57 soldados espa?oles se convierten en rehenes de los musulmanes de Mostar
Los musulmanes viven como topos en el casco viejo, sin electricidad ni gasolina y bebiendo agua contaminada
![Miguel ?ngel Villena](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F9458f660-e7f5-46ca-b675-7dc655f1b22d.png?auth=72374651f50d5e94f65c14aac0db0704c2482e399bf4b3056ae9b0b0b8708b6c&width=100&height=100&smart=true)
Un total de 57 cascos azules espa?oles permanecen en la ciudad bosnia de Mostar rehenes de la poblaci¨®n musulmana, que ayer permiti¨® la salida de 80 civiles que hab¨ªan llegado el mi¨¦rcoles en un convoy de ayuda humanitaria. Los musulmanes pretenden utiliza como escudo a los oficiales y soldados de la Agrupaci¨®n Canarias ante el temor a una ofensiva croata a gran escala. Los bombardeos registrados ayer aconsejaron al coronel ?ngel Morales negociar con la Armija (Ej¨¦rcito musulm¨¢n) la salida de los civiles para evitar v¨ªctimas.
ENVIADO ESPECIAL
El militar espa?ol insisti¨® en que los cascos azules permanecen como rehenes y prisioneros, contra su voluntad, en el barrio musulm¨¢n de Mostar. En cambio, la larga odisea acab¨® para 80 civiles -observadores de la ONU, los camioneros del convoy humanitario que entr¨® en la madrugada del jueves en Mostar con 200 toneladas de alimentos y medicinas, m¨¦dicos y periodistas.Tras la salida de los civiles, el coronel Morales se reuni¨® con autoridades militares y civiles del Consejo de Defensa croata (HVO) y de la Armija musulmana, as¨ª como con los responsables de las Fuerzas de las Naciones Unidas en la antigua Yugoslavia (Unprofor) para buscar una soluci¨®n al conflicto. La acci¨®n desesperada de los musulmanes al retener por la fuerza un convoy de ayuda humanitaria pretende llamar la atenci¨®n sobre su desesperada situaci¨®n y presionar a los negociadores de Ginebra. La reuni¨®n para buscar una salida al bloqueo de los cascos azules, que disponen de 12 blindados, comenz¨® pasadas las ocho de la tarde en el cuartel de Medjugorje, a unos 30 kil¨®metros de Mostar.
El responsable civil de Unprofor, Cedric Thornberry, se?al¨® que el Consejo de Seguridad de la ONU deber¨¢ discutir la situaci¨®n de Mostar, y elogi¨® el comportamiento de las tropas espa?olas.
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Agotado y fam¨¦lico
Mostar huele a cad¨¢veres, escombros y p¨®lvora
Semir Ardric tiene 54 a?os, los cabellos encanecidos y la misma mirada agotada y fam¨¦lica de los 30.000 resistentes musulmanes de Mostar, 20.000 de ellos refugiados de Bosnia central. Semir era propietario antes de la guerra de dos comercios de artesan¨ªa en el pintoresco casco antiguo, presidido por dos mezquitas de la ¨¦poca otomana, y donde cientos de miles de turistas deambulaban hace apenas dos veranos.Tiempos de miseria, debe pensar este antiguo comerciante cuando muestra el kilo de harina y las escasas legumbres que acaba de recibir como raci¨®n para toda una semana. "Una gran cat¨¢strofe, todo destruido y arruinado, nunca m¨¢s volver¨¢ Mostar a recuperar su esplendor y su riqueza. No queremos que se vaya el convoy ni las tropas espa?olas porque en ese momento los croatas nos matar¨¢n uno a uno", se?alaba Semir en la ma?ana de ayer, poco antes de la salida de los civiles del asediado barrio musulm¨¢n.
La misma expresi¨®n y el mismo gesto que los que han mostrado durante los ¨²ltimos tres d¨ªas las ancianas musulmanas que imped¨ªan el paso de los blindados al dibujar la forma de un cuchillo alrededor del cuello. El conflicto de Bosnia, con sus secuelas de limpiezas ¨¦tnicas y de matanzas, ha destrozado a estos musulmanes que antes de la guerra formaban una clase media y alta de comerciantes y profesionales frente a los serbios y los croatas, m¨¢s dedicados a la agricultura y a la industria.
"Mostar era de todos y por eso resistimos aqu¨ª para defender nuestras casas con un fusil en la mano. Ya nos hemos acostumbrado a todo, pero hasta hace dos a?os nadie hubiera imaginado tanta destrucci¨®n, tanta guerra entre antiguos vecinos". Quien as¨ª habla es Sanela, una antigua profesora de ingl¨¦s de la Universidad de Mostar, que trata de mantener una dignidad acad¨¦mica mientras empuja una carretilla cargada con bidones de agua.
Algunos manantiales subterr¨¢neos y las propias aguas del r¨ªo Neretva, que divide la l¨ªnea del frente entre croatas y musulmanes, sirven para beber o para cocinar. Sanela ha conocido los tiempos de una Mostar donde conviv¨ªan serbios, croatas y musulmanes, donde se levantaban iglesias cat¨®licas y ortodoxas junto a las mezquitas, donde funcionaban f¨¢bricas de aluminio y de helic¨®pteros en una pr¨®spera ciudad de 120.000 habitantes.
El valle del Neretva, con sus riquezas agr¨ªcolas, ha ayudado a mantener la resistencia de estos musulmanes, privados de., una retaguardia como los croatas y cuya ¨²nica v¨ªa de comunicaci¨®n. con el resto de Bosnia-Herzegovina es un camino de monta?a hasta Jablanica, tambi¨¦n bajo control de la Armija, a 20 kil¨®metros. Por esas pistas recorridas diariamente a pie o a caballo entran tambi¨¦n v¨ªveres, armas y municiones. Todo aquel que ya ha pasado la adolescencia y todav¨ªa no ha llegado a la ancianidad viste de uniforme y lleva un arma en un barrio musulm¨¢n donde no se mueve un dedo sin el permiso de la Armija.
Por ello, la pretendida espontaneidad de cientos de manifestantes que han retenido como rehenes a 150 personas y mantienen secuestrados a los 57 cascos azules espa?oles, aparece como una gran farsa en un sector musulm¨¢n donde la guerra y, por tanto, el Ej¨¦rcito, lo deciden todo. Pero nada m¨¢s lejos de un Ej¨¦rcito regular y organizado que estos guerrilleros de la Armija que no obedecen en absoluto a sus superiores militares o civiles en Sarajevo y que, nunca mejor dicho, hacen la guerra por su cuenta. Los habitantes de Mostar aparecen hoy como unos fan¨¢ticos en el marco de una escalada de odio y de muerte que har¨¢ muy dif¨ªcil una convivencia futura cuando alg¨²n d¨ªa las armas guarden silencio en Bosnia.
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