El a?o Domecq
Todo era Domecq. Se except¨²a al director de lidia o capit¨¢n del escuadr¨®n Antonio Correas, y todo cuanto importa en el cartel -toros y toreros- era Domecq. ?ste es el a?o Domecq, apellido de rancio abolengo taurino, triunfador recent¨ªsimo con ese toro de casta brava que fue indultado en medio de un clamor. Y triunfador otra vez en la funci¨®n final de la feria, con los rejoneadores buenos y tambi¨¦n los toros bravos, que ser¨ªan propiedad de otro ganadero pero llevaban en la sangre los genes Domecq, transmitidos por encastados sementales y vacas bravas de adomecado origen y ol¨¦.El propio Antonio Correas se est¨¢ adomecando y ol¨¦. Todo se pega en esta vida, y de tanto rejonear al lado de los Domecq, lleva ya algo de esta escuela se?era en su toreo alegre y agitanado, seg¨²n confesi¨®n de parte. Ha dicho algunas veces Antonio Correas que su estilo rejoneador lleva impl¨ªcito el embrujo gitano, y uno no suele encontrarlo por m¨¢s que mira y se fija en las cabalgadas del jinete cal¨¦. Claro que uno es payo, limitado por tanto. Sin embargo, s¨ª ha podido apreciar la evoluci¨®n torera de Antonio Correas que es ahora m¨¢s reposada y segura, y puede reunir banderillas o ejecutar quiebros galanos, con el perfume inconfundible de la torer¨ªa buena.
Torrealta / Cuatro rejoneadores
Toros de Torrealta, terciados, encastado y bravos; 6?, inv¨¢lido. Los toros anunciados de S¨¢nchez-Cobaleda, no se lidiaron. Antonio Correas: rej¨®n contrario (dos orejas). Ferm¨ªn Boh¨®rquez Domecq: rej¨®n trasero, rueda de peones y, pi¨¦ a tierra, tres descabellos (vuelta). Luis Domecq: rej¨®n baj¨ªsimo, pinchazo sin soltar, rej¨®n bajo, rueda de peones y, pie a tierra, dos descabellos (palmas y saludos). Antonio Domecq: rej¨®n muy bajo (dos orejas). Por colleras: Correas-Boh¨®rquez: dos rejones bajos (oreja con escasa petici¨®n). Luis y Antonio Domecq: rej¨®n cerca de la tripa (dos orejas). Plaza de Valencia, 30 de julio. Novena y ¨²ltima corrida de feria. Tres cuartos de entrada.
Ferm¨ªn Boh¨®rquez -hijo de madre Domecq- rejone¨® muy bullicioso y espectacular, e introdujo entre galopadas la exhibici¨®n de sus preciosos caballos, poniendolos continuamente de manos para que todo el mundo los pudiera admirar de cuerpo entero, tripitas inclu¨ªdas. Lo cual no impidi¨® que desarrollara asimismo las buenas ense?anzas recibidas -no en vano es hijo de padre Boh¨®rquez, un cl¨¢sico del rejoneo-, y diera muestras de su mucha afici¨®n e inmejorables aptitudes para ponerlas en pr¨¢ctica.
Los Domecq m¨¢s puros -Luis y Antonio, primos hermanos entre ellos- desplegaron el mejor toreo a caballo que pueda presenciarse en estos tiempos. Otras veces les ha salido m¨¢s brillante y redondo, pero en su actuaci¨®n valenciana dejaron constancia de la calidad rejoneadora que ambos toreros atesoran. Unen t¨¦cnica depurada, tanto en cuanto caballistas como lidiadores, y adem¨¢s la aderezan con ese evocador estilo campero que agradece la poblaci¨®n urbana, sobre todo si no ha salido en su vida del asfalto.
Estos ¨²ltimos -los asfaltados- son quienes m¨¢s valoran los alardes ecuestres y les gusta divulgar precisiones t¨¦cnicas, para que se pasme el vecino de localidad. Por ejemplo: "El de mejor doma es Domecq". Y no fallan nunca, naturalmente, pues referirse a Domecq, en rejoneo, equivale a decir la unidad de destino en lo universal.
Ejercicios ecuestres practicaron muchos los Domecq primos, con los correspondientes alardes de doma y monta, y toreros tambi¨¦n. Un par de banderillas a dos manos reunido por Luis Domecq en los medios fue especialmente relevante, y muy bonita la suerte de la garrocha que interpret¨® Antonio Domecq a su toro, despu¨¦s de esperarlo en la mism¨ªsima boca del chiquero. Luego este rejoneador pondr¨ªa en pie al p¨²blico girando el caballo en la cara del toro para salir guapamente de la reuni¨®n en banderillas.
Los aplausos del p¨²blico se suced¨ªan sin soluci¨®n de continuidad. Mas no se crea que era triunfalista. En Valencia ocurren algunas paradojas de dif¨ªcil explicaci¨®n. En todas las plazas del mundo los p¨²blicos de toros ser¨¢n m¨¢s o menos aficionados a la fiesta pero cuando anuncian la que llaman con equ¨ªvoco nombre "la corrida de los rejoneadores", cambia, y el relevo es triunfalista. En Valencia, por el contrario, el p¨²blico triunfalista estuvo asistiendo a toda la feria y se la pas¨® desahogando su triunfalismo hasta el paroxismo; y, sin embargo, al llegar la llamada corrida de los rejoneadores, lo sustituy¨® otro m¨¢s sosegado y l¨®gico. Lo cual no impidi¨® que se lo pasara en grande con el festival de dom¨¦s, que inclu¨ªa toros bravos; toros cuya encastada codicia constituy¨® un hermoso espect¨¢culo.
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