?Por que voy a Sarajevo?
Me obliga a dar ese paso un indescriptible sentimiento de incapacidad y desesperanza,. S¨¦ que mi gesto, una especie de grito de desesperaci¨®n, no tendr¨¢ el menor valor pr¨¢ctico. Pero creo a¨²n menos en la eficacia del silencio nacido tambi¨¦n de la desesperaci¨®n. Recientemente hemos publicado en nuestro diario tres mon¨®logos: de un serbio, de un croata y de un musulm¨¢n, de los representantes de los tres pueblos que parecen odiarse a muerte. Son tres v¨ªctimas de una guerra absurda que tratan de justificar, de encontrar una explicaci¨®n para lo que no tiene justificaci¨®n ni explicaci¨®n alguna. ?Qu¨¦ sentido tiene la cruel guerra de los Balcanes? O, mejor dicho, ?cu¨¢les son los absurdos que se han impuesto en esa regi¨®n?La primera de las absurdas causas son las convulsiones del r¨¦gimen comunista que agoniza en Serbia. All¨ª la doctrina del internacionalismo ha sido sustituida por la ideolog¨ªa de la gran Serbia y de la creaci¨®n de un Estado ¨¦tnicamente puro. La consecuencia de esa ideolog¨ªa la vemos a diario en los asesinatos que se repiten una y otra vez, y en el r¨ªo de sangre que corre por la antigua Yugoslavia.
La segunda causa radica en que la ideolog¨ªa nacionalista es tan contagiosa como la peste. Encuentra f¨¢cilmente a agentes que portan sin escr¨²pulos el mort¨ªfero virus. Fue as¨ª como apareci¨® la consigna de "Croacia para los croatas", seguida de nuevas limpiezas ¨¦tnicas. Fue tambi¨¦n as¨ª como surgi¨® en Bosnia la idea de la dominaci¨®n musulmana y de la hermandad religiosa. V¨ªctimas de todas esas consignas e ideas son los habitantes de la antigua Yugoslavia.
La tercera causa son los litigios en tomo a la delimitaci¨®n de las fronteras, litigios que parec¨ªan olvidados, pero que siguen ah¨ª tan potentes como en un remoto pasado. Las v¨ªctimas de los antiguos de hace m¨¢s de medio siglo y anteriores parecen resucitar para empu?ar una vez m¨¢s las armas y sembrar la muerte. Se levantan de sus tumbas las v¨ªctimas de la II Guerra Mundial y vuelve a la actualidad el conflicto de los combatientes croatas ustachis con los chetnik de Serbia. Toda la comunidad yugoslava piensa ¨²nicamente en el pasado y en la revancha. El futuro se ha convertido para ella en una masa amorfa, impregnada de sangre.
No hay que olvidar que la guerra de Yugoslavia empez¨® por las palabras. Antes de que hablasen los ca?ones y fusiles, muchos fuero n los hombres que en art¨ªculos de prensa y programas de: televisi¨®n fueron difamados y destruidos. La imagen del serbio fue despojada de todo rasgo humano para presentar a un b¨¢rbaro sin escr¨²pulos. El croata tambi¨¦n dej¨® de ser identificado como un ser humano, porque se le puso la etiqueta de miembro de una tribu criminal. Para los musulmanes, unos y otros empezaron a ser los representantes del cristianismo europeo ansioso de vengarse' de los fieles del islam. A su vez, los musulmanes empezaron a ser definidos como una singular quinta columna de los integristas isl¨¢micos en el Viejo Continente.
Para la Europa de la ¨¦poca de Maastricht, la guerra de los Balcanes es algo as¨ª como la guerra civil espa?ola en los a?os treinta, porque es una gran advertencia. La guerra espa?ola fue el pre¨¢mbulo de la terrible matanza que supuso muy poco despu¨¦s la II Guerra Mundial. ?De qu¨¦ nos advierte hoy la guerra de Yugoslavia? ?Nos permitir¨¢ recuperar el buen juicio o ser¨¢ el primer acto de desgracias a¨²n mayores? En Sarajevo, ciudad de muchas naciones, culturas y religiones, est¨¢ triunfando el esp¨ªritu del odio tribal. La esperanza, la fe y el amor est¨¢n siendo derrotados.
La guerra de Yugoslavia comenz¨® por las palabras. ?Podr¨¢n acabar con ella las palabras de los participantes desarmados de nuestro convoy en pro de la paz?
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