Los autores acribillaron a un hombre desarmado el pasado d¨ªa 1
Doce implicados en el 'fusilamiento de La Jungla se entregan a la polic¨ªa por miedo a la ley gitana
El miedo a las represalias ha podido m¨¢s que el amor a la libertad. Doce de los 17 presuntos autores de los disparos que mataron a Honorio Bruno Silva, de 28 a?os, el pasadod¨ªa 1 en el poblado de La Jungla prefieren la c¨¢rcel a huir permanentemente de la familia del fallecido. "Es que va a haber venganza" sentencia Lola, una vecina del poblado (en Vic¨¢lvaro). Los 12 detenidos pertenecen auna misma familia (los Vargas Su¨¢rez, tambi¨¦n conocidos como el clan de la Juliana). Una condena judicial no zanjar¨¢ la disputa: "Cuando salgan de prisi¨®n tendr¨¢n que abandonar Espa?a" explica Lola.
El mi¨¦rcoles 1 de septiembre, Honorio Bruno se present¨® en el poblado de La Jungla, donde viven unas 50 familias dedicadas a la venta de sanitarios y muebles de cocina. Lleg¨® all¨ª a pesar de que hab¨ªa sido desterrado -en aplicaci¨®n de las leyes gitanaspor culpa de una disputa anterior que tambi¨¦n acab¨® a tiros, aunque no hubo v¨ªctimas. Los testigos de la muerte de Honorio reiteran que ¨¦ste iba desarmado y que sus agresores -unas veinte personas- le mataron por la espalda cuando intentaba huir, acompa?ado de tres gitanos de respeto que pretend¨ªan mediar en el conflicto (v¨¦ase -EL PA?S del 3 de septiembre)."El muerto es sobrino del t¨ªo Casiano [un conocido patriarca gitano] y ¨¦ste tomar¨¢ cartas en el asunto", a?ade Lola. Honorio mur?¨® por una venganza, y por miedo a ella se entregaron ayer a la polic¨ªa 12 personas presuntamente implicadas en los hechos. La polic¨ªa atribuy¨® los disparos a cuatro hombres en un primer momento, pero los testigos han dado los nombres de 17. Adem¨¢s de la docena que se present¨® ayer ante la polic¨ªa, otro m¨¢s se halla detenido desde el d¨ªa 9.
El d¨ªa del fusilamiento, las casas de la familia Vargas Su¨¢rez se vaciaron. Sus puertas permanecen precintadas desde entonces por causa de la investigaci¨®n, los porches sirven de cocina de juguete a los chavales del poblado y los sanitarios que ofrec¨ªan van desapareciendo poco a poco.
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