Rectificaci¨®n

Referente a mi carta del 8 de agosto de 1993, considero justo hacer la siguiente rectificaci¨®n. En ella contaba el caso de una amiga que dio a luz en un hospital p¨²blico y tuvo que pagar cierta cantidad de dinero por recibir anestesia. Este hecho, que ella consider¨® lo habitual y por tanto no denunci¨®, afortunadamente no es m¨¢s que una pr¨¢ctica irregular que nada tiene que ver con el normal funcionamiento de la Seguridad Social. Mi reconocimiento al Ministerio de Sanidad por el inter¨¦s en investigar y aclarar este asunto, que ellos mismos han calificado de intolerable.En cuanto al resto de mi carta, sigo. reivindicando el derecho de las mujeres a no ser discriminadas respecto a otros pacientes de la Seguridad Social, o respecto a otras embarazadas tratadas por los mismos m¨¦dicos, pero en sus consultas privadas. Que a una mujer la obliguen a parir con sufrimiento, cuando ¨¦ste ya es evitable y ella lo quiere evitar me parece una brutalidad sin sentido. Esta no discriminaci¨®n s¨®lo se conseguir¨¢ si somos nosotras las que -previa informaci¨®n de los pros y los contras- decidimos tener o no un parto sin dolor gracias a la anestesia epidural (curiosamente, no cuestionada en otro tipo de intervenciones) y si se nos garantiza un trato digno y respetuoso, del que nos vemos privadas con demasiada frecuencia. El derecho a escoger toc¨®logo, anunciado por nuestra nueva ministra, es un paso importante en esta direcci¨®n, pero en ning¨²n caso debe ser el ¨²nico-