La mili

Me gustar¨ªa hacer uso de las p¨¢ginas de EL PA?S para responder al se?or Gonzalo Molina, quien public¨® en las mismas, con fecha 13 de agosto, una carta plagada de ideas reaccionarias, impropias de alguien que vive en los albores del siglo XXI.Se queja el se?or Molina, con infinita amargura e incomprensible enfado, de que los j¨®venes mantengamos una mayoritaria y frontal oposici¨®n al cumplimiento del servicio militar obligatorio, pese a que (no voy a negarlo) las condiciones del mismo son, hoy, bastante m¨¢s humanas que hace unos lustros. T¨¦mome que el se?or Molina no ha comprendido la esencia de nuestras reivindicaciones; la oposici¨®n a la mili no se debe a pereza ni dejadez, sino que se trata de una postura pacifista que pretende acabar con una de las instituciones que, en la actual sociedad, m¨¢s violencia genera; y no hace falta referirse s¨®lo a su principal misi¨®n (que, no nos enga?emos, consiste en ense?ar a hacer la guerra, a matar, en definitiva), sino sus patentes efectos sobre los reclutas, que salen del cuartel totalmente quemados, dispuestos a desahogar su ira sobre el mobiliario urbano, o sobre los propios ciudadanos, a trav¨¦s de vand¨¢licas actitudes que frecuentemente aparecen en los peri¨®dicos.

El se?or Molina habla de la camarader¨ªa que aparece en la tropa; no menciona las novatadas, ni los abusos de los superiores... Quiz¨¢ desconozca esos hechos o, m¨¢s posiblemente, le parezcan normales y saludables.-