadeza otras voces que con el paso del tiempo adquirieron connotaciones peyorativas; por ejemplo, moza, que ya s¨®lo se emplea en sus acepciones de rusticidad y lozan¨ªa, o manceba, que sobreentiende concubinato, asimismo llamado l¨ªo, apano o estar abrochao. Existen, sin embargo, palabras un¨ªvocas que, siendo de culto origen, limpio significado y arrobadora eufon¨ªa, decayeron inexplicablemente, como c¨¦libe. Y podr¨ªanse restituir al acervo popular, con un poco de buena voluntad. Claro que allegando el oportuno toque feminista, pues la mujer moderna y reivindicativa jam¨¢s querr¨ªa ser llamada c¨¦libe, sino c¨¦liba; igual que tampoco quiso ser ministro, sino ministra; ni juez, sino jueza; ni nada que no acabe en a.
Y para completar en el castellano de uso la radical diferenciaci¨®n de los sexos, todo cuanto se refiera al hombre deber¨ªa terminar en o. Valga ministro de cumplida muestra; pero, adem¨¢s, no c¨¦libe, sino c¨¦libo; no periodista, sino periodisto; no juez, sino juezo. Todo lo cual sugiere un servidor sin ¨¢nimo de pol¨¦mica ni ganas de ofender, se?oras y se?oros.
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