El rey inesperado
., Alberto F¨¦lix Humberto Teodoro Cristian Eugenio Mar¨ªa de Sajonia-Coburgo naci¨® el 6 de junio de 1934 en el castillo de Laeken, situado en un enorme parque al norte de Bruselas. Su padre, el rey Leopoldo III, le dio al nacer -el t¨ªtulo de pr¨ªncipe de Lieja, en agradecimiento a la resistencia de esta ciudad fronteriza con Alemania antela invasi¨®n de las tropas del Reich al empezar la I Guerra Mundial.El nombre de pila fue el homenaje de la familia al abuelo -el rey Alberto I- fallecido s¨®lo unos meses antes, el 17 de febrero, practicando la escalada en la roca de las Damas, a los 58 a?os. El nuevo rey lleva as¨ª nombres evocadores del fervor nacional suscitado por la Gran Guerra alrededor del monarca legendario que recibi¨® el sobrenombre de rey caballero.
Astrid de Suecia, su madre, muri¨® cuando el joven pr¨ªncipe ten¨ªa apenas un a?o. Alberto de Lieja no pudo tener conciencia del tr¨¢gico suceso, que iba a marcar, en cambio, a su hermano ,mayor, Balduino. La realidad es que ambos hermanos siguieron las mismas experiencias pero Alberto con cuatro a?os menos, o sea, con un plus de juventud y de sana inconsciencia.
Alberto recibi¨® una formaci¨®n militar como es tradici¨®n en todos los pr¨ªncipes reales belgas. Es almirante de divisi¨®n de la Marina belga, pero el Gobierno le nombr¨® ayer mismo, tras conocerse su aceptaci¨®n de, la corona, teniente general y vicealmirante. Desde 1958 forma parte del Senado, al que pertenece de derecho como miembro de la familia real. En 1962 fue nombrado presidente de la Oficina de Exportaci¨®n de B¨¦lgica, cargo al que ha dedicado la mayor parte de sus energ¨ªas, convirti¨¦ndose en aut¨¦ntico embajador de lujo de los intereses comerciales belgas en el mundo. Es tambi¨¦n presidente de honor del Comit¨¦ Ol¨ªmpico de B¨¦lgica y de la Cruz Roja belga.
Si Balduino ocup¨® enseguida las revistas del coraz¨®n con su halo de adolescente solitario y melanc¨®lico en la entera d¨¦cada de los cincuenta, su hermano menor dio el golpe al anunciar el compromiso y posterior boda, en 1959, con Paola Ruffo di Calabria, una bella arist¨®crata italiana con la que trab¨® relaci¨®n durante la coronaci¨®n del papa Juan XXIII en Roma. La cuesti¨®n real, el conflicto que dividi¨® a los belgas sobre la continuidad de la monarqu¨ªa debido a la capitulaci¨®n de Leopoldo III ante Hitler, volvi¨® a asomar la oreja cuando los novios anunciaron su prop¨®sito de casarse en Roma bajo la mirada del papa Juan. La tormenta que se desencaden¨® en la C¨¢mara de los Diputados oblig¨® a trasladar el escenario del acontecimiento a Bruselas.
Alberto y Paola de Lieja tienen tres hijos: Felipe, nacido en 1960, Astrid en 1962 y Lorenzo en 1963. Astrid est¨¢ casada con Lorenzo de Austria-Este y tiene a su vez tres hijos: Amadeo (1986), Mar¨ªa Laura (1988) y Joaqu¨ªn (1991). El nuevo rey nunca, se hab¨ªa pronunciado sobre la sucesi¨®n, hasta el domingo mismo, en que comunic¨® al primer ministro Jean-Luc Dehaene que no pensaba renunciar y aceptaba el mandato taxativo de la Constituci¨®n, que encomienda la sucesi¨®n al heredero directo, leg¨ªtimo y natural en linea de primogenitura de Leopoldo I, el fundador de la monarqu¨ªa.
Era la rumorolog¨ªa popular y los sobrentendidos estimulados desde los medios pr¨®ximos al palacio los que hab¨ªan llevado a pensar que iba a renunciar en favor de su hijo mayor, Felipe. La preparaci¨®n- del pr¨ªncipe y su t¨ªtulo de duque de Brabante, reservado tradicionalmente al sucesor, hab¨ªan consolidado la idea casi un¨¢nime de su renuncia. Wilfried Martens, el ex primer ministro m¨¢s experimentado de B¨¦gica y uno de los pol¨ªticos que mejor conoce la familia real y las ideas del rey fallecido, dejaba entender, en una conversaci¨®n telef¨®nica con el diario Le Soir mantenida el domingo, que el rey ser¨ªa Felipe.
La abolici¨®n de la ley s¨¢lica en 1991 abri¨® el acceso de Astrid, segunda hija de Alberto y Paola, a la linea sucesoria, pero tambi¨¦n dio lugar a todo tipo de especulaciones. Una parte de los belgas -flamencos principalmente, seg¨²n el rumor popular- desear¨ªa la renuncia sucesiva de los dos varones situados antes que la princesa. El primero Alberto, por su edad y desinter¨¦s; el segundo, por su supuesta inmadurez y falt¨® de preparaci¨®n.
A lo que se ha visto, no eran m¨¢s que especulaciones, y Alberto de Lieja ha optado por no renunciar a sus derechos. Seg¨²n el editorial del conservador La Libre Belgique de ayer, es "una soluci¨®n que se puede calificar de transici¨®n en la permanencia de las generaciones".
Tambi¨¦n Juan XXIII, tan admirado por Alberto y Paola, lleg¨® en perfume de provisionalidad y luego fue el Pont¨ªfice del gran cambio del catolicismo. Seg¨²n las primeras valoraciones, Alberto de Lieja, adem¨¢s de gozar de buena salud, es un hombre que ofrece con su madurez una garant¨ªa para la prudencia, la profundidad y la sabidur¨ªa necesarias para reinar sobre este dif¨ªcil pa¨ªs.
Sus bi¨®grafos aseguran que es enemigo del protocolo y del excesivo intelectualismo, simp¨¢tico y con gran sentido del humor. Se le conoce su gran pasi¨®n por los coches y motos, afici¨®n compartida con su hermano fallecido, aunque en su caso practicada con menos prudencia. En la foto de familia tomada con motivo de la boda de su hija Astrid se le puede ver con el brazo colgado de un cabestrillo hecho con una banda negra. Acababa de sufrir un accidente de motocicleta. Tiene una divisa nada acomodaticia: "No hay que tener nunca part¨ªs pris, pero hay que tomar partido siempre". En el fondo, no deja de ser un misterio para los propios belgas.
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