Tres en raya infernal en Mostar
Croatas y musulmanes se desangran en Herzegovina, mientras los serbios observan c¨®modamente desde la altura
ENVIADO ESPECIALFueron aliados hasta el mes de mayo y consiguieron expulsar a los serbios hasta las colinas al este del r¨ªo Neretva. Ahora, croatas y musulmanes se combaten, se asesinan, se desangran mutuamente con terrible fiereza en toda la regi¨®n de Mostar, en la Herzegovina. Con el tel¨®n de fondo de la discusi¨®n de los mapas de Bosnia en Ginebra, la guerra ya es un inmenso enjambre donde todos pugnan por conquistar m¨¢s territorio.
Mostar, la segunda ciudad en importancia de Bosnia-Herzegovina tras Sarajevo, con m¨¢s de 100.000 habitantes antes de la guerra, vive diariamente uno de los cap¨ªtulos m¨¢s horribles de esta contienda. En una m¨¢s de las tr¨¢gicas paradojas de Bosnia, los serbios observan ahora con prism¨¢ticos desde los montes cercanos c¨®mo se destrozan sus antiguos enemigos. Entretanto, los cascos azules espa?oles que cubren esta zona est¨¢n replegados en sus cuarteles y los convoyes de ayuda humanitaria a Bosnia central y a Sarajevo est¨¢n interrumpidos.
Unos 50.000 croatas y otros tantos musulmanes conviv¨ªan en Mostar hasta abril de 1992. Derrotados los serbios al principio y obligados a refugiarse en la zona monta?osa ateste del corredor del Neretva, las dos comunidades citadas mantuvieron una relativa colaboraci¨®n militar hasta la primavera pasada. Pero el estallido de las hostilidades coincidi¨® con la discusi¨®n de los mapas y con un progresivo acercamiento de serbios y croatas en otras zonas de Bosnia.
Descrita en una gu¨ªa tur¨ªstica de 1990 como "una ciudad oriental encantadora", Mostar representaba una de las m¨¢s genuinas mezclas de fronteras entre la tradici¨®n centroeuropea y la cultura otomana. Hoy, en Mostar ya no queda piedra sobre piedra, los edificios hist¨®ricos est¨¢n destruidos, y de modo muy especial las mezquitas y las iglesias cat¨®licas, en una demostraci¨®n de que esta guerra tiene tambi¨¦n algo de fanatismo religioso. Un antiguo aeropuerto utilizado por los croatas como campo de prisioneros para los musulmanes o f¨¢bricas convertidas en inmensas prisiones por unos y otros, componen hoy el paisaje de esta regi¨®n.
Frente de guerra estable
En una nueva burla de estos Balcanes, donde la historia aparece te?ida de tr¨¢gicas iron¨ªas, los serbios observan complacidos desde hace cuatro meses las batallas entre sus viejos rivales desde sus c¨®modas posiciones en Nevesinje o Stolac, a poco m¨¢s de 20 kil¨®metros de Mostar. En esta capital, el frente no se ha movidei ni un mil¨ªmetro en el ¨²ltimo mes. Porque mientras- los croatas asientan su superioridad en la artiller¨ªa, los musulmanes cuentan con una infanter¨ªa m¨¢s numerosa que impide, casa por casa, que sus adversarios consoliden posiciones. Cotidianos intercambios de fuego horadan cada d¨ªa un poco- m¨¢s las dos orillas del r¨ªo Neretva y unos edificios donde apenas queda superficie. libre para m¨¢s balas.
S¨®lo el viejo puente de piedra, una impresionante construcci¨®n del siglo XVI, se mantiene a duras penas en pie. El resto de puentes sobre el r¨ªo Neretva, "como en un dram¨¢tico s¨ªmbolo, han sido volados por unos u otros a lo largo de 16 meses de guerra, sin que los esfuerzos de las tropas e ingenieros de Unprofor hayan servido para repararlos. Los combates en Mostar y en toda su regi¨®n hasta Bosnia central han obligado a suspender casi en su totalidad los convoyes de ayuda humanitaria. Inutilizado este corredor del Neretva, que discurre sobre buena parte de Bosnia desde el sur de Sarajevo, hasta el Adri¨¢tico, ACNUR ha de desviar sus expediciones por una ruta monta?osa y escarpada. Minas, agresivos controles militares y los combates han reducido el n¨²mero de convoyes al 30% de los que se llevaban a cabo durante el pasado invierno.
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