Salam, Shalom
LA DEBILIDAD de Yasir Arafat resultante de su equivocada opci¨®n en la guerra del Golfo ha acabado resultando un factor decisivo para la paz en la regi¨®n. Abandonada por algunos de los pa¨ªses que hasta entonces la hab¨ªan sostenido y financiado, la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina (OLP), presionada a la vez por el radicalismo integrista, ha evolucionado hacia posiciones negociadoras realistas, y ese realismo se ha contagiado tambi¨¦n a los israel¨ªes. El resultado es el abandono de la mutua intransigencia en aras de un compromiso que ha hecho caer obst¨¢culos que parec¨ªan infranqueables: decir en voz alta que los ¨¢rabes reconocen a Israel y, simult¨¢nea y consecuentemente, hacer que los jud¨ªos acepten la idea de la convivencia en los territorios ocupados.Cuando concluy¨® la guerra del Golfo con la derrota estrepitosa de Sadam Husein, Arafat, que hab¨ªa sido uno de los escasos apoyos con que pudo contar el l¨ªder iraqu¨ª, parec¨ªa terminado. La ignominiosa manera con que Kuwait trat¨® a los palestinos pareci¨® el anuncio de lo que estaba por ocurrir en todo el Pr¨®ximo Oriente. Se hubiera dicho que la evidente consecuencia final ser¨ªa la defenestraci¨®n de Arafat. No lo fue: nadie contaba con su extraordinaria capacidad de supervivencia. Y lo ¨²nico que sucedi¨® fue que, para sobrevivir en casa, el l¨ªder palestino se vio obligado a pactar con el enemigo y forzar as¨ª a su propio campo a salir del marasmo de incertidumbre.
Al enemigo, Israel, tambi¨¦n le cost¨® gran trabajo aceptar que la negociaci¨®n de la paz no pod¨ªa ser circunscrita a los palestinos de los territorios ocupados. Ten¨ªa que establecerse con todos los palestinos, con los millones de ¨¢rabes de la di¨¢spora. Por esta raz¨®n, la paz deb¨ªa negociarse intentando desviar la mirada de lo que ocurr¨ªa en Gaza, tanto con la Intifada como con la rebeli¨®n de los fundamentalistas palestinos de Ham¨¢s, y de lo que previsiblemente seguir¨ªa ocurriendo en la franja sur de L¨ªbano con el hostigamiento del Ej¨¦rcito israel¨ª por los fundamentalistas de Hezbol¨¢ controlados desde Ir¨¢n. Pero, sobre todo, deb¨ªa contemplarse desde la premisa de que la presencia de colonos jud¨ªos en los territorios ocupados no era esencial para la seguridad de Israel, sino probablemente para la paz global. Y as¨ª, dando aqu¨ª y cediendo all¨¢, aprovechando la debilidad de Arafat y el cansancio de los israel¨ªes con una guerra que dura ya casi medio siglo, se ha llegado al triunfo t¨ªmido de la paz.
Que nadie se llame a enga?o: es una paz todav¨ªa instalada sobre un barril de dinamita. Pero como dec¨ªa el novelista israel¨ª Amos Oz justo antes del estallido de la guerra del Golfo, "sigo pensando que [la OLP] es nuestro enemigo; s¨®lo que resulta que la paz debe hacerse con el enemigo. Nunca cre¨ª que el autogobierno, la soberan¨ªa, la naci¨®n, fueran condecoraciones obtenidas por buen comportamiento; si fuera as¨ª, las tres cuartas partes de las naciones del mundo deber¨ªan ser privadas de su independencia. No; el juego se llama supervivencia". Y terminaba recordando que la necesaria negociaci¨®n con la OLP "no es una cuesti¨®n de sentimientos;. mi eslogan respecto de los palestinos es 'haced la paz, no el amor". Por fin ha llegado la hora.
Ahora son precisas dos acciones internacionales. La primera, para derrotar a quienes tienen a¨²n miedo a la paz: aquellas naciones ¨¢rabes que a¨²n son reticentes al acuerdo Israel-OLP. Si se ha producido el endoso del plan por parte del rey Hussein de Jordania, es indispensable que Hafed el Asad -el m¨¢s formidable antagonista del Gobierno israel¨ª- haga lo propio desde Siria; no tiene m¨¢s que bazas que ganar en la evacuaci¨®n de los altos del Gol¨¢n y en la pacificaci¨®n del sur de L¨ªbano. Por el momento, Asad ha estado cauteloso al declarar a trav¨¦s de un portavoz que los propios palestinos deben aprobar lo que consideren id¨®neo. Un respaldo firme contribuir¨ªa a neutralizar los disparatados gritos de "traici¨®n a la causa ¨¢rabe" provenientes de Teher¨¢n. Probablemente tambi¨¦n convencer¨¢ a las facciones m¨¢s radicales de la OLP (sobre todo, el Frente Democr¨¢tico para la Liberaci¨®n de Palestina) de que es absurdo quedarse solos en la inutilidad de la guerra.
La segunda acci¨®n requiere conseguir que Estados Unidos, la CE, las monarqu¨ªas conservadoras del Golfo, se decidan a prestar viabilidad econ¨®mica al plan de autonom¨ªa de Gaza y Jeric¨®. Los palestinos necesitan ayuda. No se trata s¨®lo de una asistencia que les permita desarrollarse; se trata de hacer que el experimento sea un ¨¦xito.
El mundo se encuentra a un paso de resolver el conflicto m¨¢s sangriento, injusto y prolongado de la posguerra. Si lo consigue, nadie habr¨¢ merecido como los palestinos que se les desee la paz en hebreo, shalom. Y los israel¨ªes ser¨¢n m¨¢s acreedores que nadie al salam ¨¢rabe.
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