En favor de los empleados p¨²blicos

Hace unas semanas escrib¨ª una postal desde Asturias, donde estaba pasando unas peque?as vacaciones, hacia Madrid, con la mala fortuna, o con la suficiente falta de tino como para confundir las se?as del destinatario, pues en mi descuido err¨¦ el n¨²mero de la calle escribiendo uno que ni siquiera exist¨ªa en tal direcci¨®n.Para rematar el fallo olvid¨¦ tambi¨¦n poner el nombre de la persona con quien me quer¨ªa comunicar, y tan s¨®lo en el encabezamiento aparec¨ªa el nombre, sin apellidos, de ¨¦sta.

Una vez hube reparado en mi error lament¨¦ las casi 40 pesetas que invert¨ª en tal in¨²til acci¨®n, casi seguro de que nunca llegar¨ªa a su destino.

Cu¨¢l no ser¨ªa mi sorpresa, una vez estuve de vuelta en Madrid, cuando al ponerme en contacto con la persona a quien iba dirigida la carta ¨¦sta me inform¨® de que la misiva hab¨ªa llegado sana y salva desde donde la envi¨¦. Asombrado, le pregunt¨¦ c¨®mo era posible que habiendo confundido el n¨²mero de la casa y no escribiendo ning¨²n nombre completo hubiera acabado en sus manos aquel desaguisado. Me dijo entonces que la mujer que repart¨ªa el correo, esa ma?ana, hab¨ªa ido casa por casa preguntando en cada una de ellas si viv¨ªa alguien cuyo nombre coincidiese con el que hab¨ªa en el encabezamiento, hasta dar con el lugar correcto.

No s¨¦ si esto ser¨¢ algo habitual para los empleados de correos, pero de todas formas me gustar¨ªa felicitar desde aqu¨ª al cartero responsable de la haza?a, por su profesionalidad y por su esfuerzo en el cumplimiento de su obligaci¨®n. Si todos los empleados p¨²blicos mostraran la misma diligencia en el cumplimiento de su trabajo ser¨ªamos la envidia del continente.-