Atrapados entre Oriente y Occidente
Los dos millones de musulmanes bosnios tratan de defender un pa¨ªs que se muere
Armir tiene 30 a?os, es soltero y trabajaba como inform¨¢tico antes de la guerra. Viste pantalones vaqueros y camisetas de colorines, le encanta el vino, come carne de cerdo y no respeta, por supuesto, el mes del Ramad¨¢n. Ni se le ha pasado por la cabeza acudir en peregrinaci¨®n a La Meca. Pero este joven de pelo moreno y ensortijado se indigna cuando alguien le dice que no es un buen musulm¨¢n. Salvo la gente anciana, el resto de los dos millones de musulmanes de Bosnia-Herzegovina responden al perfil de Armir. Comunidad religiosa en el centro de Europa, sin un Estado que la proteja, los musulmanes tratan de defender un pa¨ªs que se les muere en medio de la indiferencia del resto del mundo, incluidos los pa¨ªses isl¨¢micos. Habitantes desde hace siglos de una tierra de frontera, los musulmanes bosnios tienen la cultura y la cabeza de Occidente y los sentimientos y la religi¨®n de Oriente.Bosnia-Herzegovina, la martirizada rep¨²blica de 4,5 millones de habitantes de los que alrededor del 40% son musulmanes, es la ¨²nica naci¨®n con toda seguridad en Europa, y quiz¨¢ en el mundo, que se identifica por su religi¨®n y no por su lengua o su car¨¢cter ¨¦tnico. Encerrados hist¨®ricamente en una tenaza formada por los serbios y los croatas, Bosnia siempre ha dependido y ha estado integrada en imperios o Estados poderosos. Bajo el dominio turco desde mediados del siglo XV hasta finales del XIX, ¨¦poca en la que una parte de la poblaci¨®n se convirti¨® al islam, el imperio austr¨ªaco control¨® el pa¨ªs hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial. Integrada a partir de 1921 en Yugoslavia, Bosnia nunca ha logrado ser independiente en su tormentosa historia.
Equilibrios entre naciones
Posteriormente, el delicado juego de equilibrios entre naciones y religiones que practic¨® el mariscal comunista Tito durante su dictadura otorg¨® a Bosnia-Herzegovina un nominal estatuto de naci¨®n. La relativa industrializaci¨®n de la que se benefici¨® Bosnia, la aparici¨®n de clases medias urbanas y profesionales en ciudades como Sarajevo, Zenica o Mostar y el deseo de evitar fricciones con otras rep¨²blicas elevaron el rango de la comunidad musulmana en la Constituci¨®n yugoslava de 1974. Pero estos rasgos de especifidad pertenecen a la historia, y a ellos se han agregado dram¨¢ticamente otros.
Como se?ala Mustaf¨¢ Ceric, el l¨ªder de los musulmanes de Bosnia, "somos especiales porque hemos sido asesinados impunemente por los serbios, porque la comunidad internacional nos ha abandonado y porque no somos lo suficientemente europeos para ser protegidos por Europa ni sobradamente orientales para recibir el apoyo de los pa¨ªses isl¨¢micos. Tenemos una educaci¨®n occidental, pero sentimientos orientales".
Quiz¨¢ sea este cruce, esta mezcla, la que ha actuado como una guillotina en esta guerra de los Balcanes, donde la limpieza ¨¦tnica ha sido la consecuencia m¨¢s desastrosa del auge de los nacionalismos tras la ca¨ªda del bloque comunista. V¨ªctimas principales de este conflicto, con cerca de 30.000 mujeres musulmanas violadas por los serbios como uno de los hechos m¨¢s repugnantes, los seguidores del islam no han contado con la protecci¨®n de otros Estados cercanos, como es el caso de las minor¨ªas serbias y croatas de Bosnia.
En busca de una salida
Ahora, con un pa¨ªs a punto de ser dividido en la conferencia de paz de Ginebra, los musulmanes buscan desesperadamente una salida al mar y un acceso al r¨ªo Danubio que les permita respirar en medio de la opresi¨®n militar y econ¨®mica de sus vecinos serbios y croatas. La perspectiva de una partici¨®n ha radicalizado a sectores de la Armija, Ej¨¦rcito de mayor¨ªa musulmana fiel al Gobierno de Sarajevo, y a grupos pol¨ªticos y religiosos. Las ofensivas serbias y croatas de los ¨²ltimos meses han fragmentado el territorio en poder de los musulmanes, cuya cadena d¨¦ mando no funciona y cuyas fuerzas padecen la falta de armas por el embargo internacional.
"Europa es culpable de perseguir a los musulmanes", manifiesta sin rodeos Mustaf¨¢ Ceric en su despacho de la mezquita de los zares, en Sarajevo. "Creo", a?ade, "que por dos razones. De un lado, el complejo de culpa por los excesos cometidos durante las colonizaciones, y en segundo lugar, por el sentimiento de inferioridad frente a la cultura isl¨¢mica. No se entender¨ªa si no fuera as¨ª que Occidente haya permitido la destrucci¨®n de ciudades enteras o los asesinatos en masa". En parecidos t¨¦rminos se expres¨® recientemente el m¨¢ximo comandante militar de la Armija, Rasim Delic, que pugna estos d¨ªas por mantener unido a un Ej¨¦rcito cada vez m¨¢s disperso y a las ¨®rdenes de cabecillas que se radicalizan seg¨²n se aleja la posibilidad de una intervenci¨®n occidental en Bosnia.
Entretanto, la religiosidad de los dos millones de musulmanes bosnios sigue te?ida de aspectos relajados y tolerantes. Las mezquitas forman parte m¨¢s del patrimonio art¨ªstico que de centros religiosos, y s¨®lo una minor¨ªa se dedica a estudiar el Cor¨¢n. A pesar de los miedos de las canciller¨ªas occidentales por un rebrote de integrismo isl¨¢mico en el centro de Europa -un temor alentado por serbios y croatas durante toda la guerra-, los bosnios musulmanes siguen viviendo m¨¢s el islam como un conjunto de tradiciones y una filosof¨ªa tolerante de vida que como una religi¨®n llena de normas y liturgias.
Tanto los dirigentes religiosos como militares se niegan con u?as y dientes a cualquier posibilidad de divisi¨®n de su pa¨ªs. "Hemos sido multi¨¦tnicos y multirreligiosos durante siglos y as¨ª permaneceremos", manifiestan de modo tajante.
La evoluci¨®n de la guerra de los Balcanes puede darle la raz¨®n a Zdravko Grebo, uno de los integrantes de la presidencia colegiada de Bosnia-Herzegovina.
"Quieren crear una reserva musulmana, como las que existen en Norteam¨¦rica para los indios s¨®lo que con menos tierra. La ¨²nica industria que estar¨¢ al alcance de los musulmanes ser¨¢ el turismo: la gente vendr¨¢ y pagar¨¢ por ver a los ¨²nicos musulmanes originarios de Europa".
Muerte en el nombre de Dios
Centenares de mezquitas, de iglesias cat¨®licas y de templos ortodoxos han sido destruidos o gravemente da?ados por las bombas en Bosnia-Herzegovina desde que comenzara la guerra, en abril de 1992.Al comp¨¢s de los bombardeos y de los asesinatos masivos, el factor de radicalizaci¨®n religiosa tambi¨¦n ha manchado de sangre este conflicto. Una sociedad que fue tolerante para dar respetuoso cobijo a tres religiones distintas ha acentuado el odio hacia el enemigo en nombre de unos dioses que ahora est¨¢n enfrentados en el campo de batalla.
Soldados que exhiben medias lunas o cruces cat¨®licas u ortodoxas dan fe en las l¨ªneas del frente o en los controles militares de que el conflicto de Bosnia ha derivado tambi¨¦n en una lucha de religiones.
En los tres bandos en litigio los s¨ªmbolos religiosos est¨¢n adquiriendo cada d¨ªa m¨¢s protagonismo.
As¨ª se explica la creciente aparici¨®n de sectores radicales isl¨¢micos, que llevan el Cor¨¢n como bandera; los m¨¹es de peregrinos cat¨®licos que acuden a la ermita de Medjugorje, situada junto al cuartel general de los cascos azules espa?oles y a apenas 20 kil¨®metros de las zonas de combate o la adoraci¨®n que los serbios profesan por el monasterio de Gracanica, una joya de la arquitectura bizantina en el coraz¨®n del Kosovo alban¨¦s.
Salvo honrosas excepciones, las autoridades religiosas no han escapado al furor de la artiller¨ªa y han justificado, como en tantos otros conflictos b¨¦licos, la guerra santa contra el adversario.
En el nombre de Dios tambi¨¦n se ha asesinado, violado y destruido en este anta?o ejemplo de convivencia religiosa que se llama Bosnia-Herzegovina.
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