El legado de la Dietrich, para Berl¨ªn
Los objetos personales de la famosa actriz vuelven a la ciudad que la vio nacer
Est¨¢n las maletas con las que parti¨® hacia Hollywood. en 1930 en busca de la inmortalidad, pero falta la que, seg¨²n la famosa canci¨®n, Marlene Dietrich, se dej¨® olvidada en Berl¨ªn. El legado de la Dietrich, que muri¨® el 6 de mayo de 1992 en Par¨ªs, incluye objetos tan curiosos como el viol¨ªn con el que practicaba en su infancia, sus joyas o los regalos que le hicieron, entre otros, Ernest Hemingway, Josef von Sternberg, John Gilbert, Douglas Fairbanks jr. y Jean Gabin. Hay tambi¨¦n ba¨²les llenos con los vestidos que luci¨® en muchas de sus pel¨ªculas, desde El ¨¢ngel azul, de Stemberg, hasta Berl¨ªn-Occidente, de Billy Wilder, o modelos personales y exclusivos de Coco Chanel, H¨¦rmes o Pierre Cardin.Todo eso ha sido adquirido por la ciudad de Berl¨ªn para exponerlo en el museo que acompa?ar¨¢ a la futura Cinermateca Alemana, que estar¨¢ en la c¨¦ntrica plaza Potsdammer, y cuya inauguraci¨®n est¨¢ prevista en 1998. El senador encargado de cultura, Ulrich Roloff-Momin, y la hija y heredera de la actriz, Mar¨ªa Riva, firmaron el martes en Nueva York el contrato de venta. El legado incluye tambi¨¦n el propio archivo de la protagonista de Sed de mal, que contiene documentos que van desde sus a?os escolares, pasando por sus primeros ¨¦xitos en tiempos de la Rep¨²blica de Weimar, su madurez art¨ªstica en Estados Unidos, hasta sus ¨²ltimos a?os en Par¨ªs.
Los alemanes mantuvieron -y mantienen a¨²n- una dif¨ªcil y contradictoria relaci¨®n con la actriz, que renunci¨® a su nacionalidad, optando por la norteamericana, y que incluso actu¨® para las tropas aliadas durante la II Guerra Mundial. Para muchos fue una traidora a la patria. Lo cierto es que, desde su partida en 1930, s¨®lo volvi¨® en una ocasi¨®n a su pa¨ªs de origen, mediados los a?os sesenta, y fue recibida con disparidad de opiniones. Finalmente, quiso ser enterrada en la ciudad que la vio nacer.
M¨¢s all¨¢ de los objetos curiosos, que sin duda atraer¨¢n a mit¨®manos de todo el mundo, el legado de la Dietrich tiene una enorme utilidad para los estudiosos del s¨¦ptimo arte. Hay, por ejemplo, m¨¢s de 10.000 fotograf¨ªas, algunas de fot¨®grafos tan famosos como Steichen, Richee y Hurell; la totalidad de su biblioteca, con libros firmados y dedicados por sus autores, y sus m¨¢s importantes contratos profesionales. Igualmente importante es su correspondencia privada con personajes del calibre de Ernst Lubitsch, Walter Hasenclever, Alfred Polgar, Alfred Kerr, Erich Maria Remarque, Josef von Stemberg y otros muchos nombres de la pol¨ªtica y del arte de este siglo.
Todos estos manuscritos -incluido el de su autobiograf¨ªa-, textos, notas, discos, pel¨ªculas privadas y dibujos se incorporar¨¢n a la colecci¨®n de la Fundaci¨®n de la Cinemateca Alemana. Esta fundaci¨®n construye ahora su futuro museo en la Potsdamer Platz, un lugar id¨®neo, que antes de la guerra fue el centro neur¨¢lgico de la capital alemana. Destruido al final de la contienda, pas¨® a ser un solar vac¨ªo, tierra de nadie entre el Este y el Oeste, y ahora pretende volver a ser el punto clave del Berl¨ªn del siglo XXI.
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