Un nuevo atolladero en L¨ªbano
Para comprender los dilemas de a nueva crisis en Oriente Pr¨®ximo hay que entender la naturaleza del Hezbol¨¢. Esta joven organizaci¨®n, que apenas tiene 11 a?os, es la consecuencia de las quejas tanto personales como p¨²blicas de los shi¨ªes de L¨ªbano que constituyen un tercio de la poblaci¨®n).Entre las quejas y frustraciones personales destacan las de los estudiantes de teolog¨ªa shi¨ªes que se vieron obligados a abandonar sus estudios en el extranjero antes de licenciarse. Tuvieron que abandonar las madrasas de Qom (Ir¨¢n) y Najf (Irak) debido a los caprichos de la revoluci¨®n de Jomeini (1979) y a la terrible persecuci¨®n de los militantes shi¨ªes por parte de Sadam Husein (1980). A su regreso a L¨ªbano, estos cl¨¦rigos en potencia se vieron relegados al nivel inferior del establishment religioso o quedaron al margen.
No menos frustrados. estaban los emigrantes rurales que hab¨ªan llegado a Beirut procedentes de los empobrecidos pueblos shi¨ªes del sur en busca de una vida mejor. Ellos, a su vez, pasaron a ocupar la parte inferior de la escala econ¨®mica como lumpenproletariado; ocupan empleos temporales, a menudo est¨¢n en paro, viven en los barrios de chabolas del sur de Beirut, y contemplan con envidia la dolce vita de la clase media maronita y sun¨ª. Sus sue?os de prosperidad se han agriado. Algunos incluso tuvieron que regresar a sus pueblos, con las manos vac¨ªas y humillados, cuando la econom¨ªa de Beirut e derrumb¨® como consecuencia de la guerra civil (19751976).
En el noreste, los campesinos y aparceros shi¨ªes del valle de la Bekaa vieron peligrar su ¨²nica fuente de sustento -los cultivos de hach¨ªs- ante los intentos de los sirios, que ocupaban la mayor parte de L¨ªbano en 1976, por monopolizarlos.
Todas estas quejas dieron lugar al movimiento Hezbol¨¢, que canaliz¨® las, quejas. Los problemas personales se interpretaban como parte de- una tragedia p¨²blica. La condici¨®n necesaria en este contexto eran as quejas contra el obtuso establishment liban¨¦s, indiferente ante la discriminaci¨®n contra los pobres shi¨ªes, como grupo, no como individuos. Pero la energ¨ªa extremista que fermentaba en las viejas reivindicaciones shi¨ªes no se hab¨ªa liberado todav¨ªa. Necesitaba un detonante. Este detonante fue la invasi¨®n israel¨ª de 1982. J¨®venes shi¨ªes expulsados de sus pueblos y chabolas, que perdieron a miembros de su familia, cuyas casas quedaron destru¨ªdas, estaban unidos por una tragedia com¨²n-, inmediata y violenta. Israel, el invasor, era extranjero e infiel, y, por consiguiente, f¨¢cil de odiar; sus soldados llevaban uniforme y era f¨¢cil localizarlos. La ideolog¨ªa de Jomeini, que hasta entonces no hab¨ªa atra¨ªdo a los libaneses debido a su car¨¢cter iran¨ª, de pronto dio sentido a su miseria, explicaba la realidad y mostraba el rumbo a seguir. Israel, dec¨ªa Jomeini, es el "peque?o Sat¨¢n", cliente del 41 gran Sat¨¢n", Estados Unidos, y "los dos est¨¢n completamente decididos a destruir el islam". La conclusi¨®n era obvia: la Guerra Santa, Ahad, total contra Israel. As¨ª naci¨® el Hezbol¨¢.
Estos antecedentes arrojan luz sobre el actual dilema de Israel; por un lado, el Gobierno de Rabin, elegido a partir de un programa pol¨ªtico de "Paz y seguridad", se siente obligado a garantizar la seguridad de la regi¨®n septentrional de Israel, blanco de los misiles Katiuska lanzados por el Hezbol¨¢, y que causaron 10 victimas israel¨ªes en el ¨²ltimo mes. Adem¨¢s, precisamente porque este Gobierno intenta informar a la opini¨®n p¨²blica en cuanto a la necesidad de retirarse de los altos del Gol¨¢n en el marco de un Tratado de Paz con Siria, tiene que convencer a los israel¨ªes de que se puede garantizar la seguridad en el norte. Cuanto m¨¢s asustados est¨¦n los ciudadanos, menos inclinados se sentir¨¢n a aceptar concesiones territoriales.
Por otro lado, el Gobierno de Rabin, compuesto por partidos que se opusieron a la invasi¨®n de L¨ªbano hace una d¨¦cada, es sabedor del hecho de que Israel ha contribuido involuntariamente a la creaci¨®n del Hezbol¨¢. Por consiguiente, el Gobierno est¨¢ inquieto por temor a que las hostilidades empujen a miles de j¨®venes shi¨ªes contrariados hacia las filas del Hezbol¨¢ y ayuden a la organizaci¨®n a prosperar a largo plazo. Esta perspectiva es tanto m¨¢s horrible cuanto que el Hezbol¨¢ representa, junto con Hamas, la oposici¨®n radical y extremista al proceso de paz. -
El miedo a un nuevo atolladero en L¨ªbano disuade al Gobierno israel¨ª de sobrepasar el l¨ªmite y llegar, por ejemplo, a la invasi¨®n armada, o incluso al bombardeo prolongado como en 1982. Y es que la v¨ªctima inmediata de esas acciones ser¨¢ ese mismo proceso de paz en el que el Gobierno cree y con el que se ha comprometido.
Emmanuel Sivan es orientalista, profesor de Historia en la Universidad Hebrea de Jerusal¨¦n.
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