Un ciego que ve¨ªa
El primero de la tarde le peg¨® una arrancada incierta al pe¨®n que sali¨® a recibirlo, y cundi¨® el p¨¢nico. Cuajado, serio y de respetable cornamenta, el toro gallito se hizo amo del redondel. Nadie se atrev¨ªa ni siquiera a citarlo de lejos, Ni?o de la Capea disimulaba por all¨ª haciendo que pon¨ªa a punto el capote, los peones merodeaban por all¨¢, susurr¨¢ndose breves palabras (parec¨ªa que se estaban vendiendo papelinas), y en esto que El Jaro, banderillero de reconocida veteran¨ªa, tom¨® una heroica decisi¨®n: avanz¨® por el tercio hacia el palco presidencial, hizo un gesto como indicando que el toro no ve¨ªa, y el presidente se apresur¨® a sacar el pa?uelo verde, ante la sorpresa del p¨²blico y su general protesta. Porque el ciego, ve¨ªa. El toro ciego lo ve¨ªa todo.El toro supuestamente ciego ve¨ªa c¨®mo Ni?o de la Capea, El Jaro y compa?eros m¨¢rtires se guarec¨ªan en el burladero con expresi¨®n de alivio, ve¨ªa a los cabestros haciendo el mariquita por el albero y poni¨¦ndolo perdido de cagall¨®n, ve¨ªa bullir al cabestrero que enarbolaba amenazante garrota, ve¨ªa una mosca volar. Eso en el ruedo, pues si del tendido se trataba, a¨²n ten¨ªa mejor orientaci¨®n, y ve¨ªa a un aficionado de barrera que manifestaba su disgusto a grandes voces; m¨¢s arriba a Mari Luz la de los azules ojos, bien acompa?ada; m¨¢s arriba al grupo de bellas amazonas; m¨¢s arriba, al tonto de la comarca, y m¨¢s arriba, la bandera espa?ola.
Garc¨ªa / Ni?o de la Capea, Litri, Jesul¨ªn
Toros de Alejandro Garc¨ªa, devueltos 1? injustificadamente y 5? por cojo; con trap¨ªo incluido sobrero, inv¨¢lidos. Segundo sobrero de Fernando Pe?a, con trap¨ªo y casta, sospechoso de pitones. Ni?o de la Capea: Pinchazo bajo, bajonazo descarado y rueda de peones (silencio); estocada trasera ladeada y rueda de peones (silencio). Litri: pinchazo y bajonazo escandaloso (silencio); estocada (silencio). Jesul¨ªn de Ubrique: estocada corta ladeada (oreja); pinchazo trasero bajo y media trasera; el presidente le perdon¨® un aviso (dos orejas); sali¨® a hombros.Plaza de San Mart¨ªn, 10 de septiembre. Segunda de feria. Cerca del lleno.
Luego ya no ver¨ªa nada el hermoso toro, pues lo metieron en oscuro corral para apuntillarlo, por determinaci¨®n de la autoridad incompetente que hab¨ªa hecho caso de la listeza de un banderillero. Y van dos. El d¨ªa anterior fue Monaguillo de Colombia, quien se neg¨® a banderillear, pidi¨® cambio de tercio y el presidente obedeci¨® de inmediato. El bodrio legal ese que llaman reglamento trae estas consecuencias, y toda la torer¨ªa se est¨¢ pasando la fiesta por donde no hace falta decir.
?Hab¨ªa un toro en plaza? Pues hizo as¨ª un banderilero y ya no hab¨ªa toro. El toreo, convertido en arte de birlibirloque. La ma?a trilera aplicada a la lidia. Naturalmente despu¨¦s de eso los toros que salieron estaban inv¨¢lidos y ni el llamado Ni?o de la Capea ni el llamado Litri los supieron torear, pero sab¨ªan poner cara de mal contenido sufrimiento. Ense?aban el piquito de la muleta, acud¨ªa el zarrioso toro, en ¨¦stas que se desplomaba, y hac¨ªan ademanes de contrariedad. Jesul¨ªn de Ubrique, en cambio, aprovech¨® lo que ten¨ªa, porfi¨® pases, pendul¨® pa?osas en la cercan¨ªa del pit¨®n, dio circulares tomados de espaldas, se tir¨® de rodillas y provoc¨® el entusiasmo del p¨²blico. Buen triunfo alcanz¨® en la tarde de autos Jesul¨ªn.
El quinto estaba renco. Devuelto al corral, salt¨® a la arena un sobrero cuyas embestidas regateaba precipitado Litri, y en eso consisti¨® la faena. Sin embargo antes hubo pol¨¦mica entre el empresario y la afici¨®n. Aquel aduc¨ªa que s¨®lo estaba obligado a disponer de un sobrero, y ya hab¨ªa salido. Y la afici¨®n respond¨ªa que el nuevo sobrero lo pagara El Jaro, por haber provocado la devoluci¨®n de un toro ciego que lo ve¨ªa todo.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.