La hora de la verdad.
Durante tres d¨¦cadas, el r¨¦gimen autoritario de La Habana ha estado sujeto a implacables sanciones norteamericanas. El embargo, sin duda, ha da?ado a Cuba. Pero no ha logrado derrocar al Gobierno de Fidel Castro por tres razones muy sencillas.La primera es, y contin¨²a siendo, que la revoluci¨®n cubana no fue impuesta, como el comunismo en los Balcanes y la Europa central, por el Ej¨¦rcito Rojo. Por traicionada que muchos la consideren, fue un movimiento nacional, aut¨®ctono. Y nadie minimiza los logros revolucionarios en materia de educaci¨®n y salud.
En segundo lugar, Castro se ali¨® con el bloque sovi¨¦tico a fin de convertir a su r¨¦gimen en pieza de la guerra fr¨ªa y objeto de preocupaciones estrat¨¦gicas y recelos nucleares. La URSS recompens¨® a Cuba con un subsidio anual que logr¨® disfrazar, malamente, el p¨¦simo funcionamiento de la econom¨ªa cubana. Con o sin embargo norteamericano, la econom¨ªa de Cuba debi¨® funcionar con sus propios recursos y con el flujo de asistencia europea y canadiense.
Y, por ¨²ltimo, la persistente hostilidad de Washington le permiti¨® a Castro presentarse como el defensor de la dignidad, la soberan¨ªa y, a¨²n, la supervivencia de su pa¨ªs. David contra Goliat.
Hoy, el apoyo sovi¨¦tico se ha evaporado y la econom¨ªa cubana aparece, desnuda bajo las crudas luces de la posguerra fr¨ªa, como un fracaso inexcusable. Cuba copi¨®, irracionalmente, los peores aspectos de las econom¨ªas centralmente planificadas del bloque sovi¨¦tico. Empez¨® por denunciar el monocultivo, so?ando con la diversificaci¨®n industrial, y termin¨® donde empez¨®, como una rep¨²blica azucarera.
Pero, bajo esa misma luz, lo que persiste como un anacronismo fracasado es el embargo norteamericano, renovado y reforzado por la ley Torricelli. Gracias a estas medidas, Fidel Castro contin¨²a invocando la ¨²ltima, pero principal entre sus legitimaciones: ¨¦l es quien defiende a Cuba contra la persistente, y creciente, hostilidad de Estados Unidos.
Las sanciones econ¨®micas son medidas pasajeras y ad hoc. En Cuba no cumplen ya ninguna funci¨®n, salvo la de legitimar a Castro. Con un enemigo como Estados Unidos, dice el catedr¨¢tico de Harvard Jorge I. Dom¨ªnguez, Cuba no necesita amigos.
El embargo contra Cuba es un anacronismo p¨ªrrico. Se derrota a s¨ª mismo porque pospone la hora de la verdad en Cuba: el ajuste de cuentas que debe tener lugar entre el r¨¦gimen castrista y el pueblo cubano. Semejante ajuste, por definici¨®n, no puede ocurrir bajo la presi¨®n externa o la amenaza de sanciones. Como lo se?ala el m¨¢s destacado luchador por los derechos humanos dentro de la isla, Elizardo S¨¢nchez Santa Cruz, "el Gobierno cubano est¨¢ preparado para una larga y tenaz resistencia en la que no tomar¨ªa en cuenta los costes humanos... ".
En el mundo hisp¨¢nico evocamos a menudo el sitio de Numancia, la capital ib¨¦rica, por las tropas romanas de Escipi¨®n en el a?o 133 antes de Cristo. El sitio termin¨® s¨®lo cuando todos los habitantes de la ciudad -hombres, mujeres y ni?os- hab¨ªan perecido, de hambre o por propia mano. Nadie desea una Numancia cubana, por m¨¢s que ello excite la imaginaci¨®n de la ultraderecha en Miami o la nomenklatura ultraizquierdista en La Habana. Ambos, al cabo imagen invertida de si mismos, creen que pueden aprovecharse de un vac¨ªo pol¨ªtico en la isla. La ultraderecha lo llenar¨ªa con burdeles, casinos y narcotraficantes. Pero la ultraizquierda lo est¨¢ llenando ya con prostitutas, hambre y desigualdad. El hombre nuevo de los sue?os del Che Guevara es una pesadilla. Puede desembocar, si alguien tan siniestro como Jorge Mas Canosa gana la partida, en una guerra civil sangrienta, interminable.
La pol¨ªtica de dolarizaci¨®n de Fidel Castro s¨®lo conduce a Cuba por un camino de desigualdad y corrupci¨®n crecientes. La raz¨®n deb¨ªa prevalecer de ambos lados del estrecho de Florida. El presidente del Gobierno de Espa?a, Felipe Gonz¨¢lez, acaba de enviar a Cuba una misi¨®n econ¨®mica encabezada por el respetado ex ministro de Econom¨ªa Carlos Solchaga. La misi¨®n Solchaga ha recomendado que si Cuba quiere salvar sus conquistas revolucionarias en materia de salud, educaci¨®n e identidad nacional debe reformar su econom¨ªa a un ritmo veloz. Para Solchaga, esto significa privatizar las empresas rentables, dejar de subsidiar a las menos rentables y clausurar las absolutamente no rentables (el 40% de la actual planta industrial cubana). Solchaga impondr¨ªa un impuesto al valor a?adido (IVA) sobre el consumo y establecer¨ªa un impuesto sobre la renta basado en el principio de pagar m¨¢s mientras m¨¢s se gana. La injusta sociedad cubana de estos momentos, sin duda, reclama medidas como ¨¦stas. El mercado negro debe hacerse blanco. El campesino debe tener el derecho de comerciar libremente con el consumidor y de aportar su producto a los centros urbanos. Cuba es una de las m¨¢s f¨¦rtiles tierras agr¨ªcolas del mundo. Es absurdo que no pueda alimentarse a s¨ª misma.
Si Cuba logra, en cambio, seguir educ¨¢ndose, cur¨¢ndose y adem¨¢s se alimenta, habr¨¢ dado un gran paso para ser una econom¨ªa viable en el siglo XXI.
?Ser¨¢ tambi¨¦n una democracia? Desgraciadamente, despu¨¦s de la guerra fr¨ªa, las ilusiones de la libertad y la democracia han sufrido serios fracasos. El del comunismo hizo creer que el capitalismo era, por definici¨®n, un ¨¦xito. Sin la comparaci¨®n, las insuficiencias de la econom¨ªa de mercado se volvieron aparentes. Las irresueltas contradicciones sociales del capitalismo ya no son disimuladas por la cruzada anticomunista. Las naciones se fracturan, el desorden internacional prevalece, las metas democr¨¢ticas son abandonadas y un nuevo y deplorable modelo de real-politik levanta la cabeza.
China es el ejemplo principal. Se trata de una forma de capitalismo autoritario: la econom¨ªa de mercado sin libertad pol¨ªtica. Es tambi¨¦n el modelo vietnamita. Ha sido, por largo tiempo, el modelo coreano y el mexicano. Acaso sea el modelo que siga la ca¨®tica nebulosa que un d¨ªa se llam¨® la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Puede convertirse tambi¨¦n en el nuevo modelo cubano.
Ser¨ªa una l¨¢stima. Sin duda, Cuba es un pa¨ªs dificil, extra?o y exc¨¦ntrico en las Am¨¦ricas. Un pa¨ªs perseguido por la violencia y los sue?os. No en balde la mejor novela cubana de los ¨²ltimos a?os se llama So?ando en cubano y fue escrita en ingl¨¦s por una joven exiliada, Cristina Garc¨ªa. Cuba, como lo indica David Rieff en su fascinante libro sobre el exilio en Miami, es un pa¨ªs dado a crear im¨¢genes rom¨¢nticas de s¨ª mismo y de su pasado. Todo antes era rom¨¢ntico: el pasado colonial, las dictaduras de Machado y Batista, los reg¨ªmenes corruptos de Grau y Pr¨ªo Socarras. Quiz¨¢s, alg¨²n d¨ªa, Cuba acabar¨¢ por romantizar, nost¨¢lgicamente, los a?os de Fidel Castro. En un mundo de bur¨®cratas grises,
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