Grandezas y miserias del Sistema
Tras 15 meses de tormentas financieras cada vez m¨¢s graves e incontrolables, Europa se rindi¨® finalmente el pasado fin de semana ante la evidencia de que el SME era insostenible en su esquema vigente. Pero ?c¨®mo un modelo ideado para lograr la estabilidad de tipos de cambio, facilitar el comercio y el progreso, se hab¨ªa convertido en paradigma de las fluctuaciones y desequilibrios y en campo abonado de los especuladores?.El modelo dej¨® de funcionar cuando no respet¨® sus propias reglas. El mecanismo preve¨ªa, ya desde 1979, peque?as bandas de fluctuaci¨®n de las monedas y ajustes peri¨®dicos de los tipos de cambio, seg¨²n la evoluci¨®n de cada econom¨ªa. En cuanto dejaron de aplicarse estas correcciones y los tipos de cambio se convirtieron pr¨¢cticamente en fijos, el sistema se transform¨® en un mecanismo perverso. Los especuladores apostaban sobre seguro contra las monedas d¨¦biles sabiendo que el pa¨ªs atacado saldr¨ªa en su defensa hasta agotar todas las reservas. Es lo que llamaban "tirar a pich¨®n parado" en una guerra desigual entre los 150 billones de pesetas que mueve el mercado y unos bancos centrales que apenas manejan (con escasa coordinaci¨®n) una tercera parte. El balance de esta etapa debe recordar tambi¨¦n los frutos cosechados mientras el mecanismo funcion¨® bien. Durante a?os, el SME facilit¨® la integraci¨®n comercial y financiera de Europa: impuls¨® su crecimiento. Redujo. las trabas para que el ahorro acudiera donde m¨¢s falta hac¨ªa y, por tanto, permiti¨® el desarrollo de muchos proyectos de inversi¨®n. Durante los a?os de crecimiento, 1986-1989, un tercio del aumento del PIB espa?ol, por ejemplo, fue fruto de las inversiones extranjeras.
Esos mismos beneficios de la integraci¨®n financiera engendraron a su vez la semilla de su destrucci¨®n. La tendencia a igualar los tipos de inter¨¦s -fruto de la integraci¨®n y cooperaci¨®n financiera- impidi¨® aplicar pol¨ªticas fiscales distintas a pa¨ªses con situaciones econ¨®micas diferentes.
Los economistas detectaron estas trabas antes de que saltaran los problemas pol¨ªticos. Las dificultades econ¨®micas se agudizaron por las pol¨ªticas derivadas de la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn.. El. Gobierno alem¨¢n unific¨® el pa¨ªs aplicando un tipo de cambio pol¨ªtico (un marco occidental por uno oriental), cuando el cambio real se acercaba a uno por ocho. Esta heterodoxia de Helmut Kohl -que no de la posterior actuaci¨®n del Bundesbank-, se agrav¨® con el plan de reconstrucci¨®n de la antigua RDA. Bonn incurri¨® en un fuerte d¨¦ficit p¨²blico para equipar su pa¨ªs y se le dispar¨® la inflaci¨®n. Todo ello se agrav¨® por el fin del ciclo econ¨®mico y la recesi¨®n. As¨ª, la contradicci¨®n entre una Francia en declive y una Alemania con inflaci¨®n se hizo explosiva. El Bundesbank, ajeno a consideraciones pol¨ªticas, hizo frente a los altos precios con elevados tipos de inter¨¦s. Pero el v¨ªnculo del SME imped¨ªa a Francia bajar los suyos. Los especuladores ve¨ªan la contradicci¨®n y actuaban en consecuencia. Aflojado el v¨ªnculo con bandas del 15% y desarmados los especuladores, los Gobiernos pueden olvidarse de momento de la obsesi¨®n por el tipo de cambio y poner manos a la obra, coordinando rebajas de tipos de inter¨¦s para superar la recesi¨®n.
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