Demasiada oscuridad
UN APAG?N que afect¨® a casi toda Catalu?a el pasado d¨ªa 24 y dej¨® sin luz a cinco millones de usuarios fue el pr¨®logo de otro que se produjo el lunes pasado y afect¨® a 200.000 consumidores de Arag¨®n. Ambos han puesto de manifiesto que, a pesar del esfuerzo de modernizaci¨®n de los ¨²ltimos a?os, todav¨ªa quedan muchas instalaciones, si no obsoletas, si incapaces de responder ante determinadas eventualidades. El interruptor que fall¨® en Arag¨®n tiene m¨¢s de 25 a?os, una edad habitual en muchas instalaciones. La estaci¨®n transformadora que se averi¨® en Barcelona por la ca¨ªda de un rayo tambi¨¦n es antigua, aunque en los ¨²ltimos a?os se haya modernizado. Pero esa modernizaci¨®n, que la convirti¨® en autom¨¢tica, prescindiendo de todo el personal de la planta, puede no ser ajena a la cadena de acontecimientos que dejaron casi toda Catalu?a sin luz.El apag¨®n catal¨¢n, el m¨¢s espectacular, deja claro que una red el¨¦ctrica de transporte modernizada gracias a los Juegos Ol¨ªmpicos no es inmune a los accidentes. Un accidente provocado por un rayo, que en condiciones normales habr¨ªa afectado a unos cientos de miles de personas, acab¨® perjudicando a cinco millones al fallar unos sistemas de protecci¨®n de la red, pero pudo dejar a oscuras a muchos m¨¢s de no haber funcionado correctamente otros mecanismos protectores. Este encadenamiento infernal es consecuencia directa de la propia estructura del transporte de electricidad: una red fuertemente interconectada que unifica todo el sistema espa?ol. Esta red es, desde el punto de vista t¨¦cnico, un gran avance, al optimizar los recursos de producci¨®n de que dispone el pa¨ªs y mejorar su transporte. La contrapartida, si su gesti¨®n no es la adecuada, es la posibilidad de que un d¨ªa toda Espa?a se levante sin luz.
Tras el apag¨®n, ning¨²n t¨¦cnico ha hablado de abultadas deficiencias en las instalaciones. Sin embargo, como m¨ªnimo, algo deber¨¢n mejorar los sistemas pararrayos para que otra descarga no se vuelva a colar por donde no debe, y tendr¨¢ que verse c¨®mo se modifican los sistemas de protecci¨®n en los transformadores para que sea menos probable que fallen en el momento m¨¢s inoportuno. Tambi¨¦n habr¨¢ que ver que puede hacerse para que un incendio que se estuvo incubando durante 20 minutos no fuera detectado o no se pudiera hacer nada para cortarlo a tiempo. Y ser¨¢ necesario estudiar c¨®mo debe funcionar una red cuando se avecina una tormenta cargada de energ¨ªa para que un apag¨®n general tenga menos posibilidades de darse, ahora que se sabe que no aguant¨®.
Todo eso debe exigirse a las compa?¨ªas el¨¦ctricas que tienen la responsabilidad de garantizar al ciudadano un servicio de calidad y constante, sin interrupciones. Igual que debe exigirse una informaci¨®n veraz de los hechos, sin sesgos interesados ni tecnicismos que la alejen de los ciudadanos afectados. El espect¨¢culo de la disputa t¨¦cnica entre las compa?¨ªas el¨¦ctricas y la sociedad p¨²blica Red El¨¦ctrica de Espa?a, cuya misi¨®n es la gesti¨®n de la red de transporte integrada, sobre la responsabilidad de cada cual en el apag¨®n descubre una penosa lucha de intereses, cuando cab¨ªa esperar un l¨®gico consenso t¨¦cnico en el diagn¨®stico del accidente. No deja de ser parad¨®jico que las industrias que suministran luz quieran dejar a oscuras al ciudadano sobre su responsabilidad.
En un sector cuya planificaci¨®n y regulaci¨®n est¨¢n amparadas p¨²blicamente atendiendo, entre otras razones, a la seguridad del suministro, el ciudadano tiene derecho a conocer con detalle las causas de una alteraci¨®n tan grave en un servicio b¨¢sico y las acciones que las autoridades han arbitrado para evitar que se repitan episodios similares. Ocasi¨®n tanto m¨¢s propicia para el esclarecimiento en la medida en que durante la actual legislatura ver¨¢ la luz una nueva Ley de Ordenaci¨®n del Sector El¨¦ctrico.
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