"El hambre nos hizo subir a cubierta"
Un mes de traves¨ªa infernal para los polizones del 'Herm Schepers'
"Ten¨ªamos tanta hambre que no aguantamos m¨¢s y salimos de la bodega", cuenta Clements Pitas, de 23 a?os, uno de los seis polizones que ha permanecido m¨¢s de un mes hacinado en un pa?ol del Herm Schepers. Los pasajeros clandestinos subieron a la cubierta del mercante, donde fueron descubiertos por la tripulaci¨®n. "No nos conoc¨ªamos. Nos encontramos en el barco, pero ahora somos todos muy buenos amigos", dice Pitas. Los seis polizones no se quejan del trato recibido por los dos capitanes del barco alem¨¢n.
"Trabajamos durante dos semanas, justo despu¨¦s de partir de Duala [Camer¨²n]". El nigeriano Pitas asegura que ¨¦ste fue el tiempo que mejor pasaron a bordo. "Por lo menos est¨¢bamos ocupados y pod¨ªamos pasear por el barco", a?ade Pitas. Luego llegaba la noche y el encierro en el mismo pa?ol del mercante donde fueron descubiertos por los estibadores del puerto de Sagunto. "El capit¨¢n no quer¨ªa que nos escap¨¢ramos", comenta el poliz¨®n, con tono pausado y comprensivo."Lo peor era el calor y la falta de libertad", afirma Daniel Ndjock. La temperatura en el lugar donde estaban encerrados los africanos, seg¨²n testimonio de Ralf Kersten, uno de los capitanes del mercante, pod¨ªa llegar a temperaturas que rondaban los 60 grados cent¨ªgrados.
Aunque ellos no lo comenten, las personas que pudieron verles en Oporto (Portugal) y en el puerto valenciano de Sagunto comprobaron en la expresi¨®n de sus ojos que ten¨ªan, adem¨¢s, miedo y desesperaci¨®n.
Los polizones, que fueron acogidos por el Gobierno espa?ol el pasado martes como peticionarios de asilo, aseguran que aprovecharon la baja mar y el cobijo de la noche para introducirse en el barco. "Tuvimos mucha suerte de que no nos descubrieran", asegura Ndjock.
En el puerto de Duala, antiguo destino de los buques traficantes de esclavos, es normal que hombres armados hagan guardia para impedir la entrada de pasajeros indeseados en los barcos. Algunos lo consiguen, otros mueren en el intento.
Seg¨²n el capit¨¢n Kersten, muchos africanos sobornan a la tripulaci¨®n, "nunca al capit¨¢n", para acceder al barco y despu¨¦s son arrojados al mar en las costas africanas. "Nosotros no pagamos", aseguran los polizones de Herm Schepers.
Los seis africanos han visitado cuatro puertos europeos -Sagunto, Gibraltar, Rotterdam y Oporto- desde que embarcaron en Duala (Camer¨²n), el pasado 3 de agosto. En los 33 d¨ªas de traves¨ªa, los polizones han tenido ocasi¨®n de intercambiar sus experiencias.
Cada uno conoce, con mayor o menor detalle, la historia del otro. "Habl¨¢bamos mucho de c¨®mo ser¨ªa Europa, c¨®mo ser¨ªa la gente aqu¨ª", comenta Njdock."Ahora estamos contentos". "Somos felices". "Se portan muy bien con nosotros", aseguran los africanos.
Pasi¨®n por el f¨²tbol
El f¨²tbol es otra de las pasiones de los seis polizones. Este deporte fue, seg¨²n cuentan, uno de los temas m¨¢s recurrentes de la conversaci¨®n entre ellos durante la traves¨ªa.Ndjock, un camerun¨¦s de 19 a?os, tuvo que salir de su pa¨ªs, seg¨²n su testimonio, porque descubri¨® un cad¨¢ver y le acusaron del asesinato. Los motivos del resto del grupo para salir de su pa¨ªs son similares, excepto el de un ciudadano de Zanz¨ªbar que se pas¨® cuatro a?os encarcelado. Casi todos son hu¨¦rfanos y eran perseguidos por razones que rozan el delito o el odio. En ?frica, seg¨²n cuentan los polizones, la frontera entre lo pol¨ªtico y lo personal no est¨¢ tan clara.
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