El sospechoso de la muerte del doctor Rivero se enfrenta a 50 a?os de c¨¢rcel por dos asesinatos
El historial delictivo de Juan de Dios Rueda Gonz¨¢lez, Juan el Barb¨®, comienza a llegar a los tribunales. El peligroso delincuente, al que la polic¨ªa atribuy¨® en su d¨ªa el tiro en la nuca que acab¨® con la vida del ur¨®logo Eugenio Rivero, se enfrentar¨¢ el pr¨®ximo d¨ªa 27 a una petici¨®n del fiscal de 50 a?os de c¨¢rcel por el doble asesinato -uno de ellos, frustrado- del bar El Parador, ocurrido en junio de 1991. Fue precisamente durante la investigaci¨®n de este crimen cuando sali¨® a la luz el nombre de Dionisio, Ballesteros, el cirujano que atendi¨® de un c¨¢ncer al ex alcalde Enrique Tierno Galv¨¢n. El juez le meti¨® en la c¨¢rcel convencido de que Ballesteros, por una cuesti¨®n de celos, hab¨ªa pagado dinero a El Barb¨® para que ¨¦ste matase al ur¨®logo.
Al ser detenido El Barb¨® por el doble asesinato del bar El Parador (situado en Hortaleza), la polic¨ªa hall¨® en uno de sus bolsillos un papel en el que figuraba el tel¨¦fono del cirujano Dionisio Ballesteros. Luego, los investigadores pincharon varios tel¨¦fonos y descubrieron las extra?as conversaciones entre la amante de El Barb¨® y el domicilio del cirujano. Estas comunicaciones, unidas a otras pesquisas, acentuaron las sospechas judiciales sobre Ballesteros -como presunto inductor- y El Barb¨® -como supuesto ejecutor del tiro en la nuca- por la muerte de Rivero.No obstante, el doble asesinato por el que El Barb¨® se sentar¨¢ el pr¨®ximo 27 en el banquillo de la Secci¨®n Tercera de la Audiencia Provincial de Madrid no tiene nada que ver con el llamado caso Ballesteros. Sin embargo, antes de Navidad est¨¢ previsto que se celebre el juicio por la muerte de Eugenio Rivero, en el que El Barb¨® y Ballesteros figuran como imputados. La fiscal¨ªa de Madrid ha advertido ya, no obstante, que no presentar¨¢ cargos contra ellos por falta de pruebas. S¨ª lo har¨¢ Antonio Garc¨ªa-Pablos, abogado de la familia de Rivero.
El doble asesinato del bar El Parador (uno de ellos, frustrado) se produjo el 4 de julio de 1991, casi un mes despu¨¦s de la muerte del doctor Rivero. Unos encapuchados, seg¨²n la versi¨®n inicial que ofreci¨® la polic¨ªa, hab¨ªan irrumpido en el local y disparado indiscriminadamente contra cinco personas que jugaban en ese momento a las cartas. Uno de los jugadores era El Barb¨®.
Encapuchados imaginarios
El peligroso delincuente, al ser interrogado como testigo sobre los hechos, invent¨® la siguiente versi¨®n: "Han venido unos encapuchados y, sin decir nada, se han liado a tiros... Despu¨¦s se han ido corriendo en un coche que esperaba en la puerta; a m¨ª no me han dado porque, al verlos con las pistolas, me he tirado al suelo". Para confundir m¨¢s a la polic¨ªa, El Barb¨® subray¨® que los encapuchados pertenec¨ªan a la mafia turca de la droga. Lo ¨²nico cierto es que hab¨ªa droga de por medio.
Su versi¨®n se vino abajo s¨®lo unos d¨ªas despu¨¦s. Una de las dos personas que quedaron tendidas al lado de la mesa de juego en medio de un gran charco de sangre -y que El Barb¨® cre¨ªa muertas- fue conducida al Gregorio Mara?¨®n y milagrosamente logr¨® sobrevivir.
Cuando recobr¨® la conciencia, Enrique Burgos Montuenga cont¨® en su lecho hospitalario a la juez Clara Pen¨ªn, del Juzgado 29 de Instrucci¨®n, que el autor de los disparos no era de la mafia turca, sino Juan el Barb¨®. Quien s¨ª muri¨® por los disparos fue Francisco Li¨¦bana, jiennense de 30 a?os. Seg¨²n fuentes jur¨ªdicas, El Barb¨® la emprendi¨® contra Burgos y Li¨¦bana, con absoluta frialdad, por el impago de una partida de droga.
Los otros dos invitados a la partida de cartas han confirmado, tras largos interrogatorios, que fue El Barb¨® quien apret¨® el gatillo de la pistola. "Est¨¢n muy asustados, y temen que El Barb¨® o alguien de su banda se vengue por el chivatazo", afirman fuentes de la secci¨®n de la Audiencia que juzgar¨¢ a El Barb¨®.
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