La aparici¨®n del tesoro de Pr¨ªamo enfrenta a cuatro pa¨ªses en una nueva guerra de Troya
Las joyas descubiertas en 1874 estaban escondidas desde finales de la II Guerra Mundial
El llamado tesoro de Pr¨ªamo -un conjunto de joyas de oro y otros 8.750 artefactos, descubierto por el arque¨®logo alem¨¢n Heinrich Schliemann en 1874 en la antigua Troya, a las afueras del pueblo turco de Hissarlik, cerca de los Dardanelos, y atribuido equivocadamente a uno de los h¨¦roes de la guerra relatada por Homero- ha reaparecido tras perderse su pista a finales de la II Guerra Mundial. Se encuentra en Rusia, en el Museo Pushkin de Mosc¨². Pero ahora la ¨²ltima guerra de Troya enfrenta a rusos, alemanes, griegos y turcos; todos ellos con alguna raz¨®n para reclamarlo.
Las sospechas de que, tras entrar victoriosas en Berl¨ªn, las tropas de Ej¨¦rcito Rojo se llevaron el tesoro como bot¨ªn de guerra, para desaparecer posteriormente en almacenes secretos y en el laberinto burocr¨¢tico sovi¨¦tico, se han confirmado. Tras el hundimiento de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, los especialistas rusos empezaron a aportar pruebas inequ¨ªvocas, entre las que se encontraban inventarios y fotograf¨ªas originales del traslado de las joyas a la URSS. En ellas, un observador minucioso pod¨ªa reconocer a una, entonces, joven arque¨®loga, la hoy directora del Museo Pushkin, Irina Antonova.Este personaje, a quien le ha tocado el papel menos agradecido de todo el asunto, con un proceder t¨ªpicamente estalinista neg¨® durante todos estos a?os la existencia de las joyas. S¨®lo ahora, ante la evidencia innegable, ha contado en una entrevista a Literat¨²rnaya Gazeta que desde que lleg¨® a Mosc¨² a finales de 1945, s¨®lo un bedel tuvo acceso al tesoro.
Arrebato po¨¦tico
La subdirectora del museo, Irina Danilova, ha sido m¨¢s precisa, indicando que parte del tesoro se encuentra en un almac¨¦n estatal, y que probablemente no todas las piezas est¨¢n en Mosc¨², aunque ella desconoce su paradero. Al ministro de Cultura ruso, Yevgueni Sidorov, le dio un arrebato po¨¦tico al relatar los momentos en los que tuvo las joyas en sus manos. "Tuve en las manos unos recipientes de un suave brillo dorado que irradian un calor y una energ¨ªa de milenios, lo que me dej¨® estupefacto", dijo.Tras conocerse el paradero de la colecci¨®n de Schliemann, ha empezado una batalla que no enfrenta a aqueos y troyanos, sino a Rusia, Grecia, Turqu¨ªa y Alemania. El Gobierno de Atenas sue?a con ser el primero en mostrar las joyas al p¨²blico, y quiere hacerlo en el palacete donde viv¨ªa Schliemann con su esposa griega, Sophia, en la capital helena. La idea no es suya, sino del propio presidente ruso, Bor¨ªs Yeltsin, quien en la visita oficial que realiz¨® en junio pasado a Grecia prometi¨® prestar a los griegos la colecci¨®n ¨²nica de las' excavaciones de Troya, que se encuentra en nuestros museos, para exponerla mundialmente por primera vez". Inmediatamente, desde c¨ªrculos gubernamentales turcos se lanzaron afirmaciones de que Ankara, por medios diplom¨¢ticos, har¨ªa todo lo posible para que el tesoro volviese a su pa¨ªs de origen.
Pero quienes m¨¢s aspiran a recuperarlo son sus ¨²ltimos propietarios legales, la Fundaci¨®n del Patrimonio Cultural Prusiano, que pide que sea devuelto a Berl¨ªn, de donde se lo llevaron los sovi¨¦ticos. Los alemanes est¨¢n indignados porque consideran que han sido pasados por alto. Nadie ha pensado en ellos cuando se barajaban las posibilidades de exponer en Atenas, Mosc¨² o Turqu¨ªa. Schliemann, recuerdan en Berl¨ªn, regal¨® en 1881 toda su colecci¨®n a la Alemania imperial que acababa de unificarse, "en propiedad eterna y para que sea guardada indivisiblemente en la capital del imperio".
Lo ¨²nico cierto, por el momento, es que sigue en poder de Rusia, aunque, tras las primeras escaramuzas, el propio Sidorov hizo marcha atr¨¢s sobre el pr¨¦stamo ofrecido por Yeltsin a Atenas, indicando que la exposici¨®n se realizar¨¢ en el Museo Pushkin, en cuyos s¨®tanos se encuentra la mayor parte del tesoro. Los griegos, sin embargo, no han renunciado del todo. La ministra de cultura griega, Dora Bakoiannis, sigue esgrimiendo argumentos hist¨®ricos y emocionales, y tiene previsto un viaje a Mosc¨², a finales de este mes, para sondear el terreno.
Negociaciones
En la capital rusa, sin embargo, parece haber cambiado el rumbo de las cosas. Valeri Kuliechov, un alto cargo del Ministerio de Cultura, acaba de anunciar que se negociar¨¢ con Alemania, probablemente en noviembre. Y no s¨®lo de las joyas de Troya, sino de muchas cosas m¨¢s que languidecen en almacenes e iglesias abandonadas, el incre¨ªble bot¨ªn de guerra que se llevaron los sovi¨¦ticos de las cenizas del III Reich.El senador de Cultura de Berl¨ªn, Ulrich Rholoff-Momin, de quien depende la Fundaci¨®n Prusiana, cree que, "seg¨²n el derecho internacional, el tesoro, sin duda, debe estar en Berl¨ªn". Rholoff-Momin indic¨® que ya dijo lo mismo en Dresde, en febrero pasado, cuando Alemania y Rusia negociaron sobre el patrimonio cultural robado en la posguerra. En opini¨®n del senador, "est¨¢ muy bien" que este patrimonio de la humanidad pueda ser expuesto, pero "el hecho de no contar con el propietario en las relaciones culturales internacionales es una cosa inaudita".
Babelia
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