El viento no pudo con el de Portugal

Tarde ventosa y molest¨ªsima para todos. Pero amain¨®, o tal pareci¨®, cuando Pedrito de Portugal actuaba. Se calm¨® el viento o qu¨¦. No mucho, ciertamente, que en ocasiones flameaba la muleta del portugu¨¦s, retrasada como es de rigor. Entonces, ?por qu¨¦ Pedrito cort¨® el bacalao mientras sus colegas quedaban a dos velas? No tuvo un lote lo que se dice excelso; habr¨¢ sido su mayor habilidad, su don de gentes, lo definitivo. El caso es que se llev¨® de calle a la plaza, y la banda como loca, venga a tocar, sin saber qu¨¦ es absentismo, porque no s¨®lo le toc¨® a Pedrito -con perd¨®n-, sino a todo bicho viviente, viniese o no a cuento.

Hablando de Pedrito habr¨¢ que decir, digo yo, que le cuesta cruzarse horrores, que adelanta la muleta s¨®lo cuando se confunde, y que se mueve, salvo cuando le da al apunte ojediano, que entonces se queda como un poste. En el quinto estuvo valiente y sac¨® muletazos a base de toques, permaneciento imp¨¢vido cuando el novillo se le par¨®.

El viento pareci¨® estar m¨¢s desatado con Gallego, que top¨® con lo peor del encierro, y con Rivera Ord¨®?ez. El salmantino no encontr¨® sitio donde torear a su primero que en un determinado momento se desentendi¨® de la muleta y se le fue directamente al cuerpo, y en el cuarto tampoco logr¨® acoplarse con su gazapeo.

Rivera Ord¨®?ez, en su primero corri¨® la mano en unos derechazos, pero estuvo desigual. Lo mat¨® haci¨¦ndole salir el estoque por la barriga, junto a los flequillos del torete, y parec¨ªa que orinaba sangre. En el sexto, floj¨ªsimo, fuera de cacho siempre; fue en el ¨²nico novillo que no son¨® 12 m¨²sica. Parece que a alguien se le ator¨® el instrumento.