La belleza del neorrealismo
He aqu¨ª a una de las m¨¢ximas exponentes de aquella espectacular invenci¨®n carnal que los italianos de la posguerra dieron en llamar la maggiorata. Eran mujeres de bandera, provistas de bustos excepcionalmente desarrollados y una sexualidad que rehu¨ªa la sofisticaci¨®n, el glamour, el artificio. Su exuberancia represent¨® un canto a la belleza popular. Algunas de ellas son inmortales: la Mangano, la Pampanini, Gianna Maria Canale... Las maggiorate eran frescachonas, din¨¢micas, humanas, vocingleras, y en su m¨¢s alta definici¨®n acabaron pareci¨¦ndose a Sofia Loren. No es casual que Gina, cuya poitrine hab¨ªa impresionado a los franceses, sostuviese contra ella un feroz combate que llen¨® las p¨¢ginas de los peri¨®dicos durante una d¨¦cada. Ellas fueron la Callas y la Tebaldi de la carnalidad.Todav¨ªa hoy, Gina evita el tema. Para la cr¨®nica, queda ella sola. En Italia la llaman La Lollo desde tiempo inmemorial. Tambi¨¦n fue conocida como La Bersagliera, a causa de su personaje de le?adora en Pan, amor y fantas¨ªa. Los franceses la bautizaron "la mujer m¨¢s guapa del mundo", copiando el t¨ªtulo de una supuesta biograf¨ªa de la cantante Lina Cavalieri, con la que la Titanus intent¨® remedar el estilo de los grandes estudios de Hollywood. Pas¨®, as¨ª, Gina, de la humildad del neorrealismo a las pel¨ªculas de amor y lujo; de las modestas fotonovelas de los a?os cuarenta a las portadas de todas las revistas del mundo. Su rostro se convirti¨® en el reclamo de un erotismo prestigiado por 2.000 a?os de historia. Cuando incorpor¨® a Paulina Bonaparte, la llamaron Venus Imperial. El propio Canova habr¨ªa estado de acuerdo.
Gina. En realidad yo iba para cantante de ¨®pera. Ten¨ªa una bella voz de soprano l¨ªrica y mis maestros aseguraban que pod¨ªa llegar lejos. Pero tambi¨¦n demostraba cierta habilidad para la pintura, de manera que al final tuve que decidirme por algo. A m¨ª no me gusta hacer las cosas a medias, soy una perfeccionista nata y me entrego con pasi¨®n total. Sin ella no concibo el trabajo.
Terenci. ?C¨®mo lleg¨® el cine a sustituir a la ¨®pera?
G. El cine lleg¨® por casualidad, como ocurr¨ªan las cosas en Italia reci¨¦n terminada la guerra. Ten¨ªamos que pasar muchas penalidades para asegurarnos un lugar bajo el sol. No le negar¨¦ que el cine nos deslumbraba a todas; parec¨ªa el camino m¨¢s rentable. Una vez metida en ¨¦l, decid¨ª que deb¨ªa aprender a hacerlo lo mejor posible. Puesto que no ten¨ªa ni la pintura ni el canto, busqu¨¦ en el cine una forma de expresarme. Pero nunca me entregu¨¦ completamente: no creo que haya dado lo mejor de m¨ª misma en el cine. Todav¨ªa no. He hecho m¨¢s de sesenta pel¨ªculas, de las cuales salvar¨ªa pocas. Lo que llevo dentro es m¨¢s importante que todas ellas.
T. ?Ser¨¢ porque no ha encontrado el papel de su vida, como dicen muchos actores?
G. Alguno ha habido m¨¢s consistente que los dem¨¢s. Mi pel¨ªcula preferida fue Mare mato, con Belmondo. Se me permiti¨® hacer un papel verdaderamente dram¨¢tico: una solterona carente de glamour. De todos modos, el cine no me llena. Tienes que trabajar con colaboradores, y ¨¦stos no siempre ayudan. La mayor¨ªa de las veces molestan, sobre todo si uno aspira al m¨¢ximo. Y yo tendr¨¦ muchos defectos, pero en mi trabajo nadie puede reprocharme un descuido, una negligencia o esos aires de diva que se dan otras, llegando con retraso a los rodajes o imponiendo condiciones desproporcionadas. Yo nunca me permit¨ª tales excesos.
T. Usted empez¨® en un momento excepcional del cine italiano de posguerra, cuando la c¨¢mara salt¨® a la calle en busca de la realidad...
G. Era un cine basado en la verdad. Un cine eminentemente popular, como se ha dicho tantas veces. Y ?sabe?, a pesar de los a?os transcurridos y de todos los adelantos t¨¦cnicos, el cine no ha avanzado, m¨¢s bien ha ido hacia atr¨¢s. Y no s¨®lo el cine italiano, que fue mi origen, sino el cine en general. Antes, el cine ser¨ªa m¨¢s ingenuo, pero era m¨¢s sincero. Hoy se busca la formuleta. Repetir lo que ha tenido ¨¦xito. Los robots, los animales, los tipos musculosos... En otros casos, se trabaja casi exclusivamente con los ojos puestos en la televisi¨®n y ¨¦sta no tiene ambiciones, no requiere el rigor que ten¨ªa el cine. S¨®lo se trabaja para llenar espacio.
T. Sin embargo, acept¨® hacer de hermana italiana de Jane Wyman en Falcon Crest, que no era precisamente un prodigio de profundidad...
G. Yo he tenido que aprender las cosas sobre la marcha. As¨ª ocurri¨® con la televisi¨®n. Me hallaba en Estados Unidos, preparando mi deb¨² teatral en Broadway, que no lleg¨® a producirse porque el productor muri¨® una semana antes del estreno. Yo me dije: "Voy a distraerme un poco con eso de la tele". As¨ª pude conocer el medio de primera mano, no s¨®lo con aquel serial sino tambi¨¦n con las miniseries. Son dos cosas distintas; ¨¦stas se acercan m¨¢s a las pel¨ªculas: se dispone de m¨¢s tiempo, porque no tienen que llenar un espacio diario, como ocurre con los cap¨ªtulos. ?stos s¨ª son horrorosos, porque hay que cumplir un plazo de entrega, ce?irse a una continuidad. Si es necesario se trabajan 20 horas seguidas... ?Yo no estaba acostumbrada a aquel ritmo! Adem¨¢s, como mi personaje fue del agrado del p¨²blico, los guionistas me aumentaban el di¨¢logo. Por supuesto, es algo que ning¨²n actor rechaza, siempre nos gusta que nos den m¨¢s lucimiento. As¨ª pues, ten¨ªa que aprenderme los di¨¢logos cada noche, y despu¨¦s olvidarlos para aprender los del d¨ªa siguiente, y todo esto en una lengua que no es la m¨ªa, pues aunque hablo bien el ingl¨¦s, nunca lo digiero con la misma velocidad que el italiano. Era duro, muy duro. Dorm¨ªa porqu¨ªsimas horas.
T. Mucho antes de tan luctuosos sucesos usted fue la primera actriz del. cine italiano que hizo una carrera internacional. Caus¨® impacto en Francia al salir del ba?o en el episodio morisco de Mujeres so?adas, de Ren¨¦ Clair....
G. iBueno, art¨ªsticamente hablando yo casi nac¨ª en Francia. Piense en lo que fue el ¨¦xito de Fanfan el invencible, junto a G¨¦rard Philipe. A la semana de su estreno en un cine de los Campos El¨ªseos, tuvieron que cambiar toda la publicidad. G¨¦rard era un dios en aquel tiempo, pero quitaron su foto y pusieron la m¨ªa a tama?o gigantesco. Los franceses me adoptaron hasta tal punto que fui considerada una actriz de ellos. Bastaba mi nombre para que los italianos consiguiesen hacer una coproducci¨®n. En poco tiempo hice La ley, con Yves Montand; El gran juego, con Jean-Claude Pascal; Notre Dame de Paris, con Anthony Quinn... ?Qu¨¦ s¨¦ yo cu¨¢ntas!
T. Tambi¨¦n fue la primera italiana reclamada por Hollywood...
G. Hab¨ªa intervenido en varias pel¨ªculas americanas, entre ellas Trapecio, pero rodadas en Europa, porque un dr¨¢stico contrato con Howard Hughes me imped¨ªa trabajar en Am¨¦rica. Esta situaci¨®n dur¨® 12 a?os. Yo no quer¨ªa cumplir el contrato y Hughes se negaba a soltarme.
T. Cuando por fin lleg¨® a Hollywood hizo Cuando hierve la sangre, con Sinatra; Desnuda frente al mundo, con Franciosa, y Cuando llegue septiembre, con Rock Hudson... ?Qu¨¦ sinti¨® al hallarse atrapada por la maquinaria de los grandes estudios?
G. Todas las actrices europeas despotrican de su experiencia hollywoodiense. Yo debo decir que fui tratada como una reina. Me encontr¨¦ mucho mejor en Hollywood que en Italia, tal vez porque aqu¨ª empec¨¦ mi carrera y nunca dejaron de tratarme como a una principiante. Sin embargo, en, Hollywood, per carit¨¢!, siempre me daban m¨¢s de lo que ped¨ªa. En Am¨¦rica tienen la buena costumbre de tratar al actor de manera inmejorable, y as¨ª el actor se siente relajado, libre, dispuesto a dar lo mejor de s¨ª mismo.
T. ?El camino del ¨¦xito fue duro?
G. Dur¨ªsimo. Se necesita mucha constancia, mucha preparaci¨®n. No se alcanza el ¨¦xito por casualidad.
T. ?Qu¨¦ recuerda de la ¨¦poca de Pan, amor y fantas¨ªa?
G. Recuerdo que nunca estaba satisfecha de mi trabajo. Despu¨¦s de rodar algunas escenas con De Sica -escenas que, por lo dem¨¢s, hab¨ªan salido perfectas-, yo suplicaba que me las dejasen repetir para intentar mejorarlas. Sin duda, era un poco exagerada, pues en otros casos se alcanzaba el ¨¦xito sin tantas contemplaciones. Cuando rod¨¢bamos La mujer m¨¢s guapa del mundo, el director, Robert Z. Leonard, se pon¨ªa enfermo a cada momento y la pel¨ªcula ten¨ªa que avanzar porque el productor era inexorable. Entonces, se pon¨ªa a dirigir el operador, mi marido, Gassman o yo misma. Y, mire usted lo que son las cosas del cine: ?se convirti¨® en la pel¨ªcula m¨¢s taquillera de aquellos a?os!
T. ?Cu¨¢l cree usted que fue la causa de su propio ¨¦xito?
G. El ¨¦xito cinematogr¨¢fico es muy dif¨ªcil de explicar. Tiene que existir un fluido especial, una conexi¨®n misteriosa con el p¨²blico. Es algo parecido al amor, como la simpat¨ªa. Hay actrices excelentes, mucho mejores que yo, y nunca han conseguido traspasar la barrera. La calidad interpretativa es una cosa y la simpat¨ªa del p¨²blico otra.
T. No deber¨ªamos descartar el fluido er¨®tico. Al fin y al cabo, usted fue uno de los sex symbols m¨¢s potentes de los a?os cincuenta.
G. ?Si la gente supiese lo que pienso cada ma?ana, cuando me miro en el espejo! Para cada espectador somos una persona distinta. No me he parado a pensar si me consideran una amante, una madre o una hermana. Yo les dejo decidir la imagen que desean. Siempre tendr¨¦ mil aspectos, y si entre ellos est¨¢ el de un sex symbol, allora va benissimo!
T. Humphrey Bogart dec¨ªa que a su lado Marilyn Monroe quedaba a la altura de una Shirley Temple.
G. Boggie era muy gentil. ?Pero no s¨¦ qu¨¦ pensar¨ªa la pobre Marilyn!
T. ?C¨®mo se lo pas¨® rodando con Bogart La burla del diablo?
G. ?Ah, fue divertid¨ªsimo! Adem¨¢s, est¨¢bamos muy bien acompa?ados. Estaban tambi¨¦n Huston, Jennifer Jones, Peter Lorre, Robert Morley y Truman Capote, que escribi¨® los di¨¢logos. Pocas veces he vivido un rodaje tan fant¨¢stico. Por la noche, despu¨¦s de la cena, llegaba la hora de la lucha... Ma la lotta vera! Apartaban todos los muebles del restaurante y empezaban a pegarse (yo no jugaba, por supuesto). ?Y sabe usted lo m¨¢s extraordinario? ?Siempre ganaba Capote! ?Imag¨ªnese, aquel hombrecillo que no levantaba un palmo del suelo! Al d¨ªa siguiente, me encontraba con Bogart, que bajaba las escaleras, siempre cantando y masticando su cigarro, y le descubr¨ªa con rasgu?os en la cara y, en alguna ocasi¨®n, con un ojo a la viruta...
T. Tendr¨¢ usted una fortuna en recuerdos: tantos pa¨ªses, tantos compa?eros, muchos de ellos muertos...
G. Mamma mia! Tengo un pasillo con las fotograf¨ªas de los que han ido desapareciendo. ?Cu¨¢ntos muertos, se?or, cu¨¢ntos muertos! Vittorio de Sica, Yul Brynner, Capote, Rock Hudson, George Sanders, Tina Pica, inolvidable Caramela de Pan, amor y fantas¨ªa... Actores, directores, guionistas ... Son' tutti morti! Madonna!
T. Tyrone Power muri¨® mientras trabajaba con usted...
G. Exacto. Ocurri¨® durante el rodaje de Salom¨®n y la reina de Saba, precisamente aqu¨ª, en Madrid. Fue una tragedia. Pero la vida siempre tiene sus compensaciones, porque precisamente en aquellos d¨ªas mi hijo Mirko dio sus primeros pasos mientras Tyrone y yo interpret¨¢bamos una escena... Pero ?sabe?, todas esas cosas pertenecen al pasado, y, aunque a veces me divierte rememorarlo, no es algo que me ayude a vivir. Para m¨ª el pasado se fue. No existe.
T. Su presente ya no se limita al cine. Ahora es usted m¨¢s fot¨®grafa que actriz.
G. Es cierto. La fotograf¨ªa cambi¨® completamente mi vida. Desde que la descubr¨ª creo que mejor¨¦ como persona. Puedo expresarme completamente sin necesidad de directores, guionistas... Es, por fin, algo m¨ªo. Un arte que me llena por completo.
MA?ANA
Ursula Andress
Diosa del amor
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