El Gran Timonel
Al menos en una ocasi¨®n Manuel Fraga parafrase¨® a Voltaire: "No estoy de acuerdo con lo que ah¨ª se dice, pero dar¨ªa mi vida porque se escribieran art¨ªculos como ¨¦se". Fue durante la entrega de un premio period¨ªstico, hace ahora a?o y medio, a un escritor tocayo m¨ªo. El art¨ªculo en cuesti¨®n se titulaba El conservador pa¨ªs donde no existen conservadores. Estimulado por semejante muestra de tolerancia, el querido hom¨®nimo, un gaiteiro liberal, decidi¨® aceptar una oferta para intervenir como comentarista futbol¨ªstico en el programa dominical de la televisi¨®n auton¨®mica. Los responsables de la secci¨®n de deportes fueron de inmediato llamados a cap¨ªtulo en un despacho de jefatura. Por razones pol¨ªticas' ese tipo conflictivo no pod¨ªa hablar ni de f¨²tbol en el medio p¨²blico. ?A saber en qu¨¦ met¨¢fora de Galicia convertir¨ªa el empate a cero goles del Celta-Deportivo!Seg¨²n se dio a entender posteriormente, el veto a mi tocayo se debi¨® al tono cr¨ªtico de una intervenci¨®n suya en un congreso audiovisual al que fue convocado para hablar de televisi¨®n y no de f¨²tbol. En realidad, el escritor se hab¨ªa limitado a leer el minutado de un noticiario de la emisora auton¨®mica, elegido al albur, en el que el presidente de la Xunta protagonizaba gran parte de las diez primeras informaciones, dato objetivo que fue interpretado libre y jocosamente por las gentes asistentes al encuentro, sin reparar tal vez en que la sobrecarga informativa, como luego hizo notar con propiedad el ponente, ten¨ªa probablemente origen en la apretada agenda de trabajo de don Manuel, en la escala humana del territorio gallego, que permite una cierta omnipresencia a una comitiva experta, y, sobre todo, en la naturaleza transpol¨ªtica de su mandato. Don Manuel estaba all¨ª y acull¨¢ y la verdad de la c¨¢mara lo recog¨ªa. Nada que ver con Nicolae Ceausescu, que hac¨ªa retocar las fotos de prensa para figurar en actos a los que ni siquiera hab¨ªa asistido.
Pensaba. yo que lo de mi tocayo era un anecd¨®tico sobresalto, hasta cierto punto merecido por tocar por libre en una alborada colectiva y tomarse en serio a Voltaire, pero vino a mis manos el n¨²mero de agosto de la revista Radiotelevisi¨®n de Galicia. Contando las del folleto adjunto, incluye ?23 fotograf¨ªas de Manuel Fraga! Por supuesto, no aparece ning¨²n rostro de l¨ªderes de la oposici¨®n. Al fin y al cabo, se trata de una publicaci¨®n apol¨ªtica. Hojeando la revista, uno ve playas, monumentos, encantos comarcales y, como parte del paisaje natural, Fraga. ?l, ciertamente, est¨¢ en todas partes, incluso es quien coloca los maillots, en lugar de las guapas, a los ganadores de etapa en la Vuelta Ciclista a Galicia. Empiezo a pensar que tiene raz¨®n mi tocayo, el gaiteiro liberal. Su tesis es que ser¨¢, finalmente, Fraga quien haga los comentarios futbol¨ªsticos en televisi¨®n, emulando a su muy admirado Getulio Vargas, el populista presidente brasile?o del Estado novo que dictaba al entrenador la alineaci¨®n de la selecci¨®n nacional. Seg¨²n ¨¦l, Fraga ha encarnado, por fin, la figura del ogro filantr¨®pico de Octavio Paz en una singular versi¨®n de ogro paternalista. Fraga, dice, es un okupa institucional, un fen¨®meno totalizador -para no confundir con el perversor concepto de totalitario-, pr¨®ximo simb¨®licamente a lo que ?tienne de la Boetie, en el Discurso de la servidumbre voluntaria, llamaba un "comepueblos". Para apoyar su tesis, me ilustra con la realidad medi¨¢tica: Fraga okupa las fiestas y romer¨ªas, desde la del Percebe del Roncudo hasta la de la Exaltaci¨®n del Albari?o; Fraga okupa las placas de honor y las primeras piedras, de tal manera que dentro de mil a?os okupar¨¢ la arqueolog¨ªa; Fraga okupa todos los actos, desde la presentaci¨®n de la gu¨ªa telef¨®nica hasta la entrega de los premios del I Trofeo Manuel Fraga de Golf; Fraga, por supuesto, okupa la Televisi¨®n de Galicia, desde la carta de ajuste al prime time, pasando por los talkingshow y reality-show; y Fraga, por si fuera poco, okupa la oposici¨®n.
Confieso que eso ¨²ltimo me dej¨® desconcertado. ?La oposici¨®n?, le pregunto. ?C¨®mo que Fraga okupa la oposici¨®n?
En el balance parlamentario, me explica, se present¨® como principal ¨¦xito de una nueva ley electoral que, entre otras medidas, ampl¨ªa a un 5% el tope m¨ªnimo de votos para poder optar a un esca?o. Para un pa¨ªs con tradici¨®n abstencionista parece, por lo menos, contraproducente. Como complemento, se elabor¨® un nuevo reglamento mucho m¨¢s restrictivo y en sentido contrario al que su partido reclama en Madrid. Es como si para calmar las aguas provocaras un maremoto. Pero, adem¨¢s, su populismo ha infantilizado toda la pol¨ªtica, ha fomentado otros populismos. ?se es el peligro del ogro paternalista: se convierte en ¨²nica referencia. Fraga dice que a Galicia no le afecta la crisis econ¨®mica y los gestores p¨²blicos se comportan como si ¨¦sa fuera la realidad, multiplicando los coches oficiales con bander¨ªn en una capitalidad en la que deber¨ªa ser obligado ir a pie. No se discute sobre realidades. Se discute sobre signos o supersticiones. La pol¨ªtica se desplaza a una cuesti¨®n teol¨®gica: ?Fraga es un dios o es un demonio? "No me beatifiqu¨¦is", pidi¨® ¨¦l en el cierre de la campa?a electoral que lo aup¨® al poder hace cuatro a?os. D¨ªas atr¨¢s, en su nueva proclamaci¨®n como candidato, su delf¨ªn gallego, Jos¨¦ Cui?a, lo present¨® como"el Gran Timonel".
Le digo que no puede ser cierto. ?se era Mao. Pero el gaiteiro liberal me ense?a los peri¨®dicos. Es cierto. El Gran Timonel.
Sin duda, el Fraga de ahora es un dem¨®crata, dice sonriendo levemente, pero ser¨ªa una gran lecci¨®n moral que reconociese la inmoralidad intr¨ªnseca de una dictadura, en lugar de decirle reiteradamente al pueblo que el balance del franquismo ha sido positivo. Nunca ha dado ese paso, y por eso tienen raz¨®n los que no olvidan. F¨ªjate en esta declaraci¨®n: "Durante mi vida he tenido que pisar m¨¢s de un callo porque la gente se ha puesto debajo para que se los pisara" (Tiempo, 17 de mayo de 1993). No, Fraga no es Mao, pero el fraguismo gallego es una especie de mao¨ªsmo que se sirve del envidiable voluntarismo de su Gran Timonel. Es dif¨ªcil encontrar una derecha m¨¢s intervencionista, m¨¢s marxista-leninista que la que, por ejemplo, tutela la provincia de Lugo. Alg¨²n escritor espa?ol amag¨® con autoexiliarse si volv¨ªa a ganar el partido socialista las elecciones. Quiz¨¢s en Galicia tuviese suerte y hasta podr¨ªa hablar de f¨²tbol por televisi¨®n.
En este punto me pareci¨® que mi tocayo ya desvariaba totalmente. Me acerqu¨¦ a la ventana. El cielo gallego tiene ahora el barniz oto?al de la porcelana china. Record¨¦ un poema de Lao Tse: "El gran gobernante pasa inadvertido por el pueblo".
Manuel Rivas es escritor y periodista.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Opini¨®n
- Televisi¨®n auton¨®mica
- Manuel Fraga Iribarne
- Comunidades aut¨®nomas
- Manipulaci¨®n informativa
- Dictadura
- Franquismo
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Gobierno
- Galicia
- Historia contempor¨¢nea
- Prensa
- Televisi¨®n
- Administraci¨®n Estado
- Espa?a
- Historia
- Medios comunicaci¨®n
- Administraci¨®n p¨²blica
- Pol¨ªtica
- Comunicaci¨®n