Indiscreciones de una dama
La m¨ªtica protagonista de Rebeca, oscarizada por Sospecha, apareci¨® en los estudios de televisi¨®n luciendo una especie de t¨²nica griega e interes¨¢ndose por la hora en que se emit¨ªa mi programa. Cuando le dijeron que era horario nocturno se quej¨® de que hab¨ªa olvidado sus joyas en Nueva York. ?Una dama no se presenta de noche sin sus joyas? Evidentemente, no. Hubo que buscarle algunas a toda prisa. Eran falsas pero daban el pego. "Al fin y al cabo, nunca sabremos si los diamantes de Liz Taylor no son pedazos de vidrio a los que los focos arrancan un brillo deslumbrante", dijo para consolarse. En cualquier caso, nos demostr¨® una de sus facetas m¨¢s pregonadas: es mujer de mundo, con la lengua afilada, y dispuesta a no dejar t¨ªtere con cabeza si la pinchan. Prefer¨ª no intentarlo siquiera. Al fin y al cabo una actriz con su trayectoria tiene muchas cosas que contar sobre s¨ª misma. ?Para qu¨¦ ir m¨¢s lejos de lo que la discreci¨®n est¨¢ dispuesta a abarcar?
Fontaine. El mundo del cine ya no es lo que era. ?Ha o¨ªdo hablar del triunfo en televisi¨®n de esa Joan Collins? ?Esto puede con todo! El otro d¨ªa vi el v¨ªdeo de una pel¨ªcula que rod¨¦ en Espa?a sobre los cuentos de Bocaccio (Tres historias de amor). La Collins interpretaba un papelito muy corto, apenas se ve¨ªa. Pues en el v¨ªdeo aparece con letras enormes, como si la pel¨ªcula fuese s¨®lo ella. ?Y yo era la protagonista!
Terenci. ?Qu¨¦ sensaci¨®n le produce, a estas alturas, haber sido la protagonista de pel¨ªculas tan famosas como Rebeca, Sospecha o Jane Eyre?
F.Aun sin esas pel¨ªculas me sentir¨ªa feliz por haber vivido los a?os dorados de Hollywood. Recuerdo c¨®mo era aquella ciudad durante los primeros a?os de la guerra mundial. Los grandes artistas europeos ven¨ªan a refugiarse entre nosotros. Unos porque eran jud¨ªos, otros perseguidos por razones pol¨ªticas. Piense en directores como Ophuls, Renoir o Fritz Lang, intelectuales como HuxIey y Christopher Fry, m¨²sicos como Stokowski... Ten¨ªamos una melange formada por la gente m¨¢s excitante y cosmopolita. ?Esto me acostumbr¨® mal para el resto de mi vida!
T.?Encuentra mucha diferencia entre aquel Hollywood y el de hoy?
F. El mismo que va del refinamiento a la vulgaridad. Cuando hago alg¨²n programa para la televisi¨®n -y, por cierto, no quiero hacer ninguno m¨¢s-, me mandan cambiarme en una triste roulotte y me sirven el almuerzo en una bandeja de pl¨¢stico de las de usar y tirar. ?Qu¨¦ distinto era entonces! En la edad dorada las estrellas dispon¨ªamos de grandes y elegantes camerinos, con vest¨ªbulo, sala de maquillaje, cocina, guardarropa y hasta un peque?o dormitorio para descansar o leer entre dos tomas. ?Las cosas que ten¨ªamos! Recuerdo que durante el rodaje de Suave es la noche, Jennifer Jones dispon¨ªa de un camerino adornado con cuadros de Manet y Renoir (claro que era la esposa del productor O'SeIznick; ahora est¨¢ casada con un mecenas de la Paul Getty, ?lo sab¨ªa usted?). En fin, no quiero seguir haciendo una lista de suntuosidades.Con lo que llevo dicho le basta para hacerse una idea de nuestro estilo de vida.
T.Se complace recordando aquellos d¨ªas y, sin embargo, no le gusta volver a ver sus antiguas pel¨ªculas...
F.No le extra?e. Conozco cantantes de ¨®pera que no soportan o¨ªr su voz grabada en un disco.
T.?No siente curiosidad por revisar obras maestras como, Carta a una desconocida?
F.Cada noche ve¨ªamos en la sala de proyecci¨®n del estudio lo que hab¨ªamos rodado durante el d¨ªa. 0 sea, que tuve muchas ocasiones para hartarme de mi cara. A otros les gustaban aquellos visionados porque les permit¨ªan perfeccionar. En este aspecto, Cary Grant era asombroso: consigui¨® saberse al dedillo cu¨¢les eran sus mejores ¨¢ngulos y qu¨¦ tipo de iluminaci¨®n le conven¨ªa en cada momento. Creo que lleg¨® a conocer la planificaci¨®n de Sospecha mejor que el propio Hitchcock.
T.En aquellos a?os dorados, cuando a una chica inexperta le ca¨ªa un papel bomb¨®n como el de la joven protagonista de Rebeca, ?qu¨¦ ocurr¨ªa?
F.Significaba la consagraci¨®n. No era s¨®lo el ¨¦xito: eran, adem¨¢s, toneladas de publicidad gratuita. El caso de Rebeca fue muy especial: yo hab¨ªa le¨ªdo la novela y se la recomend¨¦ a SeIznick. El era lo bastante sagaz para saber que all¨ª hab¨ªa una gran pel¨ªcula. Hab¨ªamos estado en tratos anteriormente: yo me hab¨ªa presentado como aspirante en las prueblas de Lo que el viento se llev¨®, pero no para el papel de Escarlata, ya que era demasiado t¨ªmida, sino para el de Melania, que acab¨® haciendo cierta Olivia de Havilland. Cuando volvimos a encontramos, SeIznick me pregunt¨® si quer¨ªa hacer una prueba para Rebeca y acab¨¦ haciendo siete. Esto no significaba una humillaci¨®n: muchas actrices de gran fama aceptaron pasar por ello con tal de conseguir el papel. Hicieron pruebas a Margaret Sullivan, Anne Baxter, Vivien Leigh y Geraldine Fitzgerald, entre otras. De todos modos, cuando consegu¨ª la protagonista de Rebeca fue como recibir un regalo de Navidad siete veces seguidas.
?Ha o¨ªdo hablar del triunfo en televisi¨®n de esa?Joan Collins? Vi el v¨ªdeo de una pel¨ªcula en la que la Collins apenas se ve¨ªa y aparece con letras enormes. ?Y yo era la protagonista!
T.En alg¨²n lugar he le¨ªdo que ni Hitchcock ni SeIznick cre¨ªan mucho en usted...
F.Es posible, pero mi aspecto t¨ªmido me ayud¨® a vencer todas sus reticencias. Adem¨¢s, quer¨ªan a una actriz poco conocida y que no fuese muy guapa. ?Se r¨ªe usted? Pues as¨ª obtuve otro de los papeles importantes de mi vida: el de La ninfa constante. Fue de la manera m¨¢s absurda. Mi marido y yo est¨¢bamos de excursi¨®n, entramos en un parador de carretera para tomar un refrigerio y all¨ª estaba el director Edmund Goulding. Yo iba sin maquillar y hecha un desastre. Seguramente estaba irreconocible. Mi marido, como buen ingl¨¦s, se limit¨® a presentarme como "su esposa". Edmund nos cont¨® sus tribulaciones: estaba buscando a una chica desali?ada para la pel¨ªcula que ten¨ªa que hacer para la Warner. De repente dijo: "Tendr¨ªa que ser alguien natural e inexperto como usted". Yo hab¨ªa le¨ªdo la novela y el papel era muy interesante. Nos pusimos de acuerdo. Y cuando me pregunt¨® mi nombre y le dije que era Joan Fontaine casi se desmay¨®.
T.Es cierto que, en casi todas sus pel¨ªculas, sol¨ªa interpretar a muchachas t¨ªmidas. De repente, se volvi¨® muy perversa. Hizo de envenenadora en Abismos (Yvy) y trabaj¨® en Nacida para el mal...
F. Es l¨®gico. Una actriz no puede hacer siempre lo mismo. Cuando se mantiene en un tipo pueden ocurrir dos cosas: o acaba aburriendo al p¨²blico o aburri¨¦ndose ella. Tambi¨¦n puede pasarle lo que a la pobre Doris Day: ?era la ¨²nica virgen de m¨¢s de cuarenta a?os que quedaba en Am¨¦rica! (R¨ªe).
T.En la d¨¦cada de los cincuenta se vio envuelta en un fuerte esc¨¢ndalo a ra¨ªz de la pel¨ªcula Isla al sol.
F.Fue una pel¨ªcula que se anticip¨® a su tiempo. Creo recordar que me besaba Harry Belafonte quien, dicho sea de paso, era el hombre m¨¢s bello que nadie pueda imaginar. ?C¨®mo iba a olvidarme de una cosa as¨ª? (R¨ªe). Desde luego, tampoco olvid¨¦ las ampollas que levant¨® aquella escena. Recibimos denuncias y amenazas de todas las ligas de decencia y hasta del Ku-klux-klan. A la vista de los acontecimientos, la Fox decidi¨® suavizar la pel¨ªcula. Fue una l¨¢stima.
T.?Cu¨¢l era el problema real?
F.Querido, hasta un ciego sabe a qu¨¦ raza pertenece Belafonte. En aquella ¨¦poca no permit¨ªan a la gente de color entrar en un restaurante de blancos, mucho menos que te besasen. Era demasiado atrevimiento para una Am¨¦rica tan puritana. ?Pero nos atrevimos!
T.Usted ha trabajado con actores que hoy son legendarios...
F.No le extra?e. Fueron los mejores. Una estirpe en curso de extinci¨®n.
T. Orson WeIles?
F.Un hombre muy dif¨ªcil. Hicimos juntos Jane Eyre y no llegu¨¦ a entenderle. No s¨¦ porque hac¨ªa de actor. Es curioso, pero hay gente que no siente el menor placer cuando est¨¢ actuando. Parece que no les gusta su oficio. Jennifer Jones pertenece a esta raza. Es una amiga adorable, pero se pon¨ªa muy nerviosa, organizaba l¨ªos, habr¨ªa hecho cualquier cosa antes que actuar. No le gustaban las c¨¢maras. En cambio yo las adoro. Creo que entienden todo.
T.H¨¢bleme de Laurence Olivier.
F.Era magn¨ªfico. Cuando hizo Rebeca no le gustaba el cine y dudo que le gustase del todo hasta que pudo hacer sus famosas versiones de Shakespeare. ?Sabe que ¨¦l no fue el primer candidato para el papel de Maxine de Winter? El productor quer¨ªa a Ronald Colman. Entonces en la cima de su prestigio. Hasta el ¨²ltimo momento pensamos que lo har¨ªa ¨¦l.
T.?C¨®mo era Cary Grant?
F.Muy preciso. El colmo de la exactitud. De cuantos actores he conocido era el que se preocupaba menos por sus oponentes. S¨®lo se interesaba por su interpretaci¨®n.
T.?Charles Boyer?
F.Lo contrario de Grant. Cuando hicimos La ninfa constante se preocupaba m¨¢s por el resultado de mi trabajo que por el suyo. Pod¨ªa percibir su gentileza, su dulzura...
T.En cuanto al ama de llaves, la se?ora Danvers...
F.?Judith Anderson! Bien, para ponerlo suave dir¨¦ que no era exactamente una mujer encantadora. Interpretaba su odioso papel dentro y fuera de la pel¨ªcula.
T.Olivia de Havilland...
F.Es mi hermanita, como todo el mundo sabe.
T.Dos leyendas en una misma familia. Pero durante a?o, corri¨® el rumor de que no eran muy amigas...
F.No es un rumor. Somos enemigas. Nos odiamos.
T.Caramba, se?ora. Yo no pretend¨ªa ir tan lejos.
F.Es un hecho aceptado Nos hemos odiado siempre Cuando yo nac¨ª ella ten¨ªa quince meses y la nurse se olvid¨® de presentarnos adecuadamente. La situaci¨®n es la misma desde entonces y dudo que cambie alguna vez.
T.Menos mal que trabajaban en estudios separados...
F.En m¨¢s de una ocasi¨®n intentaron ponernos en la misma pel¨ªcula. No lo consiguieron para suerte de la humanidad: ?hubiera sido un nuevo Hiroshima!
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